BON NADAL des de LA SAGRADA FAMÍLIA
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RECUPERAR LA NAVIDAD
Dicen que, hace muchos años, los hombres se asustaron cuando tomaron conciencia de que los días se acortaban y el sol duraba menos horas en el cielo. Dicen que los hombres creyeron que era un presagio de que el mundo acabaría. Y tenían miedo. Y entonces intentaron modificar sus vidas. Compraban mucho, comían mucho, e iluminaban las calles. Ya que los árboles perdían la hoja, ponían guirnaldas de pino y de abeto para dar la impresión de que la vida seguía a pesar del crudo invierno. Y con estos engaños pretendían detener el tiempo. Pero el tiempo no se detenía. Y, de repente, el sol volvía a alzarse sobre el horizonte. Y hacían una fiesta. Pero al cabo del año, se repetía el mismo ciclo. Y la luminosidad del sol que renacía no era capaz de desvanecer aquellos sentimientos de miedo.
Hace poco más de dos mil años, dicen, sucedió un hecho
excepcional en la actual Palestina. Con un niño, dicen, había nacido una
esperanza. Y dicen que, por unas horas, en aquel lugar, los hombres proclamaban
la Paz y hacían propósitos de vivir con sencillez. Pero duró poco. Los cánticos
de alegría de esa noche se desvanecieron. Aquel niño creció y, dicen, sus
palabras no fueron del agrado de los que tenían la sartén por el mango. Y acabó
mal. Y, a pesar del esfuerzo y la perseverancia de algunos de sus seguidores,
su memoria quedó encorsetada en unos ritos y en unas costumbres que no
evolucionaban con el paso de los años.
Y, a pesar de afirmar que aquel nacimiento había
cambiado sus vidas, los hombres volvieron a preocuparse ante el paso del
tiempo. Y volvió el miedo a la muerte. Y ante los días que se acortaban,
encendían luces en la calle, se compraban más y más tonterías en un esfuerzo
por acaparar lo que prometía una vida perdurable, y se lanzaban a comer y
beber. Era como una lucha por la subsistencia, una lucha para no desaparecer
con el último rayo de sol de cada tarde.
Pero, dicen que, poco a poco, después de una grave
crisis, los hombres volvieron a mirar hacia su interior. Y vieron como la
racionalidad excesiva y el consumismo exacerbado generaba una saturación
existencial y un sentimiento de profunda decepción. Descubrieron que la
felicidad no estaba en la materialidad de las cosas, sino en las dimensiones
relacionadas con el corazón, con los afectos, y con las relaciones de amor, de
solidaridad y de compasión. Y, dicen que, poco a poco, los hombres
descubrieron, en su profundo interior, una dimensión espiritual que no habían
osado desarrollar. Y, con la dimensión espiritual, fueron capaces de celebrar
la Navidad. Y recuperaron de nuevo el mensaje de aquella noche en que, hacía
dos mil años, había nacido el niño. Aquel mensaje que decía “No temáis, os
anuncio una gran alegría, os ha nacido un Salvador, que veréis en un pobre
pesebre, y envuelto en pañales”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda
la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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¿Por qué te hiciste HUMANIDAD?
ECLESALIA,
24/12/13.- Querido Niño Dios: Cuando era niña, me enseñaron que podía
escribirte una carta para pedirte mis regalos de Navidad. Yo fui parte de ese
resto de humanidad que aún podía acceder a pedir regalos de Navidad para que me
los colocaran en el árbol y el Nacimiento de la sala de mi casa y me
despertaran a las 12 en punto de la madrugada del 25 de Diciembre y encontrarme
con “tus” regalos. Sólo que no me explicaron por qué a otros niños no les
llevabas nada…
Hoy las cosas son un poco diferentes. Crecí, y la niña
que escribía cartas para pedir juguetes se convirtió en una mujer que contempla
la vida y se pregunta cosas difíciles, sin respuestas… Pero como estamos en
época de Navidad, decidí escribirte esta carta, como cuando era niña, sólo que
ahora soy una mujer…
Y sólo se me viene esta pregunta, tonta, pero es MI
pregunta a vos en esta Navidad… ¿Por qué te hiciste HUMANIDAD?…
¿Por qué un niño pequeño, pobre, marginado, frágil,
dependiente, en un establo y no en una casa normal? ¿Por qué los extremos y no
los puntos medios donde otros humanos nos podamos “medir” un poco más
equitativamente a tu altura? ¿Por qué lo pequeño, lo sencillo, lo humilde? ¿No
ves que de todos modos andamos buscando por todos lados la grandeza, lo
deslumbrante, lo que “vale” y lo que sirve? Y si elegiste nacer así de pobre,
así de simple, así de sencillo… ¿es que esperabas que aprendiéramos alguna
lección? Y si es así… ¿por qué ha sido tan difícil aprenderla después de más de
veinte siglos?…
Te explico…
Son las vísperas de la Navidad y la gente anda como
loca en las calles comprando regalos de navidad. Yo misma estoy preocupada
porque no tengo mucho presupuesto para eso y no sé qué darle a los míos… Ya
sean ricos o pobres, todos andan con la misma preocupación. Los regalos. La
cena… es que la Navidad se ha convertido en un comercio desde hace mucho
tiempo. Para los ricos o clase media, es un estrés… para los pobres, sigue
siendo un tiempo de dolor y nostalgia, un tiempo donde tocan su pobreza con las
manos llenas de callos y los ojos nublados por los escaparates deslumbrantes de
las tiendas, donde se quedan prendidos sus deseos de llevar cosas a los suyos.
Y yo me pregunto si esto es lo que realmente recuerda el misterio de tu
Nacimiento tan pobre y sencillo, tan simple…
Mientras yo comeré una cena buena, moderada a mis
posibilidades, sé que miles de seres humanos no tendrán nada en la mesa, y sé
que la gente pobre de mi pueblo esperará los juegos artificiales de las 12 de
la noche para irse a sus camas sintiendo otra Navidad más que se va y les deja
vacíos, más pobres tal vez. Y no puedo con ello… No lo comprendo. Si la Navidad
se trata de recordarte, de celebrar que te hiciste humanidad, ¿no debería de
ser el tiempo de mayor solidaridad humana en este mundo? Y en vez de sentir
excitación por los “regalos” de Navidad, siento un dolor hondo en la
consciencia, y esta impotencia…
La otra
pregunta (que es la misma), me preocupa siempre, fuera de la época de Navidad.
La
HUMANIDAD… ¿qué es?
Porque en estos siglos la hemos entendido un poco
diferente que vos…
Es extraño tu Evangelio… nacer en un pesebre… ¿a quién
se le ocurre? Revelarse a unos pastores y no a unos poderosos… Los sencillos y
humildes de corazón… En realidad aún es extraño este Evangelio, pues en el
fondo lo que nos importa es aparecer bien frente a los demás. No sólo en lo
superficial (vestidos, cosas, bienestar, prestigio, fama, dinero…), sino en lo
cotidiano. Es difícil mostrar la fragilidad humana que llevamos dentro. Todos,
ricos y pobres, buscamos cómo esconder nuestro dolor, desconcierto, miedos,
limitaciones… y competimos de forma descomunal unos y otros, hasta por los
lugares en el bus o en el tráfico atascado (si tenemos carro)… Y cuando tocamos
el barro que somos por dentro, cuando “metemos la pata” y nuestra imagen queda
desacreditada ante otros, es como si lo perdiéramos todo. Y cuando vemos esa
fragilidad en otros, les criticamos y hacemos picadillo, como si nosotros
estuviéramos exentos de error… ¡Y vos naciendo en un pesebre! No lo entiendo…
aún no te hemos comprendido mi querido Niño Dios… tu mensaje de Navidad se nos
hace inteligible a causa de tanta información que nos han dado de lo que tiene
que ser el ser humano “perfecto” y “feliz”… Un ser que todo lo puede, que todo
lo tiene, que es bonito, limpio, vive bien, es inteligente, competente,
productivo, eficaz, bueno, educado, útil a la sociedad. Todo lo demás queda
fuera…
Pero vos nacés fuera de los márgenes de la cuidad…
como un acto de protesta contra un sistema que ha prevalecido por siglos…
¿Será que un día comprendamos el Misterio de tu
nacimiento humilde? ¿Será que un día comprendamos el Misterio magnífico de la
HUMANIDAD? ¿Será que un día nos sentaremos en una misma mesa de iguales, ricos,
pobres, inteligentes, sabios, tontos, enfermos mentales, drogadictos,
catedráticos, prostitutas, homosexuales, sacerdotes, religiosas, mendigos,
doctores, presidentes, barrenderos, empresarios, vendedores ambulantes y
celebraremos la cena de Navidad recordando que Dios, DIOS, quiso nacer como el
más pequeño de los seres humanos de la tierra?
Si esto fuera posible… quizás ese sea hoy el regalo de
Navidad que te pido en esta carta… Ya pasó el tiempo de los juguetes… hoy es
tiempo de invocar tu HUMANIDAD y desearla para toda la tierra… para mi pueblo…
para mi gente… y para mí, que soy un ser humano roto y en proceso de
restauración, parte de este mundo roto que sólo necesita de tu presencia para
ser sanado.
Si pudieras pasarte por aquí un rato en esta Navidad,
y contagiarnos un poquito de esa humanidad tuya tan humana… sería nuestro mejor
regalo de Navidad… pondremos un plato más en nuestra mesa, por si querés pasar…
(Eclesalia
Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su
procedencia)
UN ALTRE NADAL... ?????
UN ALTRE NADAL... ?????
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