Carta a un amigo del
PP
José Ignacio
González Faus
08.08.15 |
Aunque hemos discutido muchas veces, damos la vuelta
al dicho aristotélico: “amicus Plato, magis amica veritas” y, como hoy
ya nadie sabe dónde está la verdad, preferimos decir que “la verdad es amiga,
pero el amigo mucho más” (aunque no sea Platón). Esto me ha llevado a pensar
que quizá la mayor dificultad que tenemos para entendernos está en el
vocabulario. Déjame que te ponga varios ejemplos:
1.- “Hacer reformas”. Para vosotros significa
quitar posibilidades a los más pobres para dárselas a los más ricos. Para
mí eso no son reformas sino pasos atrás. Podrías haber dicho aquello de la
Thatcher de que “no hay alternativa”. Pero llamar reformas a eso…
2.- Habéis anunciado una bajada de impuestos
“proporcional”. Esa proporcionalidad consiste en que, si ganas 15000 € al año
te rebajarán 60. Mientras que si ganas 30.000 te rebajarán 205. Y si ganas la
friolera de 150.000 euros anuales se te rebajarán 2593. Tendríais que haber
dicho que era una bajada “inversamente proporcional”. Si no, la impresión que
dais es que medís la proporción no de acuerdo con las necesidades de las
personas sino de acuerdo con vuestros votantes más seguros o más dudosos. Y
reconocéis que vuestros votantes están casi sólo entre quienes ganan más.
3.- “Estamos aquí para defender la libertad”. Y
resulta que estáis aquí para imponer una “ley mordaza” que impide fotografiar
al policía que esté maltratando a un ciudadano, o manifestarse ante el
Congreso, parar un desahucio, o las sentadas y otras cosas así. Otra vez me
suena a que “estamos aquí para defender la libertad de los nuestros”, no la de
todos los ciudadanos que ni siquiera merecen ese nombre, porque tienen la
osadía de no votarnos.
4.- El PSOE “traiciona su vocación de centralidad”.
Déjame decirte que, desde que Aznar lanzó el eslogan aquel de girar al centro estáis
llamando “centralidad” a lo que otros llaman extrema derecha y legado
franquista. Como si dividierais al país entre vosotros (que sois el único
centro) y todos los demás que son de extrema izquierda, comunistas,
venezolanos, arribistas, radicales y toda esa ralea.
5.- La ministra de trabajo, cuando se le dijo en las Cortes que el empleo que se está creando y del que tanto presumimos, es en realidad un subempleo muy mal pagado, respondió que eso de los salarios no es cosa del gobierno sino de los empresarios. Si entiendo bien, eso significa que el PP no se considera autorizado a intervenir en la cuestión social, salvo si es a favor del capital, nunca a favor del obrero. Porque, de hecho, no procedisteis así a la hora de imponer la injusta ley de reforma laboral, acabar con los convenios colectivos y demás etcéteras..
6.- Cuando atacáis a nuevos partidos porque “quieren
llevarnos a Grecia o a Venezuela etc. etc.”, ¿estáis sugiriendo
implícitamente que el papa Francisco también quiere llevarnos allí?. Una
vez oí a un gran ricachón “es mejor que unos sean ricos y otros pobres, que no
que todos sean pobres”. Y ¿no piensas que lo mejor sería que no hubiese ni
ricos ni pobres?
7.- “Somos un gran país” suele repetir nuestro
presidente. Apenas tenemos un premio Nobel en materias de ciencia, medicina o
pensamiento; pero tenemos un historial mucho más glorioso en la Champions
League o en tenis, baloncesto y demás deportes. Me pregunto entonces si
vuestro ideal no será un país de analfabetos, que deje todo lo que huele a
cultura en manos de los ricos. Porque esos dos grupos (los millonarios y
los analfabetos) son los más conservadores en todas las sociedades: unos en
defensa propia y otros porque no conciben que las cosas puedan cambiar…
8.- Otra cosa que no consigo entender es que nuestro
presidente afirme sin inmutarse que han perdido votos por la corrupción y “el
martilleo de las televisiones sobre ese tema”. Después del tsunami de la
Gurtel, Bárcenas, la caja B, la financiación ilícita y la Púnica… ¿quería de
veras decir el sr. Rajoy que las televisiones deben dedicarse a hablar del
Barça y dedicar a esos otros temas un rinconcito en letra pequeña, sin insistir
tanto?... No puedo aceptar eso porque significaría que cuando decís: “no
hemos sabido comunicar bien”, estáis queriendo decir que no habéis sabido
mentir bastante.
9.- Y ya ves que no toco el tema de Cataluña porque
ahí al menos, vuestro lenguaje es coherente con vuestra actuación. Otra cosa
será si ése es el mejor modo de actuar.
10.- Y lo que me deja más perplejo es por qué (si
creéis que hacer lo que debéis hacer) cuando llegan las elecciones cambiáis
de lenguaje y hasta os mostráis “dispuestos a cambiar la constitución”,
tras cuatro años de oposición a un cambio de ese tipo…
Tú me tachas de iluso y de ingenuo. Estaría dispuesto
a reconocerlo si luego vuestro lenguaje mostrara una clara conciencia de que vais
llenando de víctimas las cunetas de la historia, porque no hay otra manera de
progresar. Si reconocierais eso, entonces discutiríamos si vale la pena o
si es inmoral semejante progreso. Pero si creéis que ése es un progreso limpio,
permíteme que disienta otra vez de ti por razones éticas, aunque tú creas que
son razones ilusas.
Y no pienses que hablo así para quitarle votos al PP.
Más bien creo que, si pierde las próximas elecciones, quizá tenga una grandísima
suerte. ¿Por qué? Pues porque bastantes economistas de prestigio anuncian
otra próxima crisis para dentro de poco tiempo (T. Piketty llega a sugerir
que las crisis periódicas son intrínsecas a nuestro sistema y más seguras
cuanto mejor funciona el mercado). Este pronóstico parece más verosímil para
España porque nuestra recuperación no se ha hecho reconfigurando la economía
sino volviendo otra vez a la construcción y al turismo, que son bastante
propensos a eso de las burbujas y pinchazos.
¡Qué gustazo pues si, dentro de unos meses, volvemos a
vernos en crisis y el PP puede llenarse la boca gritando aquello de que “han
dilapidado la herencia que les dejamos”! Y si, gracias a eso, recuperáis el
gobierno, podréis seguir desmontando el estado del bienestar, alegando que la
culpa es de “la herencia recibida” y que, como dijo el señor Montoro: “la vida
es dura” (para los que no nos votan, claro)… ¡Menuda suerte!.
Vale tío; y, a pesar de nuestras disensiones, un abrazo.
Vale tío; y, a pesar de nuestras disensiones, un abrazo.
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RAHOLA-DIOS
12.08.15 |
José Ignacio González Faus
José Ignacio González Faus
Bien, querida Pilar: no seré yo quien rompa esa
tradición de nuestros intercambios. “Brillantes” decías tú. Quizá no tanto pero
sí cariñosos. Y vamos a tu columna del pasado jueves santo, que oscilaba entre
dos dioses: el “Dios de luz” y el del miedo.
1.- Yo no identificaría al primero con la razón porque
cada día me sorprendo más de lo capaces que somos los humanos de poner esa
joya de nuestra razón al servicio de las causas más irracionales
(corrigiendo a Aristóteles, el hombre no me parece un “animal racional” sino un
animal que racionaliza sus pulsiones). Quizá por eso Platón prefirió hablar del
Dios de la belleza.
Pero ciertamente, el problema de la identidad de Dios
es aún más serio e importante que el de su existencia. La obsesión de la Biblia
contra la idolatría significa que creer en un dios falso o creer falsamente
en Dios, es peor que no creer en Dios.
2.- El Dios del miedo evoca un verso de Lucrecio en su
obra De rerum natura: el miedo creó a los dioses (“timor fecit deos”).
Cuando el miedo nos hace creer en algún salvador nos aferramos a él hasta dejar
de ser nosotros y quizás ahogarnos con él. Pero hay otra fe resumible en la frase: la bondad
encontró a Dios. Ahora ya no se trata de crearlo sino de descubrirlo.
Cuando descubres la Bondad con mayúscula, la primera
consecuencia es que te desarma y ya no puedes agredir ni menos matar en nombre
de Dios; ni podemos herir a nadie en nombre de nuestros diosecitos. La
monstruosidad del estado islámico, de Boko-Haram (y, por honestidad, añadamos
también: de la inquisición medieval) blasfema por sí misma contra el Dios al
que dice defender. Jesús, en cambio, enseña: “amad a vuestros enemigos para que
seáis hijos de vuestro Padre”. Y, según los evangelios, hay dos conductas que
ponen fuera de sí a Jesús: oprimir al ser humano en nombre del dinero (el
máximo enemigo de Dios, según Jesús), y oprimirlo en nombre de Dios: ese
modo de ver le costó la acusación de blasfemo.
Por eso comparto contigo lo que tú decías casi como
objeción contra la fe: “¿y si la trascendencia espiritual es un camino
bifurcado que tanto puede llevar a la iluminación como al fanatismo?” Pues sí,
querida Pilar: lo es. La Biblia expresa eso mismo diciendo que Dios creó al ser
humano a su imagen y semejanza (“trascendencia espiritual”). Pero añade
que esa imagen quiso ser igual a Dios, con lo que se destruyó a sí misma
(“fanatismo”).
Desde entonces esa nuestra trascendencia espiritual
lleva un virus mortífero que obliga a cuantos decimos creer en Dios a proceder
con exquisito cuidado. Tanto que no me asusta decirte que creer en Dios es
como llevar un explosivo en la mano: servirá para sacar de una cantera
valiosas esquirlas del mejor mármol; pero será fatal si lo llevas
descuidadamente y te estalla en las manos.
Ya hacia el siglo XVI los teólogos acuñaron la
expresión “rabia teológica” (rabies theologica en latín), y
decían que era la peor de todas las antipatías. De ella existen ejemplos hoy, a
veces incluso en autoridades eclesiásticas. Y otras en algunas rabias
idolátricas.
3.- Acabemos en la frase con que concluías tú la
columna citada del pasado 2 de abril: ”al fin y al cabo, dudar sobre Dios es
una forma de honrarlo”. Sí y no: depende de si dudar de Dios se identifica
con dudar de la bondad.
Como intenté decirte el día en que hablamos en el
local de CVX, hay una duda que sólo es huida cómoda (la de Pilatos), o
desconfianza, como la de santo Tomás. Pero hay otra duda respetuosa que es la
de quien sabe que él no merece aquello y por eso se pregunta “si será verdad
tanta belleza”.
Al revés de Pilatos, esta otra duda acaba siendo apasionadamente
respetuosa. En conclusión: el problema de Dios no consiste en afirmar o
negar algo exterior a nosotros, sino en afirmar o rechazar la batalla por sacar
siempre lo mejor de nosotros mismos. Si me dejas decírtelo, creo que en tu
columna del pasado 17 de junio contra Teresa Forcades, faltaste al respeto y
sacaste lo peor de ti. No te lo diría si no estuviese convencido de que todos
tenemos nuestro lado peor y nuestro lado mejor y que, ante el Dios cristiano,
las personas nos la jugamos no en si le afirmamos o negamos, sino en si sacamos
eso mejor de nosotros, sobre todo frente a todas las víctimas y necesitados de
esta tierra cruel.
Por eso tú y yo podemos seguir hablando fraternalmente
de Dios, aunque disintamos en otras cosas: porque en la atracción de la Bondad,
todas la personas podemos coincidir. De Dios no podemos decir nada, por válido
que sea, que no contenga más mentira que verdad: eso enseñó el IV Concilio de
Letrán. Sólo podemos saber que estamos ante un Misterio, enormemente
sobrecogedor y enormemente acogedor. La fe en esa inmensa acogida es fuente
de libertad, de radicalidad social, de paz y de sentido. Pero esa fe puede
tenerla todo aquel que, aunque crea no creer en Dios, se decide seriamente a
creer en la Bondad y el Amor. Un abrazo.