Duro y programático discurso de Francisco a la Congregación de Obispos
"La Iglesia no necesita apologistas de las propias causas ni cruzados de las propias batallas, sino sembradores de la verdad"
"Un hombre que no tiene valor de discutir con Dios en favor de su pueblo no puede ser obispo"
Jesús Bastante, 27 de febrero de 2014 - RELIGIÓN DIGITAL
"La Iglesia no necesita
apologistas de las propias causas ni cruzados de las propias batallas, sino
sembradores humildes y confiados de la verdad". Francisco se ha encontrado
esta mañana con la Congregación
para los Obispos, cuyo prefecto es el cardenal Marc Ouellet, y ha
dirigido a los presentes un discurso acerca de la misión de esa congregación y
los criterios que deben presidir la elección de un obispo. Un discurso
programático que marcará, sin duda alguna, el rumbo de cómo serán los obispos
del futuro.
Francisco no quiere obispos en la
iglesia que sean "mánager" ni pastores "estándar" y
ha alentado a dar más vueltas a la hora de seleccionar obispos.
"Necesitamos uno que vea desde lo alto, que mire con la amplitud del
corazón de Dios, no se necesita un manager o un administrador delegado de una
compañía, ni siquiera uno que esté al nivel de nuestras pequeñas peticiones,
sino uno que garantice que a lo que aspira el corazón no sea una promesa en
vano", ha precisado.
Por ello, se ha preguntado quiénes son
y dónde seleccionarlos, al tiempo que ha invitado a "escrutar en el Campo
de la Iglesia"
para encontrarlos. "Existen estos hombres, porque Dios no abandona a su
Iglesia, pero quizá no se dan suficientes vueltas buscándolos", ha
subrayado.
En este sentido, ha apuntado que para
elegir a un obispo no sirve solo tener en cuenta sus "dotes humanas,
intelectuales o culturales, ni siquiera pastorales" porque "un obispo
no es la suma algebraica de sus virtudes". "Es necesario encontrar
entre los sucesores de Jesús a los que testimonian al Resucitado", ha
afirmado, subrayando que "la
Iglesia permanece cuando se incrementa la santidad de sus
miembros".
Entre las virtudes de los prelados, ha
destacado a aquellos que sobresalen por su solidez cristiana, preparación
cultural, ortodoxia y fidelidad a la
Verdad, disciplina interior y exterior, capacidad de gobernar
con actitud y transparencia en la administración de los bienes. "Estas
dotes imprescindibles deben subordinarse a ser testimonio del Resucitado",
ha insistido.
Por ello, ha recalcado que el desafío
está en "entrar en la perspectiva de Cristo, teniendo en cuenta
"las necesidades de las Iglesias en particular" porque no se necesita
un pastor "estándar" para todas las Iglesias.
También ha manifestado que "el
obispo es aquel que sabe actualizar lo que le ha pasado a Jesús" y, sobre
todo, "sabe hacer testimonio de la Resurrección con la Iglesia". A juicio
del Pontífice, en el ADN del obispado está escrito que tienen que tener "el
coraje de morir, la generosidad de ofrecer su propia vida y de darse por el
rebaño" y, sobre todo, "por aquellos que, según el mundo, están
descartados".
El Papa pone de manifiesto que se
necesitan en el obispado "hombres que custodien la doctrina, no para medir
cuánto vive el mundo lejos de la verdad, sino para fascinar al mundo,
encantarlo con la belleza del amor, seducirlo con la oferta de la verdad dada
por el Evangelio".
Así, afirma que "la Iglesia no necesita
apologistas de sus propias causas, ni cruzados de sus propias batallas, sino
personas humildes que planten semillas y sean fieles a la verdad".
Igualmente, pide hombres "pacientes".
"Uno de las tareas fundamentales
del obispo es rezar", recuerda el Papa. Además, pone de manifiesto que
"un hombre que no tiene el coraje de discutir con Dios en favor de su
pueblo no puede ser obispo", y añade que "tampoco puede serlo
quien no es capaz de asumir la misión de llevar adelante el pueblo de Dios
hasta donde Dios le indica".
La
Iglesia necesita pastores
auténticos --expone el Papa--, no padrones de la palabra, sino entregados a
ella, al servicio de la
Palabra". Igualmente, señala que la misión del obispo
exige asiduidad y cotidianeidad". "Tiene que cuidar el rebaño: asiduo
y cotidiano", afirma.
Además, reflexiona el aspecto esencial
de la misión de la
Congregación que se encarga de elegir los obispos de todo el
mundo. "La
Congregación existe para asegurarse que el nombre de quien ha
sido elegido haya sido pronunciado antes de todo por el Señor", afirma el
Papa. Para Francisco la tarea fundamental de la Congregación de los
obispos es "identificar a los que el espíritu Santo pone como guía de la Iglesia".
La
Congregación, según ha dicho no
puede "contentarse con pequeñas medidas" sino elevarse al "plano
superior" y debe elegir pastores capaces de asegurarse de que el mundo
haya un sacramento de unidad para que la humanidad no esté a la deriva o se
pierda", explica, al tiempo que afirma que "el espíritu que dirige la
elección tiene que ser humilde, silencioso y laborioso"
Además, ha recordado que hay que mirar
a los orígenes para construir el mañana de la Iglesia y ha invitado a
recordar a la
Iglesia Apostólica. Junto a ello, advierte de que "hay
que asegurar siempre la soberanía de Dios". "Las elecciones no pueden
venir de peticiones condicionadas por eventuales escuderías, consortes o
hegemonías--explica--. Para garantizar la soberanía se necesitan dos
instrumentos fundamentales: el tribunal de la propia conciencia delante de
Dios y la colegialidad".
Finalmente, el Papa llama la atención
contra el deseo de "ascender" en el interior de la Iglesia, queriendo
"escapar hacia un permanente 'otro lugar'". Frente a esto, apuntó la
"actualidad del decreto de residencia del Concilio de Trento...
estaría bien que la
Congregación de los Obispos escribiera algo al respecto. El
rebaño necesita encontrar sitio en el corazón del Pastor. Si éste no está
sólidamente anclado en si mismo, en Cristo y en su Iglesia, estará continuamente
a merced de las olas, en búsqueda de compensaciones efímeras y no ofrecerá
al rebaño ningún refugio".
Ofrecemos a continuación amplios extractos del
discurso:
1.-
Lo esencial en la misión de la
Congregación
"En la celebración de la ordenación de
un obispo la Iglesia
reunida, después de invocar al Espíritu Santo pide que sea ordenado el
candidato presentado. El que preside pregunta entonces: "¿Tenéis el
mandato?"...Esta congregación existe para ayudar a escribir ese mandato
que después resonará en tantas Iglesias y llevará alegría y esperanza al Pueblo
Santo de Dios. Esta congregación existe para asegurarse de que el nombre del
elegido haya sido, ante todo, pronunciado por el Señor...El Pueblo santo de
Dios sigue exclamando:... necesitamos alguien que nos mire con la amplitud de
corazón de Dios; no necesitamos un manager, un administrador delegado de una
empresa ...Nos hace falta alguien que sepa elevarse a la altura de la mirada de
Dios para conducirnos hacia El...No tenemos que perder nunca de vista las
necesidades de las Iglesias particulares a las que tenemos que atender...
Nuestro reto es entrar en la perspectiva de Cristo teniendo en cuenta la
singularidad de las Iglesias particulares".
2.-
El horizonte de Dios determina la misión de la congregación
"Para elegir a esos ministros todos
necesitamos elevarnos, subir también nosotros al 'piso superior'... Tenemos que
elevarnos por encima de nuestras eventuales preferencias, simpatías,
pertenencias o tendencias para entrar en la amplitud del horizonte de Dios...No
hombres condicionados por el miedo de lo bajo, sino Pastores dotados de
parresia, capaces de asegurar que en el mundo hay un sacramento de unidad y por
lo tanto la humanidad no está destinada al abandono y al desamparo... A la hora
de firmar el nombramiento de cada obispo me gustaría sentir la autoridad de
vuestro discernimiento y la grandeza de horizontes con que madura vuestro
consejo. Por eso el espíritu que preside vuestros trabajos... no podrá ser otro
que ese humilde, silencioso y laborioso proceso desarrollado bajo la luz que
viene de las alturas. Profesionalidad, servicio y santidad de vida: si nos
apartamos de este trinomio abandonamos la grandeza a la que estamos
llamados".
3.-La Iglesia apostólica como
fuente
"La altura de la Iglesia se encuentra
siempre en los abismos de sus fundamentos...El mañana de la Iglesia vive siempre en
sus orígenes...Sabemos que el Colegio Episcopal, en el cual mediante el
Sacramento se insertarán los obispos, sucede al Colegio Apostólico. El mundo
necesita saber que esta sucesión no se ha interrumpido...Las personas ya pasan
con sufrimiento por la experiencia de tantas roturas: necesitan encontrar en la Iglesia ese permanecer
indeleble de la gracia del principio".
4.-
El obispo como testigo del Resucitado
"Analicemos... el momento en que la Iglesia Apostólica
debe recomponer el Colegio de los Doce tras la traición de Judas. Sin los Doce
la plenitud del Espíritu no puede descender. Hay que buscar al sucesor entre
los que han seguido desde el principio el recorrido de Jesús y ahora puede
convertirse 'junto con los Doce' en un 'testigo de la resurrección'. Hay que
seleccionar entre los seguidores de Jesús a los testigos del Resucitado...
También para nosotros ese es el criterio unificador: el obispo es aquel que sabe
hacer actual todo lo que acaeció a Jesús y sobre todo sabe, junto con la Iglesia, hacerse testigo
de su Resurrección... No un testigo aislado sino junto con la Iglesia..Quiero
subrayar que la renuncia y el sacrificio son inherentes a la misión episcopal.
.El episcopado no es para uno mismo, sino para la Iglesia... para los
demás, sobre todo para aquellos que según el mundo se deben descartar. Por lo
tanto, para individuar a un obispo no hace falta contabilizar sus dotes
humanas, intelectuales, culturales y ni siquiera pastorales...Es cierto que
necesitamos a alguien que sobresalga: su integridad humana asegura la capacidad
de relaciones sanas... para que no proyecte sobre los demás sus carencias y se
convierta en factor de inestabilidad...su preparación cultural le permite
dialogar con los hombres y sus culturas...su ortodoxia y fidelidad a la Verdad completa custodiada
por la Iglesia
hace de él un pilar y un punto de referencia...su transparencia y su desapego a
la hora de administrar los bienes de la comunidad le otorgan autoridad y
encuentran la estima de todos. Todas esas dotes imprescindibles deben ser, sin
embargo, una declinación del testimonio central del Resucitado, subordinadas a
este compromiso prioritario".
5.-
La soberanía de Dios, autor de la elección.
"Volvamos al texto apostólico. Después
del fatigoso discernimiento, los apóstoles rezan...No podemos alejarnos de
aquel 'Enséñanos tú, Señor'. Las decisiones no pueden estar condicionadas por
nuestras pretensiones, por eventuales grupos, camarillas o hegemonías. Para
garantizar esa soberanía existen dos actitudes fundamentales: la propia
conciencia ante Dios y la colegialidad... No el arbitrio sino el discernimiento
conjunto. Ninguno puede tener todo en mano, cada uno aporta con humildad y
honradez la tesela propia al mosaico que pertenece a Dios.
6.-
Obispos "kerigmáticos"
"Dado que la fe procede del anuncio
necesitamos obispos kerigmáticos...Hombres custodios de la doctrina, no para
medir cuanto viva distante el mundo de la verdad contenida en ella, sino para
fascinar al mundo... con la belleza del amor... con la oferta de la libertad
que da el Evangelio. La
Iglesia no necesita apologistas de las propias causas ni
cruzados de las propias batallas, sino sembradores humildes y confiados de la
verdad que saben que cada vez les es nuevamente confiada y que se fían de su
potencia...Hombres pacientes porque saben que la cizaña no será nunca tanta
como para llenar el campo".
7.-Obispos
orantes
"He hablado de los obispos
kerigmáticos; ahora señalo el otro trazo de la identidad del obispo: hombre de
oración. La misma parresia que debe tener en el anuncio de la Palabra, debe tener en la
oración, tratando con Dios, nuestro Señor el bien de su pueblo, la salvación de
su pueblo...Un hombre que no tiene valor de discutir con Dios en favor de su
pueblo no puede ser obispo y tampoco el que no es capaz de asumir la misión de
llevar al Pueblo de Dios hasta el lugar que El le indica...Y esto vale también
para la paciencia apostólica...El obispo debe ser capaz de 'entrar con
paciencia' ante Dios... buscando y dejándose encontrar".
8.-Obispos
pastores
"Sean pastores cercanos a la gente,
padres y hermanos, sean humildes, pacientes y misericordiosos; amen la pobreza,
interna como libertad y también externa como sencillez y austeridad de vida,..
no tengan una filosofía de príncipes...que no sean ambiciosos y que no busquen
el episcopado, que sean esposos de una Iglesia, sin estar a la búsqueda
constante de otra; esto se llama adulterio. Sean capaces de 'vigilar' al rebaño
que les será confiado, es decir, de preocuparse por todo lo que lo mantiene
unido...Reafirmo que la
Iglesia necesita Pastores auténticos...Observemos el
testamento del apóstol Pablo...Nos habla...El confía los Pastores de la Iglesia a la 'Palabra de
la gracia que tiene el poder de edificar y conceder la herencia'. Por lo tanto,
no padrones de la Palabra,
sino entregados a ella, siervos de la Palabra. Solo así es posible edificar y obtener
la herencia de los santos. A cuantos se atormentaban con la pregunta sobre su
herencia:' ¿Cual es la herencia de un obispo, el oro o la plata'? Pablo
responde: La santidad. La
Iglesia permanece cuando se dilata la santidad de Dios en sus
miembros...El Concilio Vaticano II afirma que a los obispos 'se les confía
plenamente el oficio pastoral, o sea el cuidado habitual y cotidiano de sus
ovejas'...En nuestra época lo habitual y lo cotidiano se asocian a menudo a la
rutina y al aburrimiento. Por eso, con frecuencia, se intenta escapar hacia un
permanente "otro lugar". Desgraciadamente tampoco en la Iglesia estamos exentos de
este peligro..Pienso que en este tiempo de encuentros y congresos es muy actual
el decreto de residencia del Concilio de Trento y estaría bien que la Congregación de los
Obispos escribiera algo al respecto. El rebaño necesita encontrar sitio en el
corazón del Pastor. Si éste no está sólidamente anclado en sí mismo, en Cristo
y en su Iglesia, estará continuamente a merced de las olas, en búsqueda de
compensaciones efímeras y no ofrecerá al rebaño ningún refugio".
Conclusión
"Al final de estas palabras, me
pregunto: ¿Dónde podemos encontrar hombres así?...No es fácil...Pienso en el
profeta Samuel en búsqueda del sucesor de Saúl que, al saber que el pequeño
David había llevado las ovejas a pastar al campo ordena: 'Di que lo traigan'.
También nosotros no podemos por menos que escrutar los campos de la Iglesia intentando
presentar al Señor para que diga: 'Úngelo: es Él". Estoy seguro de que los
hay porque el Señor no abandona a su Iglesia. Quizás somos nosotros los que no
vamos bastante a los campos para buscarlos. Quizás nos hace falta la
advertencia de Samuel: "No nos sentaremos a la mesa antes de que él
venga". Con esa santa inquietud quisiera que viviera esta
congregación".