ACTUALIZAR
EL LENGUAJE CRISTIANO
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com
MADRID.
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com
MADRID.
ECLESALIA, 06/03/15.- Hay una petición en la
oración de la Iglesia que, aún por conocida y reiterada, no me permito
acostumbrarme a ella. En mi oración personal, leída; o bien cuando la escucho
en la oración comunitaria agrego mentalmente y desde el corazón a quienes están
ausentes y deberían estar muy presentes.
El lector pide a Dios: “Sé ayuda para cuantos
son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza, color, condición
social, lengua o religión”. Y se contesta: “Y haz que todos
reconozcan su dignidad y respeten sus derechos”. La petición está en el
Diurnal – Liturgia de las Horas, I Vísperas domingo IV.
¿Te diste cuenta ya, lector o lectora, de que faltan
unas víctimas que, por alguna razón no se mencionan en esta oración de
petición? Seguramente ya lo habrás percibido. No se dice nada de quienes sufren
segregación por causa de su sexo. Así que, inevitablemente, hablaremos
de las mujeres.
Hay amplia literatura sobre la discriminación o
segregación que sufren las mujeres en muy diversos ámbitos, incluido el
religioso. No pretendo hace una proclama pero si una demanda: actualizar el
lenguaje cristiano. Quiero animar a poner los ojos en estos “pequeños” detalles
lingüísticos que siguen haciendo invisible a la mujer hasta en la oración.
Sabemos que hombres y mujeres sufren discriminación
por razón de su raza, color, condición social, lengua o religión, pero no
podemos dejar a un lado la discriminación específica por razón del hecho de ser
mujer. En la mayoría de los casos se suma a las demás causas de segregación.
La oración sube como incienso y en el momento
de esta prez muchos corazones incluirán desde el silencio a quienes son
víctimas de segregación por razón de su sexo, aunque la palabra no se cite.
Pero eso no quita que nos paremos, reflexionemos y alcemos la voz para que se
vayan subsanando estos espacios de invisibilidad femenina.
Aquí traigo unas palabras del Papa Francisco: “Las
mujeres deben tener mayor espacio y una presencia más incisiva en la Iglesia
católica”. El lenguaje ha de modificarse para dejar espacio y presencia a
la realidad femenina y muy especialmente en la oración, como es este caso.
Confieso que cada vez que surge la oración de petición
que he tratado, pido por las mujeres discriminadas en el seno de la propia
Iglesia católica, así como en cada espacio social, profesional, cultural,
familiar, religioso, etc. en donde no se considere en igualdad a una mujer por
el sólo hecho de serlo.
Jesús fue un Maestro sincero y raro para su tiempo en
el trato con el sexo femenino, y de ello nos dan cuenta las bellas escenas del
Evangelio. Jesús hablaba con las mujeres y de las mujeres. Respetaba su
dignidad en una sociedad que no las consideraba; en cuanto a los derechos, que
no tenían, salía en su defensa o ayuda. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda
la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).