Cambio de época. ¿Cambio de
rumbo?
Oscar Mateos y Jesús Sanz. [Revista Sinpermiso] Entre 1945 y mediados de los setenta
el mundo occidental apuntaló los cimientos de los Estados del bienestar.
Fueron ”los 30 gloriosos años”, como se conocieron en Francia. Un tiempo
en el que prevaleció un contrato entre el capital y el trabajo, en el que el
Estado-Nación tenía un rol de regulador de los excesos de la economía del
mercado, en el que el horizonte de futuro era el del “ascensor social” o en el
que el gasto social alcanzaba niveles insospechados unas décadas antes. Fue el
tiempo del ”Consenso keynesiano”, de la cohesión social como principal eje
político, social y económico. A ese escenario se había llegado gracias al papel
del movimiento obrero -que desde finales del siglo XIX se había erigido como un
importante contrapoder social y había logrado un gran número de derechos
sociales- pero también gracias al clima excepcional existente tras finalizar la
Segunda Guerra Mundial o al “respeto” que, sin duda, generaba la presencia del
bloque soviético y, en definitiva, la existencia de otro proyecto político
diferente al de los países capitalistas.
Desde los años setenta, sin embargo, una serie de
factores fueron erosionando ese consenso, especialmente en el contexto de
globalización: la economía crecientemente financiarizada arrinconó el papel de
los Estados, los sindicatos fueron perdiendo peso en el nuevo escenario
posfordista, los procesos de industrialización se deslocalizaron a los países
de la periferia, cayó el muro de Berlín, y el pensamiento neoliberal -gestado
al calor de la Escuela de Chicago- se convirtió en “sentido común”, colonizando
incluso el pensamiento socialdemócrata (para la posteridad queda la respuesta
de Margaret Thatcher cuando le
preguntaron cuál había sido su mayor logro como Primera Ministra, a lo que
respondió ”Tony Blair”). En definitiva, las últimas tres décadas
presenciaron el hundimiento de los principales contrapesos del poder
financiero, al que cabe sumar una sociedad del consumocada vez más
individualizada, fragmentada y atomizada. La crisis no ha sido sino la aceleración en
clave de “doctrina del shock” de un proceso de desposesión social que venía
gestándose a fuego lento.
Este es el punto de partida del último cuaderno
de Cristianisme i Justícia: “Cambio de época ¿Cambio de rumbo?
Aportaciones y propuestas desde los movimientos sociales”. El
cuaderno parte de este diagnóstico que pone en el centro el fin de un contrato
social que nos adentra en un escenario de “interregno” entre dos épocas, en el
que se detectan claras discontinuidades respecto a lo que hacíamos, pero donde
todavía es difícil vislumbrar las coordenadas que regirán el futuro, si bien
pueden intuirse: mayor precariedad generalizada, sociedades muy duales, proceso
global de igualación a la baja, conflicto social.
Precisamente, la segunda parte del
cuaderno trata de discernir si las protestas a nivel global, desde la “Primavera árabe” hasta
Brasil o Turquía, pasando por el 15-M y Occupy Wall Street, son protestas aisladas
y locales o bien la expresión de un malestar global e interconectado, en el que
emergen nuevos repertorios de acción y en el que Internet y las redes sociales
desempeñan un papel esencial. Más allá de determinar una u otra cosa, el
cuaderno subraya el importante proceso de repolitización social que
todas estas movilizaciones están suponiendo y, citando las obras de Karl
Polanyi o de Michael Burawoy, se plantea el interrogante de si cabe pensar
en la emergencia de un sujeto político que pueda convertirse en contrapoder en
el escenario de “mercadocracia” actual.
Asimismo, frente a los que señalan que “no
hay alternativas”, el cuaderno hace un repaso a las principales propuestas
y alternativas que se están esbozando desde los movimientos sociales
con el fin de superar el modelo económico y productivo imperante.
Estas
propuestas son presentadas en cinco grandes ejes:
-Aquellas propuestas que tratan de hacer
frente a la crisis de la representatividad y que se basan en una mayor
participación en la gestión de los asuntos políticos y la creación de
formas de innovación política que extiendan la participación ciudadana a todos
los niveles.
-Las propuestas centradas en
la deuda y fiscalidad. Dentro de las primeras encontramos
aquellas que abogan por la realización de una Auditoría Ciudadana de la Deuda
para determinar responsabilidades y debatir sobre la legitimidad de la misma.
En las segundas, encontramos algunas iniciativas que buscan un modelo fiscal más justo y progresivo, la lucha
contra el fraude fiscal y la especulación financiera.
- Un tercer eje presenta algunas propuestas que tratan
de hacer frente a la preocupante mercantilización de la vida
cotidiana que se está produciendo. En este sentido, el cuaderno se
detiene en algunas propuestas enmarcadas dentro de la soberanía
alimentaria y en las formas de gestión que, inspiradas en la noción de los
bienes comunes, cada vez se están popularizando más.
- El cuarto eje recoge aquellas propuestas que en
un contexto de fuerte desempleo apuestan por la necesidad
de repensar el trabajo. Dentro de este eje estaría la
necesidad de revisar las relaciones salariales para frenar la brecha salarial;
la reducción de la jornada laboral para un mejor reparto del empleo; la apuesta
por el cooperativismo y la economía social; la implantación de una renta básica de ciudadanía así como el
reconocimiento social del conjunto de trabajo no remunerados como el trabajo de cuidados.
- El último eje presenta algunas propuestas que
tratan de hacer frente a la crisis ecológica y que buscan
orientar la economía hacia un modelo productivo que tenga en cuenta los límites
ecológicos del planeta, tal y como plantea el decrecimiento.
Todas estas propuestas recogidas
tienen como eje común la aspiración de iniciar un proceso de “reapropiación
social” en un momento de desposesión acelerada. Un proceso de cambio que, según
los autores, no será viable si no se tienen en cuenta los límites ecológicos
del planeta, y la demanda existente de apostar por una democracia “de alta
intensidad” que haga frente a la crisis de la representatividad política en la
que nos encontramos. Más que desde procesos iniciados a nivel institucional -se
apunta en el cuaderno- los procesos de transformación social vendrán
fundamentalmente de la mano de una ciudadanía que de forma colectiva lidere
un cambio “desde abajo” y cuestione en lo cotidiano y en pequeñas prácticas la
hegemonía neoliberal imperante a través de ir creando y tejiendo
alternativas. En definitiva, este texto pretende ser una pequeña aportación que
contribuya al debate en un momento de creciente y preocupante fractura social.
En medio del pesimismo generalizado, se apuesta por leer la realidad
en clave esperanzadora prestando especial atención a las demandas y propuestas
emergentes que están surgiendo.