Iglesia misionera y martirial
10.01.14
La misión es uno de los elementos constitutivos de la
Iglesia y también de las CEBs. Francisco nos hace continuas llamadas a eso, “hagan
lio” les decía a los jóvenes en la JMJ Rio 2013. La misión tiene sus
dificultades, pero él también nos dice: "Prefiero una Iglesia
accidentada por salir, que enferma por encerrarse". Por eso, en los
Intereclesiales, repitiendo aquello que forma parte de la vida de las
comunidades de base, es costumbre dedicar un momento a hacer esa experiencia
misionera, visitar a la gente y las diferentes realidades sociales,
enviados por la Iglesia. Hoy hemos participado de este
momento, enviados en la celebración eucarística, por Don Ricardo Brusatti,
obispo de Caetite, que acompaña a las CEBs en nuestro Regional Nordeste 3 de la
CNBB.
Somos enviados para evangelizar, pero también somos
evangelizados por las
personas a las que visitamos, que con sencillez nos muestran como Dios es
importante en su vida. Visitando a doña María José, experimentamos esa fe
popular, en Dios, en María, en el Padre Cícero, gran intercesor ante
Dios de muchos creyentes de estas tierras, en quien confían, a quien rezan,
cantan benditos, imploran a cada momento.
Evangelizar, caminar con todos, también con los pueblos
indígenas brasileños, participantes también de este Intereclesial, pero olvidados,
excluidos, oprimidos por una sociedad y un gobierno que promoviendo grandes
proyectos no respeta su propuesta diferente de vivir, agrediéndoles,
tomando sus tierras. Ellos piden que las CEBs sean instrumento de denuncia
profética, comunidades que los apoyan y defienden.
En la historia brasileña y latinoamericana muchos
hombres y mujeres, comprometidos con esta Iglesia popular fueron perseguidos,
algunos hasta dar la vida por el Reino y ser martirizados. Por eso, otro
momento importante en los Intereclesiales es la celebración de los mártires.
Aconteció esta tarde, en uno de esos lugares singulares de esta ciudad y como
no, marcado por la presencia perenne del Padre Cícero, lugar de romería
permanente a lo largo del año. Uno sólo se hace idea del significado de este
personaje para la vida socio-religiosa de esta región viniendo aquí.
La celebración fue presidida por Don Edson Damian,
obispo de San Gabriel da Cachoeira, estado de Amazonas, uno de los lugares más
remotos de este inmenso país y en consecuencia olvidados por casi todos los poderes,
donde la impunidad se incrementa. En ella, una vez más, experimentamos que vale
la pena dar la vida por aquello en lo que creemos, por la causa de Jesucristo y
del pueblo latinoamericano tantas veces masacrado, por esta forma de ser
Iglesia y vivir hoy la propuesta del Evangelio. El elemento protagonista de
la celebración fue la Cruz, en la que a lo largo de la historia, y
todavía hoy, muchos son crucificados. En momentos como este uno
encuentra fuerzas para continuar luchando por un mundo más justo y pierde el
miedo delante de la posibilidad, a veces real, de perder la vida.
Don Edson nos llamaba a la reflexión con sus palabras:
“en cuanto haya profecía habrá conversión, en cuanto haya martirio habrá
eficacia pues el grano caído en la tierra, muriendo se multiplica,
no permitiremos que se apague el grito supremo de su amor, no dejaremos que
su sangre sea infecunda… asumiremos sus vidas y sus muertes abrazando sus
causas… tan divinas y tan humanas… os recordaremos uno por uno, una por una… nuestros
amados y queridos profetas y mártires… nombres conocidos y ya incorporados
a nuestro martirologio o nombres anónimos grabados en el santoral del
corazón de Dios… Sentimos aquí, en este lugar sagrado, su herencia como
testigos de una Iglesia profética y martirial… no cederemos, no nos
venderemos, no renunciaremos a ese paradigma mayor de sus vidas, que fue el
paradigma de Nuestro Señor Jesús… correr los mismos riesgos de Jesús para identificarnos
con las causas de los pobres y de los excluidos del campo y de la ciudad”.
Misión y martirio, elementos profundamente relacionados, consecuencia
el uno del otro, propios de esta Iglesia popular, comunitaria, de base,
que son las CEBs, semilla del Reino, por el que vale la pena gastar la vida
en el día a día y entregarla si llegase el momento.