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PRESENTACIÓ

PRESENTACIÓ:

dimecres, 8 d’octubre del 2014

SYNODUS,....





El cardenal alemán subraya cómo prosigue el debate sobre la comunión a los divorciados

Kasper agradece la "discusión libre, abierta y realista" que se dio en el Sínodo de los Obispos
Velasio de Paolis culpa al Papa: "Es un error escuchar más a la gente que la verdad de la fe"
Redacción, 20 de octubre de 2014 a las 17:53
Burke: "No se puede defender la enseñanza de la Iglesia al tiempo que se propone una disciplina contraria a su enseñanza"

El cardenal Walter Kasper, principal promotor de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, negó estar "desilusionado" porque el tema no alcanzó el apoyo de dos tercios en la asamblea, pese a que sí cosechó una rotunda mayoría y se continuará debatiendo.
En declaraciones a la agencia Ansa, el purpurado insistió en que "en el Sínodo hubo una discusión libre, abierta, realista. Es un debate, ahora se irá al próximo año. Estoy calmo, tranquilo. Nadie esperaba una respuesta a este tema. Hay una discusión, esto es un aspecto positivo".
En declaraciones a la Radio Vaticana, el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y titular de Caritas, destacó "el punto bellísimo" del discurso final del papa Francisco, "verdaderamente un programa y que al mismo tiempo es un gran apoyo a todos los trabajos que continuarán".
"Creo que este Sínodo fue verdaderamente un momento especial de la vida de la Iglesia, en el cual como Pueblo de Dios escuchó distintas voces, distintas situaciones, distintas circunstancias", con el "denominador común del deseo de servir a la familia y promoverla", añadió el prelado hondureño.
El Sínodo concluyó el sábado con un pedido de Francisco "a no mirar a la humanidad desde un castillo de vidrio para juzgar o clasificar a las personas", ante la ovación de los obispos durante cinco minutos.
Por contra, el cardenal Velasio de Paolis criticó la libertad que dio el Papa Francisco para debatir sobre cualquier tema a lo largo del Sínodo. «Es un error escuchar más a la gente que la verdad de la fe», apuntó De Paolis.
En una entrevista al Vatican Insider, el ex responsable de la Legión de Cristo incidió en que "en el Sínodo se hicieron demasiadas referencias a la pastoral. La práctica debe respetar los principios: no se puede concebir alejada de la doctrina. Si hubiera intervenido en el aula, habría insistido en las verdades de fe".
¿En cuáles en particular? "Por ejemplo, que quienes conviven no pueden comulgar. Durante los años ha ido disminuyendo el papel de la religión y la sociedad ya no acepta influencias de la fe. Vivimos en un mundo que teme la religión, como si fuera fuente de conflictos. La oposición entre la fe y la razón nos vuelve esquizofrénicos. Y así, el Estado es el que se ocupa de cuestiones éticas hoy en día. No se puede esperar que la Iglesia hable contradiciendo la doctrina", concluyó De Paolis.
Finalmente, el cardenal Burke, que será removido en breve por sus críticas a Francisco, constató al Catholic World Report que "La " Relatio Synodi " es " una mejora significativa sobre el texto de la " Relatio post disceptationem". Para Burke, "el cardenal Walter Kasper ha sido el defensor más abierto de cambio de la disciplina de la Iglesia en estos asuntos (divorciados vueltos a casar o parejas de hecho), aunque él insiste en que no está proponiendo un cambio en la enseñanza de la Iglesia".
"En la Iglesia católica -prosiguió Burke- la disciplina es el espejo de la doctrina, y por tanto no se puede defender la enseñanza de la Iglesia al tiempo que se propone una disciplina contraria a su enseñanza".








"Nadie está poniendo en tela de juicio la indisolubilidad del matrimonio"
Kasper asegura que "una mayoría creciente del Sínodo" apoya su propuesta para los divorciados vueltos a casar
"Vivimos en un mundo globalizado y no se puede gobernar todo desde la Curia"
Redacción, 16 de octubre de 2014
El Papa ha sido testigo de este tipo de problemas en su propia familia y ha mirado a los laicos y visto que la gran mayoría están a favor de una apertura razonable y responsable


El Pap
El cardenal Walter Kasper cree que una "mayoría creciente" del Sínodo está a favor de su propuesta de permitir que algunos católicos divorciados y vueltos a casar civilmente puedan recibir la comunión.
En declaraciones al salir de las discusiones en pequeños grupos de trabajo del martes por la tarde, el cardenal alemán dijo que el Papa ha sido testigo de este tipo de problemas en su propia familia y que él ha "mirado a los laicos y visto que la gran mayoría están a favor de una apertura razonable y responsable". El Vaticano no ha negado que el Papa quiere una "apertura" en este aspecto.
La propuesta del cardenal para administrar la comunión a algunas parejas de divorciados y "vueltos a casar" después de un período de penitencia ha sido rotundamente criticada por un número de líderes de la Iglesia, entre ellos el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el cardenal Raymond Burke, prefecto de la Signatura Apostólica, y el cardenal George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano.
El cardenal Kasper también habló de sus puntos de vista sobre el Sínodo, y pareció sugerir que las opiniones de los africanos sobre la homosexualidad - donde el tema sigue siendo un tabú - no son escuchadas por los delegados occidentales en la Asamblea. Al igual que para los delegados occidentales es "imposible" opinar sobre temas africanos, dijo también que ellos "no nos deben decir lo que tenemos que hacer".

Eminencia, ¿cómo va todo en el Sínodo?
Todo está muy tranquilo ahora. Esta mañana estaba un poco encendido, ¡pero por supuesto que es por vosotros, los periódicos!
Ayer nos dijeron que el "Espíritu del Vaticano II" estaba presente en el Sínodo. ¿Está de acuerdo con esto?
Este es el espíritu del Concilio, esto es muy cierto.
¿Ha visto algún movimiento en el tema de los divorciados vueltos a casar?
Tenía la esperanza de que habría alguna apertura y creo que la mayoría está a favor. Esa es la impresión que tengo, pero no hay votos. Pero creo que un poco de apertura podría producirse. Tal vez también se quede para la siguiente parte del sínodo.
¿Ha visto crecer la oposición a sus propuestas en los últimos días?

No. En la primera fase del Sínodo vi una creciente mayoría a favor de una apertura. Lo vi, pero es más un sentimiento. No hubo votación. Habrá una votación, pero no todavía. ¿Sabe cómo el Santo Padre está viendo el Sínodo y cómo va hasta ahora?
Él no ha hablado, está en silencio, ha escuchado con mucha atención, pero es claramente lo que quiere y eso es evidente. Él quiere a una parte importante del episcopado con él y lo necesita. Él no lo puede hacer en contra de la mayoría del episcopado.
¿Tiene algún sentido que él esté tratando de empujar las cosas en esa dirección?
Él no empuja. Su primer discurso fue la libertad: la libertad de expresión, cada uno debe decir lo que piensa y lo que tiene en mente y esto fue muy positivo. Nadie se pregunta: ¿qué sería lo que el Santo Padre piensa sobre esto? ¿Qué cosas puedo decir? Esta libertad de expresión ha estado muy viva aquí en este Sínodo, más que en otros.
Se ha dicho que añadió a cinco relatores especiales el viernes pasado para ayudar al relator general, el cardenal Peter Erdo. ¿Es porque él está tratando de llevar las cosas de acuerdo a sus deseos?

No veo lo que está pasando por la cabeza del Papa. Pero creo que la mayoría de estas cinco personas son gente abierta que quieren seguir con esto. El problema, además, es que hay diferentes problemas de diferentes continentes y culturas diferentes. África es totalmente diferente de occidente. También los países asiáticos y musulmanes, que son muy diferentes, sobre todo acerca de los gays. No se puede hablar de esto con los africanos y los países musulmanes. No es posible. Es un tema tabú. Para nosotros, que decimos que no debemos discriminar, no queremos discriminar en ciertos aspectos.
¿Pero los participantes africanos fueron escuchados en este sentido?

No, la mayoría de ellos [que sostienen estos puntos de vista no hablará acerca de ellos].
¿No son escuchados?

En África, por supuesto, [sus opiniones son escuchadas], donde es un tabú. ¿Qué ha cambiado para usted, con respecto a la metodología de este Sínodo?
Yo creo que al final tiene que haber una línea general en la Iglesia, criterios generales, pero las cuestiones de África no las podemos resolver. Debe haber espacio también para que las conferencias episcopales locales resuelvan sus problemas, pero yo diría que con África es imposible [para nosotros resolverlos]. Pero no nos deben decir lo que tenemos que hacer.
¿Hay mucha preocupación acerca de su propuesta?
Sí, sí, mucha.

La gente está diciendo que está causando una gran confusión entre los fieles, y están preocupados por ella. ¿Qué dice a eso?

Yo sólo puedo hablar de Alemania, donde la gran mayoría quiere una apertura sobre el divorcio y volver a casarse. Es lo mismo en Gran Bretaña, está en todas partes. Cuando hablo con los laicos, también con los ancianos que están casados ​​desde hace 50 ó 60 años, nunca pensaron en el divorcio, pero lo consideran un problema con su cultura. El Papa también me dijo que [existen tales problemas] en su familia, y él ha mirado a los laicos y ha visto que la gran mayoría están a favor de una apertura razonable y responsable. Pero la gente siente que la doctrina de la Iglesia va a ser socavada por su propuesta si se aprueba, que está deshaciendo 2000 años de enseñanza de la Iglesia. ¿Cuál es su opinión sobre esto?
Nadie está poniendo en tela de juicio la indisolubilidad del matrimonio. Creo que no sería una ayuda para las personas, pero si se mira a la Palabra de Jesús, hay diferentes evangelios sinópticos en diferentes lugares, en diferentes contextos. Es diferente en el contexto judeo-cristiano y en el contexto helenístico. Marcos y Mateo son diferentes. Ya había un problema en la época apostólica. La Palabra de Jesús es clara, pero ¿cómo aplicarla en situaciones diferentes, complejas? Es un problema para ver con la aplicación de estas palabras.
¿La enseñanza no cambia?

La enseñanza no cambia pero se puede hacer más profunda, puede ser diferente. También hay un cierto crecimiento en la comprensión del Evangelio y de la doctrina, un desarrollo. Nuestro famoso cardenal Newman habló sobre el desarrollo de la doctrina. Esto tampoco es un cambio, sino un desarrollo de la misma línea. Por supuesto, el Papa lo quiere y el mundo lo necesita. Vivimos en un mundo globalizado y no se puede gobernar todo desde la Curia. Tiene que haber una fe común, una disciplina común, pero una aplicación diferente.







Francisco logró un diálogo abierto en el que el Pontífice todavía no ha intervenido
El Papa obtiene su primera victoria silenciosa en el Sínodo
Bergoglio logra que los obispos moderen su duro discurso frente a los gays y divorciados
Redacción, 14 de octubre de 2014
Lombardi recuerda la satisfacción que ha producido la redacción del documento, pese a las críticas de los conservadores


El Papa, en un
(BBC/Agencias).- Apenas ha transcurrido la mitad del sínodo del Vaticano sobre temas de familia y el papa Francisco ya ha logrado su primera victoria silenciosa. El pontífice convenció a muchos líderes de la Iglesia católica a moderar su duro discurso frente a las uniones homosexuales y admitir que los gays tienen "dones y atributos que ofrecer".
El tono de una posición preliminar redactada en un borrador por 200 obispos -tras una semana de discusiones a puerta cerrada- muestra compasión y entendimiento no solo frente a las uniones de personas del mismo sexo, sino también hacia parejas heterosexuales que viven juntas sin casarse o parejas divorciadas que deciden casarse por segunda vez sin conseguir por parte de la Iglesia la anulación del primer matrimonio.
Sin embargo, los obispos dejaron claro que no habrá cambios en las enseñanzas básicas del catolicismo sobre la permanencia del lazo matrimonial e insistieron en que un matrimonio válido sólo puede ser entre un hombre y una mujer.
Pero el cambio de énfasis del papa Francisco al concentrarse en los aspectos positivos de la sexualidad humana más quen lo negativo, parece haber ganado terreno entre los obispos que asisten al sínodo.
Su predecesor, el papa Benedicto XVI, se refería a las relaciones entre homosexuales como "intrínsecamente desordenadas" en un documento del Vaticano escrito en 1986 cuando Benedicto era el principal consejero en temas teológicos del papa Juan Pablo II.
Contrariamente, el papa Francisco dijo a los periodistas el año pasado: "Si una persona busca a Dios y hace el bien, entonces ¿quién soy yo para juzgar?".
Las primeras reacciones de grupos católicos defensores de los derechos de los homosexuales en todo el mundo fueron favorables a la discusión planteada en el borrador elaborado en Roma.


La asociación católica Quest, basada en Londres, describió el documento como un "avance" y el grupo católico estadounidense defensor de los derechos de los gays New Ways Ministry, lo definió como un "gran paso hacia adelante".
New Ways Ministry elogió el documento por evitar el "gran pesimismo y fatalidad" que acompañaron previos pronunciamientos del Vaticano sobre la homosexualidad.
Grupos católicos conservadores tales como Voz de la Familia, fueron duramente críticos frente al borrador y lo calificaron de "uno de los peores documentos oficiales escritos en la historia de la Iglesia".
El propio papa Francisco ha escuchado atentamente las discusiones plenarias durante la primera semana del sínodo sin hacer todavía una importante intervención.
Al inicio de la reunión, le dijo a los obispos no temer a la hora de hablar honestamente y de manera abierta y no preocuparse de decir cosas que podrían molestarlo.

La mayoría de ellos está de acuerdo con su actitud más compasiva frente a las parejas que encuentran difíciles de aceptar las enseñanzas del catolicismo sobre algunos aspectos de la familia, como por ejemplo los métodos anticonceptivos artificiales.
Tras un año de discusiones amplias dentro de la Iglesia, el sínodo reconvendrá en Roma en octubre de 2015 para finalizar sus recomendaciones sobre posibles cambios en la disciplina de la Iglesia. El Papa tendrá la facultad de aceptarlos o rechazarlos.
El sínodo es, de hecho, un cuerpo consejero sin poderes legislativos dentro de la Iglesia. El papa Francisco ha dicho que quisiera compartir más el gobierno de la Iglesia y ya ha hecho cambios sobre las reglas de debate para permitir más discusiones abiertas y menos discursos llenos de formalidades.

La secretaria general del Sínodo, tras las reacciones y discusiones surgidas después de la publicación de la Relatio post disceptationem, ha reiterado que el citado texto es un documento de trabajo, que resume las intervenciones y el debate de la primera semana, y ahora está siendo propuesto a la discusión de los miembros del Sínodo reunidos en los círculos menores, según lo previsto por el Reglamento del mismo Sínodo. El trabajo de los círculos menores será presentado a la Asamblea en la Congregación general del próximo jueves por la mañana, 16 de octubre.
El padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa del Vaticano, ha iniciado la sesión informativa de esta mañana con esta aclaración debido a los ecos e interpretaciones que se hicieron ayer en la prensa nacional e internacional tras la presentación de la Relatio post disceptationem.
El cardenal Filoni y el cardenal Napier han acompañado en la sala de prensa al padre Federico Lombardi, para ofrecer a los periodistas algunos detalles sobre el documento y sobre la labor que han iniciado en los círculos menores.
Por su parte, el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha explicado que los 20 miembros del círculo del que él es moderador "hemos tomado en consideración este documento que ayer por la mañana tuvimos ocasión de escuchar y naturalmente el primer aspecto ha sido comprender la naturaleza del documento" y "sucesivamente entrar en la metodología, teniendo en cuenta el modo de proceder en los círculos menores". Una metodología que -según ha precisado- tiene en consideración, ante todo, la satisfacción que ha producido la redacción del documento. Y a continuación, se interviene en las partes del documento.
Ayer por la tarde ya hicieron las primeras propuestas dentro del grupo y esta mañana se han presentado los modos, sobre los que se ha discutido y sucesivamente se han sometido a la votación, ha explicado el purpurado. Asimismo, ha transmitido la sorpresa entre los miembros del círculo menor, al ver las reacciones en los medios de comunicación.
Por eso, ha querido recordar que "nosotros estamos trabajando para poner en manos del Santo Padre un resultado que él mismo decidirá según lo que será el tercer momento del Sínodo".
A continuación, el cardenal Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica), ha precisado también que la la Relatio puede llevar a pensar a la gente cuál es la opinión global sostenida por el Sínodo, pero es sólo un resumen. Asimismo, se ha mostrado esperanzado en que prevalezca el punto de vista del Sínodo y no los puntos de vista particulares de algunos grupos. Además, ha recordado que el fin de los círculos menores es promover los aspectos positivos de la familia que han sido desarrollados.
Un punto afrontado durante el turno de preguntas ha sido el de las familias misioneras, como uno de los temas abordados en el Sínodo. "Está claro que sabiendo bien que después del Concilio Vaticano II el mundo de los laicos ha entrado de forma plena dentro de la vida de la Iglesia, la familia ciertamente no podía permanecer fuera", ha observado. Por eso, ha añadido, en estos 50 años se ha visto a las familias participar también en la evangelización, haciéndose cargo de este aspecto. "La novedad ha sido que las mismas familias han comprendido que ellos pueden ser no sólo objeto de evangelización sino sujeto de la evangelización", ha precisado el purpurado. Una evangelización que llega por el testimonio que estas familias dan en los países a los que van.
Sobre las expectativas excesivas creadas en torno a este Sínodo, el cardenal Filoni ha indicado que son creadas "a través de nuestro hablar, y de la prensa". Diría que -ha añadido- la expectativa no es una cuestión de tipo 'yo mañana doy la solución a todos los problemas'. "La expectativa es que esta cuestión relativa a la familia, al matrimonio y todas las situaciones particulares están al centro de la atención de la Iglesia. Esta es la primera expectativa fundamental", ha aclarado. Asimismo, el cardenal ha afirmado que "no debe ser una expectativa sólo desde el aspecto de los problemas", también se debe recordar a las familias cristianas que "les animamos" y que "también son objeto de nuestra atención".
Finalmente, el padre Federico Lombardi ha recordado, a propósito de la publicación de la Relatio, que "el Sínodo no es algo que ha nacido ahora", "es una institución que tiene varios decenios". "En la comunicación del Sínodo al externo hay etapas que están bastante establecidas y forman parte del normal funcionamiento del Sínodo", ha añadido. Por eso, el portavoz del Vaticano ha observado que la Relatio ante disceptationem siempre se ha hecho pública inmediatamente, y así todos tenían conciencia del punto de partida del Sínodo. Así como la Relatio post disceptationem siempre ha sido publicada.









Peter Ërdo relator del Sínodo


El Sínodo radiografía a la familia
Texto completo de la Relatio post disceptationem
Camino colegial de los obispos e implicación de todo el pueblo de Dios
Radio Vaticana, 13 de octubre de 2014
Evangelizar es responsabilidad compartida de todo el pueblo de Dios, cada uno según su propio ministerio y carisma

Los laicos, en el
(RV).- Introducción1. En la vigilia de oración celebrada en la Plaza de San Pedro el sábado 4 de octubre de 2014 en preparación al Sínodo de la familia, el Papa Francisco ha evocado de manera simple y concreta la centralidad de la experiencia familiar en la vida de todos, expresándose así:
«Cae ya la noche sobre nuestra asamblea. Es la hora en la cual gustoso se regresa a casa para reunirse en la misma mesa, en espesor de los afectos, del bien realizado y recibido, de los encuentros que calientan el corazón y lo hacen crecer, del vino bueno que anticipa en los días del hombre la fiesta sin ocaso. Es también la hora más pesada para quien se encuentra a "tú a tú" con su propia soledad, en el crepúsculo amargo de los sueños y de los proyectos rotos: cuantas personas arrastran sus jornadas en el callejón sin salida de la resignación, del abandono, también del rencor; en cuantas casas se ha terminado el vino de la alegría y, por consiguiente, el sabor - la sabiduría misma - de la vida [...] De unos y de otros esta noche somos sus voces con nuestra oración, una oración para todos».
2. Vientre de gozo y de prueba, de profundos afectos y de relaciones a veces heridas, la familia es verdaderamente "escuela de humanidad" («Familia schola quaedam uberioris humanitatis est»: Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, Gaudium et Spes, 52), de la cual se advierte fuertemente la necesidad. No obstante las diversas señales de crisis de la institución familiar en los diversos contextos de la "aldea global", el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva la necesidad de que la Iglesia anuncie sin descanso y con profunda convicción el "Evangelio de la familia" que le ha sido confiado con la revelación del amor de Dios en Jesucristo.
3. Sobre la realidad de la familia, decisiva y preciosa, el Obispo de Roma ha invitado a reflexionar al Sínodo de los Obispos en la Asamblea General Extraordinaria de octubre 2014, para después profundizar la reflexión en la Asamblea General Ordinaria que se tendrá en octubre de 2015, además durante el entero año que trascurre entre los dos eventos sinodales. «Ya el convenire in unum alrededor del Obispo de Roma es un evento de gracia, en el cual la colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral»: así el Papa Francisco ha descrito la experiencia sinodal, indicando las tareas en la doble escucha de los signos de Dios y de la historia de los hombres y en la consiguiente y única fidelidad que sigue.
4. A la luz del mismo discurso hemos recogido los resultados de nuestras reflexiones y de nuestras conversaciones en las siguientes tres partes: la escucha, para mirar la realidad de la familia hoy, en la complejidad de sus luces y de sus sombras; la mirada fija en Cristo para repensar con renovada frescura y entusiasmo cuanto la revelación, transmitida en la fe de la Iglesia, nos dice sobre la belleza y sobre la dignidad de la familia; el encuentro con el Señor Jesús para discernir los caminos con los cuales renovar la Iglesia y la sociedad en su compromiso por la familia.
Primera parte
La escucha: el contexto y los desafíos de la familia
El contexto socio-cultural

5. El cambio antropológico y cultural actual; influye en todos los aspectos de la vida y necesita un enfoque analítico y diversificado, capaz de tomar las formas positivas de la libertad individual. Es señalado también el creciente peligro representado por un individualismo exasperado que desnaturaliza las relaciones familiares y termina por considerar a cada componente de la familia como una isla, haciendo prevalecer, en ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye según sus propios deseos tomados como un absoluto.
6. La prueba más grande para las familias de nuestro tiempo a menudo es la soledad, que destruye y provoca una sensación general de impotencia con relación a la realidad socio-económica que muchas veces termina por aplastarlos. Esto se debe a la creciente precariedad laboral que es vivida tantas veces como una verdadera pesadilla, o por motivo de los impuestos demasiado pesados que, por cierto, no anima a los jóvenes al matrimonio.
7. Existen contextos culturales y religiosos que ponen desafíos particulares. En las sociedades africanas rige todavía la práctica de la poligamia y en algunos contextos tradicionales el hábito del "matrimonio por etapas". En otros contextos persiste la práctica de los matrimonios combinados. En los países en los cuales la religión católica es minoría son numerosos los matrimonios mixtos con todas las dificultades que conlleva en orden a la configuración jurídica, la educación de los hijos y el recíproco respeto del punto de vista de la libertad religiosa, pero también con las grandes potencialidades del encuentro en la diversidad de la fe que estas historias de vida familiar presentan. En muchos contextos, y no sólo occidentales, se va difundiendo ampliamente la praxis de la convivencia antes del matrimonio o también de la convivencia no orientada a asumir la forma de un vínculo institucional.
8. Son muchos los niños que nacen fuera del matrimonio, especialmente en algunos países, y muchos aquellos que después crecen con uno solo de los padres o en un contexto familiar extendido o reconstituido. El número de los divorciados es creciente y no es raro el caso de opciones determinadas únicamente por factores de orden económico. La condición de la mujer todavía tiene necesidad de ser defendida y promovida ya que se registran no pocas situaciones de violencia al interno de las familias. Los niños frecuentemente son objeto de disputas entre padres y los hijos son las verdaderas víctimas de las laceraciones familiares. También las sociedades afectadas por la violencia a causa de la guerra, del terrorismo o de la presencia de la criminalidad organizada, observan situaciones familiares deterioradas. Las migraciones además representan otro signo de los tiempos para afrontar y comprender, con toda la carga de consecuencias sobre la vida familiar.
La importancia de la vida afectiva

9. Frente al cuadro social delineado se encuentra en los individuos una mayor necesidad de tener cuidado de su propia persona, de conocerse interiormente, de vivir mejor en sintonía con sus propias emociones y propios sentimientos, de buscar una cualidad relacional en la vida afectiva. Del mismo modo, se puede encontrar un deseo generalizado de la familia que acompaña la búsqueda de sí mismo. Pero, ¿cómo cultivar y sostener esta tensión del cuidado de sí mismo y este deseo de familia? Aquí también existe un gran desafío para la Iglesia. El peligro individualista y el riesgo de vivir en clave egoísta son relevantes.
10. El mundo actual parece valorizar una afectividad sin límites de la cual se quieren explorar todos sus componentes, también aquellos más complejos. De hecho, la cuestión de la fragilidad afectiva es de gran actualidad: una afectividad narcisista, inestable y mutable que no ayuda siempre a los sujetos a alcanzar una mayor madurez. En este contexto, las parejas son a veces inciertas, dudosas y luchan por encontrar los modos para crecer. Muchos son aquellos que tienden a permanecer en las etapas primarias de la vida emocional y sexual. La crisis de la pareja desestabiliza la familia y puede llegar a través de las separaciones y los divorcios a producir serias consecuencias para los adultos, los hijos y la sociedad, debilitando al individuo y los lazos sociales. También la disminución demográfica no sólo determina una situación en la cual la sucesión de las generaciones no está asegurada, sino que corre el riesgo, con el pasar del tiempo, de llegar a un empobrecimiento económico y una pérdida de esperanza en el futuro.
Los desafíos pastorales

11. En este contexto la Iglesia advierte la necesidad de dar una palabra de esperanza y de sentido. Es necesario partir de la convicción de que el hombre viene de Dios y que, por lo tanto, una reflexión capaz de proponer las grandes cuestiones sobre el significado del ser hombres, puede encontrar un terreno fértil en las expectativas más profundas de la humanidad. Los grandes valores del matrimonio y de la familia cristiana corresponden a la búsqueda que atraviesa la existencia humana también en un tiempo marcado por el individualismo y el hedonismo. Es necesario aceptar a las personas con su existencia concreta, saber sostener la búsqueda, alentar el deseo de Dios y la voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia, incluso de quien ha experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más desesperadas. Esto exige que la doctrina de la fe, que siempre se debe hacer conocer en sus contenidos fundamentales, vaya propuesta junto a la misericordia.
II Parte
La mirada en Cristo: el Evangelio de la familia
La mirada en Jesús y la gradualidad en la historia de la salvación
12. Con el fin de «verificar nuestro paso en el terreno de los desafíos contemporáneos, la condición decisiva es mantener fija la mirada en Jesucristo, detenerse en la contemplación y en la adoración de su rostro [...] De hecho, cada vez que regresamos a la fuente de la experiencia cristiana se abren nuevos caminos y posibilidades impensables» (Papa Francisco, Discurso del 4 octubre 2014). Jesús ha mirado a las mujeres y a los hombres que ha encontrado con amor y ternura, acompañando sus pasos con paciencia y misericordia, al anunciarles las exigencias del Reino de Dios.
13. Desde el momento en que el orden de la creación es determinado por la orientación a Cristo, es necesario distinguir sin separar los diversos grados mediante los cuales Dios comunica a la humanidad la gracia de la alianza. En razón de la ley de la gradualidad (cf. Familiaris Consortio, 34), propia de la pedagogía divina, se trata de leer en términos de continuidad y novedad la alianza nupcial, en el orden de la creación y en el de la redención.
14. Jesús mismo, refiriéndose al plan original sobre la pareja humana, reafirma la unión indisoluble entre el hombre y la mujer, mientras comprende que «por la dureza de sus corazones Moisés les ha permitido repudiar a sus esposas, pero desde el principio no fue así» (Mt 19,8). De tal modo, Él muestra cómo la condescendencia divina acompaña siempre el camino humano, orientándolo hacia su principio, no sin antes pasar a través de la cruz.
La familia en el plan salvífico de Dios

15. Porque, con el compromiso de la recíproca aceptación y con la gracia de Cristo los novios se prometen fidelidad y apertura a la vida, ellos reconocen como elementos constitutivos del matrimonio, los dones que Dios les ofrece a ellos, tomando en serio su mutuo empeño, en su nombre y frente a la Iglesia. Ahora, en la fe es posible asumir los bienes del matrimonio como compromiso mejor sostenido mediante la ayuda de la gracia del sacramento. Dios consagra el amor de los esposos y les confirma la indisolubilidad, ofreciéndoles la ayuda para vivir la fidelidad y abrirse a la vida. Por lo tanto, la mirada en la Iglesia no se dirige solamente a la pareja, sino a la familia.
16. Podemos distinguir tres etapas fundamentales en el plan divino sobre la familia: la familia de los orígenes, cuando Dios creador instituyó el matrimonio primordial entre Adán y Eva, como fundamento sólido de la familia: hombre y mujer los creó (cf. Gn 1,24-31; 2,4b); la familia histórica, herida por el pecado (cf. Gn 3) y la familia redimida por Cristo (cf. Ef 5,21-32), a imagen de la Santísima Trinidad, misterio del cual brota todo amor verdadero. La alianza nupcial, inaugurada con la creación y revelada en la historia entre Dios e Israel, llega a su plenitud con Cristo en la Iglesia.
El discernimiento de los valores presentes en las familias heridas y en las situaciones irregulares

17. En consideración del principio de gradualidad en el plan salvífico divino, nos preguntamos ¿Qué posibilidades tienen los cónyuges que viven el fracaso de su matrimonio? o ¿Cómo es posible ofrecerles a ellos la ayuda de Cristo por medio del ministerio de la Iglesia? A este propósito, una significativa clave hermenéutica proviene de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual, mientras afirma que «la única Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica», también reconoce que «fuera de su organismo se encuentran diversos elementos de santificación y de verdad, que, perteneciendo propiamente por don de Dios a la Iglesia de Cristo, impulsan hacia la unidad católica» (Lumen Gentium, 8).
18. Bajo esta luz, son sobre todo reafirmados los valores y la consistencia propia del matrimonio natural. Algunos se preguntan si es posible que la plenitud sacramental del matrimonio no excluya la posibilidad de reconocer elementos positivos también en las formas imperfectas que se encuentran fuera de tal realidad nupcial, a ella de todos modos ordenada. La doctrina de los grados de comunión, formulada por el Concilio Vaticano II, confirma la visión de un modo articulado de participar en el Mysterium Ecclesiae por parte de los bautizados.
19. En la misma perspectiva, que podríamos llamar inclusiva, el Concilio también abre el horizonte en el cual se aprecian los elementos positivos presentes en las otras religiones (cf. Nostra Aetate, 2) y culturas, no obstante sus límites y sus insuficiencias (cf. Redemptoris Missio, 55). De la mirada dirigida a la sabiduría humana presente en ella, de hecho, la Iglesia comprende como la familia viene considerada universalmente una forma necesaria y fecunda de convivencia humana. En este sentido, el orden de la creación, en el cual planta sus raíces la visión cristiana de la familia, se despliega a nivel histórico, en las diversas expresiones culturales y geográficas.
20. Se hace por lo tanto necesario un discernimiento espiritual, acerca de las convivencias y de los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar, compete a la Iglesia reconocer estas semillas del Verbo dispersas más allá de sus confines visibles y sacramentales. Siguiendo la amplia mirada de Cristo, cuya luz ilumina a todo hombre (cf. Gv 1,9; cf. Gaudium et Spes, 22), la Iglesia se dirige con respeto a aquellos que participan en su vida de modo incompleto e imperfecto, apreciando más los valores positivos que custodian, en vez de los límites y las faltas.
Verdad y belleza de la familia y misericòrdia

21. El Evangelio de la familia, mientras resplandece gracias al testimonio de tantas familias que viven con coherencia la fidelidad al sacramento, con sus frutos maduros de auténtica santidad cotidiana, nutre además estas semillas que todavía esperan madurar, y debe sanar aquellos árboles que se han marchitado y piden no ser descuidados.
22. En este sentido, una nueva dimensión de la pastoral familiar actual, consiste en captar la realidad de los matrimonios civiles y, hechas las debidas diferencias, también de las convivencias. De hecho, cuando la unión alcanza una notable estabilidad a través de un vínculo público, está marcada por un afecto profundo, por una responsabilidad en relación a los hijos, con la capacidad de resistir a las pruebas, pueden ser vistos como un germen para acompañar el desarrollo hacia el sacramento del matrimonio. Muchas veces, en cambio, la convivencia se establece no en vista de un posible futuro matrimonio, sino sin alguna intención de establecer una relación institucional.
23. De acuerdo a la mirada misericordiosa de Jesús, la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y perdido, dándoles confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto o una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a aquellos que han perdido la dirección o se encuentran en medio de la tempestad.

III Parte
El encuentro: perspectivas pastorales
Anunciar el Evangelio de la familia hoy, en diversos contextos
24. El diálogo sinodal ha permitido acordar algunas instancias pastorales más urgentes para confiarlas a su concretización en las Iglesias locales particulares, en comunión cum Petro et sub Petro.
25. El anuncio del Evangelio de la familia constituye una urgencia para la nueva evangelización. La Iglesia debe realizarlo con ternura de madre y claridad de maestra (cf. Ef 4,15), en fidelidad a la kenosis misericordiosa de Cristo. La verdad se encarna en la fragilidad humana no para condenarla, sino para sanarla.
26. Evangelizar es responsabilidad compartida de todo el pueblo de Dios, cada uno según su propio ministerio y carisma. Sin el testimonio alegre de los esposos y de las familias, el anuncio, aunque sea correcto, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras que caracteriza nuestra sociedad (cf. Novo Millennio Ineunte, 50). Los Padres sinodales han subrayado varias veces que las familias católicas están llamadas a ser en sí mismas los sujetos activos de toda la pastoral familiar.
27. Será decisivo resaltar la primacía de la gracia, y la posibilidad que el Espíritu da en el sacramento. Se trata de hacer experimentar que el Evangelio de la familia sea alegría que «llena el corazón y la vida entera», porque en Cristo somos «liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento» (Evangelii Gaudium, 1). A la luz de la parábola del sembrador (cf. Mt 13, 3), nuestra tarea es de cooperar en la siembra: el resto es obra de Dios. Es necesario no olvidar que la Iglesia que predica sobre la familia es signo de contradicción.
28. Para esto se requiere una conversión misionera: es necesario no detenerse en un anuncio meramente teórico y desconectado de los problemas reales de las personas. Nunca hay que olvidar que la crisis de la fe ha comportado una crisis del matrimonio y de la familia, y como consecuencia, se ha interrumpido frecuentemente la transmisión de la fe de los padres a los hijos. Frente a una fe fuerte, la imposición de algunas perspectivas culturales que debilitan a la familia y al matrimonio no tienen ninguna incidencia.
29. La conversión debe ser sobretodo aquella del lenguaje para que resulte efectivamente significativa. El anuncio debe hacer experimentar que el Evangelio de la familia como respuesta a las expectativas más profundas de la persona humana: a su dignidad y a la realización plena en la reciprocidad y en la comunión. No se trata solamente de presentar una normativa sino de proponer valores, respondiendo a la necesidad de estos, que se constata hoy también en los países más secularizados.
30. La indispensable profundización bíblica-teológica va acompañada del diálogo, en todos los niveles. Muchos han insistido sobre un acercamiento más positivo con las riquezas contenidas también en las diversas experiencias religiosas, sin callar las dificultades. En las diversas realidades culturales son acogidas en primer lugar las posibilidades y a su luz rechazados los límites y las radicalizaciones.
31. El matrimonio cristiano no puede ser considerado sólo como una tradición cultural o una exigencia social, sino que debe ser una decisión vocacional asumida con una adecuada preparación en un itinerario de fe, con un discernimiento maduro. No se trata de poner dificultades y complicar los ciclos de formación, sino de ir en profundidad y de no contentarse con encuentros teóricos o con orientaciones generales.
32. Ha sido concordante el reclamo de la necesidad de una conversión de toda la praxis pastoral en perspectiva familiar, superando las ópticas individualistas que todavía la caracterizan. Por esto, se ha insistido muchas veces en la renovación -bajo esta luz- de la formación de los presbíteros y de los otros agentes pastorales, a través de una implicación mayor de las mismas familias.
33. A la vez, se ha subrayado la necesidad de una evangelización que denuncie con sinceridad los factores culturales, sociales y económicos; por ejemplo, el espacio excesivo dado a la lógica del mercado, que impiden una auténtica vida familiar, determinando discriminaciones, pobreza, exclusiones, violencia. Por eso, es necesario desarrollar un diálogo y una cooperación con las estructuras sociales, animar y sostener a los laicos que se comprometen en el ámbito cultural y socio-político.
Guiar a los novios en el camino de preparación al matrimonio

34. La compleja realidad social y los desafíos que la familia está llamada hoy a enfrentar requieren un mayor compromiso de toda la comunidad cristiana para la preparación de los novios al matrimonio. Con respecto a esta necesidad, los Padres sinodales han acordado el subrayar la exigencia de una mayor simplificación de la entera comunidad privilegiando el testimonio de las mismas familias, así como un arraigamiento de la preparación al matrimonio en el camino de iniciación cristiana, subrayando la relación del matrimonio con los otros sacramentos. También se puso de relieve la necesidad de programas específicos para la preparación próxima al matrimonio, para que sean una verdadera experiencia de participación en la vida eclesial y se profundicen los diversos aspectos de la vida familiar.
Acompañar los primeros años de la vida matrimonial

35. Los primeros años de matrimonio son un período vital y delicado, durante el cual las parejas crecen en la conciencia de los desafíos y del significado del matrimonio. De aquí la exigencia de un acompañamiento pastoral que vaya más allá de la celebración del sacramento. Es de gran importancia en esta pastoral la presencia de parejas con experiencia. La parroquia es considerada como el lugar ideal donde parejas expertas pueden ponerse a disposición de aquellas más jóvenes. Es necesario animar a las parejas con una actitud fundamentalmente de recepción al gran don de los hijos. Se subraya la importancia de la espiritualidad familiar y de la oración, alentando a las parejas a reunirse regularmente para promover el crecimiento de la vida espiritual y la solidaridad en las exigencias concretas de la vida. Liturgias significativas, prácticas devocionales y Eucarísticas celebradas en familia, han sido mencionadas como vitales para favorecer la evangelización a través de la familia.
Lo positivo en las uniones civiles y en las convivencias

36. Una sensibilidad nueva de la pastoral actual, consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles y, reconociendo las debidas diferencias entre las convivencias. Es necesario que en la propuesta eclesial, aún presentando con claridad el ideal, indiquemos también elementos constructivos en aquellas situaciones que no corresponden todavía o aún no a tal ideal.
37. Ha estado también puesto en relieve que en muchos países hay un «número creciente de parejas que conviven ad experimentum, sin matrimonio ni canónico ni civil y sin ningún registro» (Instrumentum Laboris, 81). En África esto se lleva a cabo especialmente en el matrimonio tradicional, acordado entre familias y a menudo celebrado en diversas etapas. De frente a tales situaciones, la Iglesia está llamada a ser «siempre la casa abierta del Padre [...]es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Evangelii Gaudium, 47) y a ir al encuentro de quien siente la necesidad de reemprender su camino de fe, aunque no sea posible celebrar el matrimonio canónico.
38. También en Occidente está en continuo crecimiento el número de aquellos que, después de haber vivido juntos desde hace mucho tiempo, solicitan la celebración del matrimonio en la Iglesia. La simple convivencia es a menudo elegida a causa de la mentalidad general, contraria a las instituciones y a los compromisos definitivos, pero también por la expectativa de una seguridad existencial (trabajo y salario fijo). En otros países, las uniones "de hecho" son muy numerosas, no por motivo del rechazo de los valores cristianos sobre la familia y el matrimonio; sino sobre todo por el hecho de que casarse es un lujo, de modo que la miseria material empuja a vivir en uniones "de hecho". También en tales uniones es posible acoger los valores familiares auténticos o al menos el deseo de ellos. Es necesario que el acompañamiento pastoral parta siempre de estos aspectos positivos.
39. Todas estas situaciones deben ser abordadas de manera constructiva, buscando transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza. Con esta finalidad, es importante el testimonio atractivo de auténticas familias cristianas, como sujetos de evangelización de la familia.
Sanar las familias heridas (separados, divorciados no vueltos a casar, divorciados vueltos a casar)

40. En el Sínodo ha resonado la clara necesidad de opciones pastorales valientes. Reconfirmando con fuerza la fidelidad al Evangelio de la familia, los Padres sinodales, han advertido la urgencia de nuevos caminos pastorales, que partan de la efectiva realidad de las fragilidades familiares, reconociendo que estas, la mayoría de las veces, han sido "sufridas" más que elegidas en plena libertad. Se trata de situaciones diversas por factores ya sean personales o culturales y socio-económicos. No es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del "todo o nada". El diálogo y el debate vividos en el Sínodo deberán continuar en las Iglesias locales, involucrando los diversos componentes, en manera de que las perspectivas que se han delineado puedan encontrar la plena madurez en el trabajo de la próxima Asamblea General Ordinaria. La guía del Espíritu, constantemente invocado, permitirá a todo el pueblo de Dios vivir la fidelidad al Evangelio de la familia como un misericordioso hacerse cargo de todas las situaciones de fragilidad.
41. Cada familia herida debe ser primero escuchada con respeto y amor haciéndose de ellas compañeros de camino como Cristo con los discípulos de Emmaus. Valen en manera particular para estas situaciones las palabras del Papa Francisco: «La Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos -sacerdotes, religiosos y laicos- en este "arte del acompañamiento", para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión, pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana» (Evangelii Gaudium, 169).
42. Un tal discernimiento es indispensable para los separados y divorciados. Debe ser respetado sobretodo el sufrimiento de aquellos que han sufrido injustamente la separación y el divorcio. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. Del mismo modo, va siempre subrayado que es indispensable hacerse cargo de manera leal y constructiva de las consecuencias de la separación o del divorcio, en los hijos: ellos no pueden convertirse en un "objeto" de contienda y se deben buscar las formas mejores para que puedan superar el trauma de la división familiar y crecer en el modo más posible sereno.
43. Diversos Padres han subrayado la necesidad de hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de casos de nulidad. Entre las propuestas han sido indicadas la superación de la necesidad de la doble sentencia conforme; la posibilidad de determinar una vía administrativa bajo la responsabilidad del obispo diocesano; un proceso sumario para realizar en los casos de nulidad notoria. Según propuestas autorizadas, se debe considerar la posibilidad de dar relevancia a la fe de los novios en orden a la validez del sacramento del matrimonio. Hay que destacar que en todos los casos se trata de establecer la verdad sobre la validez del vínculo.
44. Sobre la agilización del procedimiento de las causas matrimoniales, solicitado por muchos, además de la preparación de suficientes operadores, clérigos y laicos con dedicación prioritaria, se pide el aumento de la responsabilidad del obispo diocesano, el cual en su diócesis podría encargar a un sacerdote debidamente preparado que pueda gratuitamente aconsejar a las partes sobre la validez del matrimonio.
45. Las personas divorciadas pero no vueltas a casar son invitadas a encontrar en la Eucaristía el alimento que los sostenga en su estado. La comunidad local y los pastores deben acompañar a estas personas con preocupación, sobre todo cuando hay hijos o es grave su situación de pobreza.
46. También las situaciones de los divorciados y vueltos a casar requieren un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentir discriminados. Hacerse cargo de ellos no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de la fe y del testimonio de la indisolubilidad matrimonial, sino que expresa su caridad con este cuidado.
47. Con respecto a la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento teológico, otros se han expresado por una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos. Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial -bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes.
48. Sugerir de limitarse a la sola "comunión espiritual" para no pocos Padres sinodales plantea algunas preguntas: ¿si es posible la comunión espiritual, por qué no es posible acceder a la sacramental? Por eso ha sido solicitada una mayor profundización teológica a partir de los vínculos entre el sacramento del matrimonio y Eucaristía en relación a la Iglesia-sacramento. Del mismo modo, debe ser profundizada la dimensión moral de la problemática, escuchando e iluminando la consciencia de los cónyuges.
49. Los problemas en relación a los matrimonios mixtos han estado presentes a menudo en las intervenciones de los Padres sinodales. La diversidad de la disciplina matrimonial de las Iglesias ortodoxas plantea en algunos contextos graves problemas a los que se deben dar respuestas adecuadas en comunión con el Papa. Lo mismo vale para los matrimonios interreligiosos.
Acoger a las personas homosexuales

50. Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?
51. La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer. Tampoco es aceptable que se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la introducción de normas inspiradas a la ideología gender.
52. Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños.
La trasmisión de la vida y el desafío de la disminución de la natalidad

53. No es difícil constatar la difusión de una mentalidad que reduce la disminución de la generación de la vida a una variable del proyecto individual o de pareja. Los factores de orden económico ejercitan un peso a veces determinante contribuyendo a la fuerte caída de la natalidad que debilita el tejido social, compromete la relación entre las generaciones y hace que sea más incierta la mirada sobre el futuro. La apertura a la vida es exigencia intrínseca del amor conyugal.
54. Probablemente también en este ámbito es necesario un lenguaje realista, que sepa comenzar por la escucha de las personas y que sepa dar razones de la belleza y de la verdad de una apertura incondicionada a la vida, como aquello de lo que el amor humano necesita para ser vivido en plenitud. Y sobre esta base se puede apoyar una enseñanza adecuada acerca de los métodos naturales, que permita vivir de manera armónica y consciente la comunicación entre los esposos, en todas sus dimensiones, junto a la responsabilidad generativa. En esta luz, se redescubre el mensaje de la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, que subraya la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la evaluación moral de los métodos de regulación de la natalidad.
55. Por lo tanto, se debe ayudar a vivir la afectividad, también en el vínculo conyugal, como un camino de madurez, en la siempre más profunda aceptación del otro y en una donación siempre más plena. En este sentido, cabe destacar la necesidad de ofrecer caminos formativos que alimenten la vida conyugal y la importancia de un laicado que ofrezca un acompañamiento hecho de testimonio vivo. Indudablemente es de gran ayuda el ejemplo de un amor fiel y profundo hecho de ternura, respeto, capaz de crecer en el tiempo y que en su concreta apertura a la generación de la vida, hace la experiencia de un misterio que trasciende.
El desafío de la educación y el rol de la familia en la evangelización

56. El desafío fundamental que encuentran las familias hoy es seguramente aquel educativo, que se convierte en más difícil y complejo por la realidad cultura de hoy. Se requiere tener en cuenta las exigencias y las expectativas de las familias capaces de testimoniar en la vida cotidiana, lugares de crecimiento, de transmisión concreta y esencial de las virtudes que dan forma a la existencia.
57. La Iglesia puede desarrollar un papel importante de apoyo a las familias, comenzando por la iniciación cristiana, a través de comunidades acogedoras. A esta pide, hoy más que ayer, en las situaciones complejas como en las ordinarias, de sostener a los padres en su compromiso educativo, acompañando a los niños, adolescentes y jóvenes en su crecimiento a través de caminos personalizados capaces de introducir al sentido pleno de la vida y de suscitar elecciones y responsabilidad, vividas a la luz del Evangelio.
Conclusión
58. Las reflexiones propuestas, fruto del diálogo sinodal llevado a cabo en gran libertad y en un estilo de escucha recíproca, buscan plantear cuestiones e indicar perspectivas que deberán ser maduradas y precisadas por las reflexiones de las Iglesias locales en el año que nos separa de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los obispos prevista para octubre de 2015. No se trata de decisiones tomadas, ni de perspectivas fáciles. Sin embargo, el camino colegial de los obispos y la implicación de todo el pueblo de Dios bajo la acción del Espíritu Santo, podrán guiarnos para encontrar vías de verdad y de misericordia para todos. Es la esperanza que desde al comienzo de nuestros trabajos el Papa Francisco nos ha dirigido invitándonos a la valentía de la fe y a la acogida humilde y honesta de la verdad en la caridad.






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La Asamblea propone agilizar los procedimientos de nulidades matrimoniales
El Sínodo reclama "nuevos caminos pastorales" para la comunión de los divorciados vueltos a casar
El cardenal Ërdo presenta la "Relatio post disceptationem" en el ecuador de la Asamblea
Redacción, 13 de octubre de 2014 a las 10:56
"Los homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana", subraya el documento resumen .


El Sínodo de Obispos reconoce la "urgencia de nuevos caminos pastorales" para las "familias heridas" (separados, divorciados vueltos a casar), que no estén basadas en "soluciones únicas" o inspiradas en la lógica del "todo o nada". Entre ellas, la de la posibilidad del acceso a la comunión de los que se casan por lo civil tras el fracaso de su primer matrimonio. Este ha sido uno de los temas abordados con mayor profusión en la "Relatio post disceptationem", que esta mañana ha presentado el cardenal Peter Ërdo.
Por otro lado, el documento expuesto por el cardenal Erdö da cuenta de que se debe considerar "la posibilidad de dar relevancia a la fe de los novios en orden a la validez del sacramento del matrimonio". Sobre todo se ha destacado que "en todos los casos se trata de establecer la verdad sobre la validez del vínculo".
Además, el documento afirma que la comunidad local y los pastores "deben acompañar" a las personas divorciadas pero no vueltas a casar "con preocupación", sobre todo cuando hay hijos o es grave su situación de pobreza. Sobre las situaciones de los divorciados vueltos a casar se ha puesto sobre la mesa la necesidad de "un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentir discriminados".
El documento expresa que hacerse cargo de estas personas "no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de la fey del testimonio de la indisolubilidad matrimonial, sino que expresa su caridad con este cuidado".
Con respecto a la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su "fundamento teológico", otros han optado por una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos.
En este sentido, el documento expuesto por el cardenal Erdö informa de que para algunos padres sinodales el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de "un camino penitencial -bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos".
Esto se trataría de una posibilidad "no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes".
El documento plantea la clara necesidad de opciones pastorales valientes para sanar a las familias heridas, entre ellas los separados, los divorciados no vueltos a casar o vueltos a casar. En este sentido, los Padres sinodales, han advertido de "la urgencia de nuevos caminos pastorales", que partan de la realidad efectiva de "las fragilidades familiares", reconociendo que estas situaciones no se eligen la mayor parte de las veces, sino que solo se sufren. Se ha puesto de manifiesto que no es sabio pensar en "soluciones únicas" o inspiradas en la lógica del "todo o nada".Además, se ha resaltado la necesidad de que el diálogo y el debate vividos en el Sínodo continúen en las Iglesias locales al tiempo que se ha subrayado que las familias católicas están llamadas a ser en sí mismas los "sujetos activos de toda la pastoral familiar".Sobre las familias heridas se ha planteado que primero debe ser escuchada "con respeto y amor" haciendo a sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia sus compañeros de camino. Han subrayado que es "indispensable hacerse cargo de manera leal y constructiva de las consecuencias de la separación o del divorcio" así como pensar en los hijos que no pueden convertirse en un "objeto de contienda y que se deben buscar las "formas mejores" para que puedan superar el trauma de la división familiar y crecer en el modo más posible sereno.
De este modo, se ha propuesto la agilización del procedimiento de las causas matrimoniales, a través del aumento de la "responsabilidad del obispo diocesano", el cual en su diócesis podría encargar a un sacerdote debidamente preparado que pueda gratuitamente aconsejar a las partes sobre la validez del matrimonio.
Igualmente, se ha aludido a la posibilidad de superar "la necesidad de la doble sentencia conforme" o "determinar una vía administrativa bajo la responsabilidad del obispo diocesano", así como abrir "un proceso sumario para realizar en los casos de nulidad notoria".
El informe presentado por el cardenal Erdö es un resumen de 58 puntos, dividido en tres partes, precedido por una Introducción y con una conclusión final. La primera parte versa sobre la necesidad de escuchar el contexto y los desafíos a la familia; La segunda aborda la mirada a Cristo y al Evangelio de la familia; La tercera es una línea guía que se basa en la confrontación con las perspectivas pastorales.
A su vez, los participantes en el Sínodo de los obispos coincidieron hoy en que la Iglesia Católica tiene que tener en cuenta también los valores positivos de las parejas unidas por lo civil o en convivencia. En el documento se destacan la apertura a valorar los aspectos positivos que existen también en las parejas que no se han casado por la Iglesia y el acogimiento a todas las personas en situaciones "difíciles" como el divorcio.
"Una sensibilidad nueva de la pastoral actual consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles y, reconociendo las debidas diferencias entre las convivencias. Es necesario que (...) indiquemos también elementos constructivos en aquellas situaciones", se lee en la relación.
Durante el debate los obispos han destacado el aumento de los casos de parejas que no se casan por la Iglesia, pero también el número creciente de aquellos que, después de haber vivido juntos desde hace mucho tiempo, solicitan la celebración del matrimonio en la Iglesia.

Para los obispos, la convivencia "es a menudo elegida a causa de la mentalidad general, contraria a las instituciones y a los compromisos definitivos", pero también por la falta seguridad económica, ya que además en muchos países las parejas consideran que "casarse es un lujo, de modo que les empuja a vivir en uniones".
Los obispos animan a las diócesis a acoger "los valores familiares auténticos o al menos el deseo de ellos" que existen en estas uniones.
No obstante, los obispos instan a abordar estas situaciones "de manera constructiva" y a intentar "transformarlas" hacia "un matrimonio y una familia a la luz del Evangelio" con la ayuda del "testimonio atractivo de auténticas familias cristianas".
Las nueve páginas de la "Relatio post disceptationem" servirán ahora al Sínodo de base para los trabajos de los llamados "círculos menores", grupos divididos por idiomas para preparar el documento final que será entregado al papa Francisco a finales de semana.
Los participantes en el Sínodo de los obispos consideran que los homosexuales "tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana", pero se interrogan sobre cómo encontrar una camino realista de acogida.
En el capítulo dedicado a este asunto, los obispos se preguntan: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?, ¿nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?.
Ante estos interrogantes, los obispos no sacan conclusiones y se limitan a afirmar que la cuestión de la homosexualidad "requiere una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual".

Para los participantes en este Sínodo sobre la familia, este tema "se presenta como un importante desafío educativo".
Los obispos afirman que han tomado en consideración durante los últimos días que "hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas".
Y aseguran que "la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños".
No obstante, en este apartado los miembros de la Iglesia católica reiteran que para ellos "las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer".
Y concluyen que sobre este tema "no es aceptable que se quieran ejercer presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos internacionales condicionen".
Las nueve páginas de la "Relatio post disceptationem" servirán ahora al Sínodo de base para los trabajos de los llamados "círculos menores", grupos divididos por idiomas para preparar el documento final que será entregado al papa Francisco a finales de semana.









El sínodo extraordinario de obispos sobre la familia
BUENOS AIRES (ARGENTINA).
ECLESALIA, 13/10/14.- Quizás no haya peor consejero que el miedo. Cuando tenemos miedo nos cerramos, nos rigidizamos y en general actuamos de manera equivocada. Atrás de muchos actos de violencia está escondido el miedo. Definitivamente lo está en toda discriminación, y en todos los integrismos. Lo nuevo, lo diferente asusta cuando no tenemos la capacidad de abrir nuestra cabeza y sobre todo nuestro corazón a lo que se presenta. Una de las cosas que más repite Jesús en el Evangelio es justamente: “No teman”. El Espíritu en Pentecostés derrumba las paredes del miedo y lanza a los discípulos a proclamar el Evangelio a todos, sacándolos del aislamiento en el que se habían escondido después de la muerte de Jesús. Seguramente tenían mucho miedo, ¡y no era para menos! Pero se dejaron transformar, y, gracias a eso, el mensaje llegó hasta los “confines de la tierra”.
Hoy la Iglesia está viviendo un “Sínodo Extraordinario de Obispos sobre la Familia”. Francisco en su discurso inaugural les pidió a los participantes que hablaran con libertad, sin temor a decir lo que piensan. Este es un primer paso para poder hacer los cambios que está reclamando el pueblo fiel. Otro paso muy importante es “leer los signos de los tiempos”. No se trata de mantener normas y doctrinas que ya casi nadie practica, si no de escuchar y mirar cómo se viven hoy las relaciones familiares, sobre todo los jóvenes. Cuando una institución insiste en poner reglas que nadie cumple pierde autoridad y vigencia. Me temo que es lo que está pasando con la Iglesia Católica. Hay cosas que están tan alejadas de la realidad que muchas veces me pregunto a quién le están hablando los obispos. Sin ir más lejos pensemos en la encíclica “Humanae Vitae”…
¿Está en crisis la familia o lo que entendemos por familia? ¿No será que en el término “familia” entran hoy otras situaciones que no implican únicamente madre-padre-hijos? Sea como fuere, la Iglesia, si quiere seguir siendo “madre y maestra” tendrá que buscar la manera de llegar con su mensaje y de acoger a todos. El objetivo debería de ser ayudar a las personas a vivir relaciones cada vez más humanas. No se trata de adaptarse y aceptar cualquier cosa, sino de volver a mirar cada norma y cada doctrina y ver si todavía tienen sentido. Revisar el porqué de cada cosa a la luz de los descubrimientos exegéticos, culturales, sociales, científicos, psicológicos, antropológicos, etc… No podemos mantener normas que se dictaron hace cientos de años cuando la cosmovisión era totalmente otra. La moral sexual católica adolece en muchos casos de una antropología inadecuada. Por eso tenemos que preguntarnos acerca de la validez de lo que hoy decimos que es moral o inmoral en nuestra vida social, sexual y familiar.
Como dijo el Cardenal Kasper: “El Evangelio no es un museo, no es un código penal, no es un código de doctrinas y mandamientos. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Algunos cardenales temen que haya un efecto dominó y que, si se cambia un punto, todo colapse”. Creo que lo que hay que cambiar es mucho más que un punto y me parece que el peligro es al revés, si no se animan a cambiar, no habrá seguramente un colapso, pero poco a poco la Iglesia irá perdiendo cada vez más vigencia y entonces el mensaje ya no llegará a “los confines de la tierra”. Francisco nos convocó para que como comunidad reflexionemos. Ahora los obispos tienen la oportunidad de hacer los cambios necesarios. ¡Que el amor y la compasión, y no el miedo, sean la fuerza que los anime a hacerlos! (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).












Una mayoría de participantes aboga por un "cambio de paradigma" en la moral sexual
El arzobispo de Glasgow pide a los padres sinodales que "no fallen" a los divorciados
Los obispos latinoamericanos abogan por la plena igualdad entre hombres y mujeres en la familia
Redacción, 08 de octubre de 2014 a las 17:42
Tanto se habla críticamente de lo negativo de la sexualidad fuera del matrimonio, que la misma sexualidad dentro del matrimonio parece haberse convertido en una imperfección permitida

El arzobispo de Glasgow, Philip Tartaglia, pidió hoy a los obispos reunidos en el Sínodo sobre la familia, que se celebra en el Vaticano, que no "fallen" a quienes fracasan en su matrimonio y se quieren acercar a la Iglesia católica.
El arzobispo escocés fue el encargado hoy de pronunciar la homilía durante el rezo de apertura de la reunión de la mañana y entró de lleno en el debate más controvertido del Sínodo, que es el del comportamiento de la Iglesia católica con los divorciados.
"La Iglesia tiene que encontrar una manera de hablar con las palabras de amor de San Pablo y obrar con compasión y perdonar, pero también sanar, renovar y ayudar a levantarse", explicó Tartaglia según el texto que difundió la oficina de prensa del Vaticano.
Para Tartaglia, la Iglesia tiene que tener "compasión por el dolor y por la laceración de los corazones humanos atrapados en la separación, la traición y el divorcio".
"En momentos de angustia y de desgracia, la gente regresa instintivamente a la Iglesia para recibir esperanza, consuelo e inspiración. No debemos fallarles", indicó.
Y añadió que "en la cruz, Jesús sufrió con paciencia, perdonó a sus verdugos y abrió los brazos para abrazar y dar la bienvenida a todos los pecadores y a todos los que sufrían dolor y angustia".
Para apoyar su reflexión, el arzobispo escocés puso como ejemplo el referéndum celebrado en Escocia para la independencia y de cómo tras el resultado, en el que ganó el permanecer en el Reino Unido, la pregunta era: "¿las comunidades, familias y amigos galeses podrán conciliar sus diferencias?".
El arzobispo explicó que la respuesta es "el amor", que "puede siempre llegar a la realidad, a los aspectos prácticos, y a todas las circunstancias de la vida real, de la familia, de la amistad, del trabajo y de la política".
La reflexión del arzobispo fue publicada por el Vaticano ya que se trató de la homilía durante la oración de la mañana, mientras que las ponencias del resto de obispos no serán divulgadas. Aunque tampoco el arzobispo entró en detalle sobre la posibilidad de que los divorciados que se casan de nuevo puedan volver a recibir los sacramentos, este argumento centra el debate en estos días entre los aperturistas y aquellos que afirman que quienes se han vuelto a casar no pueden regresar plenamente a la Iglesia.
Por su parte, los obispos latinoamericanos que intervinieron hoy en el Sínodo que se está celebrando en el Vaticano trasladaron su preocupación por cómo el machismo y la violencia doméstica afectan a las familias.
El portavoz vaticano para el sínodo, Manuel Dorantes, explicó que durante las intervenciones de ayer y de hoy en el Aula del Sínodo, obispos de Latinoamérica, África y Medio Oriente expresaron la necesidad de que la Iglesia católica defienda la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres. Ello ayudaría a solventar algunos de los problemas de las familias actuales.
Los obispos latinoamericanos coincidieron en que el machismo en Latinoamérica es un problema importante para la Iglesia, pues se suma a la pérdida de valores que terminan en la pérdida de fe.
Un machismo, explicaron los obispos, que está relacionado con la violencia doméstica, otro de los problemas de las familias en Latinoamérica, agregó la fuente.

En el sínodo, también se habló de la poligamia como uno de los problemas con que lidian los obispos católicos en África, pero que es difícil de afrontar ya que no se puede obligar al hombre a abandonar a sus mujeres, que quedarían solas en la sociedad.
Durante las sesiones de debate de ayer y de hoy, sobre las que informó el Vaticano, otro de los temas fue el de la crisis económica como causa de fragmentación de las familias.
Para uno de los llamados padres sinodales, como se denominan a aquellos que presentan sus ponencias, las tres grandes amenazas para la familia son "la pobreza, la emigración y la violencia".
Para este participante, la injusticia social y la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres son causas por las que la familia acaba disgregándose.
La falta de oportunidades empuja a veces a los miembros de una familia a perder sus valores y a caer en la delincuencia y el narcotráfico.
También los obispos latinoamericanos hablaron de cómo la pobreza empuja a muchos a emigrar. A veces se trata de jóvenes y niños que viajan solos y son objeto de violencia. Los problemas de las familias, desde la disgregación por las separaciones hasta abusos psicológicos y sexuales, la Iglesia quiere dar una respuesta adecuada a los tiempos actuales, aseguró el cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis.
Con esas palabras, el arzobispo de Aparecida introdujo esta mañana los trabajos de la tercera jornada de la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos, una cumbre episcopal que analiza los desafíos de las familias en el contexto actual.
"En una Iglesia que el santo padre no dudó en comparar con un hospital de campaña después de la batalla, queremos salir como pastores al encuentro de tantas familias en crisis para dar una respuesta inspirada en el evangelio de la misericordia", afirmó el purpurado, hablando en italiano.
Damasceno Assis es uno de los tres presidentes delegados que, por turnos, encabezan los debates en el encuentro del cual participan 191 padres sinodales, en la Sala Nueva del Sínodo ubicada dentro del complejo Aula Pablo VI del Vaticano.
El purpurado advirtió que no se pueden ignorar las muchas situaciones críticas de la vida familiar, debida sea a factores internos como externos, entre los cuales incluyó la dificultad de relación y de comunicación entre los miembros de la familia, entre los cónyuges, entre los padres y los hijos, entre los hermanos.
Además señaló la fragmentación y disgregación provocadas sea por el divorcio o por la separación de los esposos, sea por otras situaciones críticas, que van desde realidades familiares alargadas con múltiples relaciones invasivas a las uniones de hecho.
"Tantas otras situaciones exigen nuestra atención y caridad pastoral, las diversas formas de violencia y abuso a nivel psicológico, físico y sexual, en detrimento de las mujeres y -sobre todo- de los niños, que interpelan fuertemente no sólo la sociedad sino también la Iglesia misma, las diversas dependencias a la droga, alcohol, juegos de azar, los medios y las redes sociales", ponderó.
Sostuvo que la Iglesia no quiere que se apague la alegría de vivir por la falta de respeto y por la violencia, provocadas por esas presiones externas a la familia como la incidencia de la actividad laboral, el fenómeno migratorio, la pobreza y la lucha por la subsistencia, el consumismo y el individualismo, los anti-testimonios católicos.
Pidió no olvidarse de otras situaciones particulares, entre las cuales se cuentan el peso de las expectativas sociales sobre el individuo, el impacto de las guerras, la disparidad de culto y otras realidades. Uno más instó a que la Iglesia esté cerca de las parejas "en dificultad", por ejemplo los divorciados y vueltos a casar, para las cuales pidió "comprensión, perdón y misericordia".
"El matrimonio es y sigue siendo un sacramento indisoluble, sin embargo, ya que la verdad es Cristo, una persona, y no un conjunto de reglas, es importante mantener los principios, no obstante cambien las formas concretas de su actuación", sostuvo.
"El Sínodo no cuestiona la doctrina, pero reflexiona sobre la pastoral, es decir, sobre el discernimiento espiritual para la aplicación de la misma para enfrentar los retos de la familia contemporánea", indicó el obispo.
Agregó que "en este sentido, la misericordia no elimina los mandamientos".




Sínodo de la familia, 3º día. Ser antorchas que transmiten el fuego de la fe
Siguen las exposiciones de temas diversos. Desde los matrimonios mixtos en África, al fuerte aumento de los hijos nacidos afuera del matrimonio en América Latina
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El tercer día del sínodo de los obispos sobre la familia, asamblea que dura dos semanas y que ha sido convocada por el papa Francisco, se abrió este miércoles con el canto de la 'hora tercera'.
El sínodo tiene diariamente dos sesiones llamadas 'congregaciones', aunque esta mañana el Santo Padre no ha asistido a la quinta congregación, porque realizó la catequesis en la audiencia general de los miércoles en la plaza de San Pedro.
Por la tarde, en cambio, el Santo Padre participó a la sexta congregación, sobre "las situaciones pastorales difíciles", con una introducción del cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis, y el testimonio de los cónyuges Stephen y Sandra Conway, responsables familiares de África.
 La congregación de la mañana inició con la reflexión del arzobispo escocés de Grasgow, Philip Tartaglia, que recordó el referendum que se realizó el mes pasado en su país, en donde las posiciones del sí y del no, dividieron y polarizaron fuertemente al electorado, que en un 85 por ciento fue a votar, eligiendo por poco más de la mitad, quedarse unidos a Gran Bretaña. Después del mismo se planteó si era posible reconstituir la unidad del país. Partiendo desde esta idea, y de la carta en la que san Pablo enseña: “El amor es siempre paciente y amable...” transportó la problemática a los litigios familiares que terminan en separación o divorcio. E indicó la necesidad de que la Iglesia sepa mediar y reconstruir. Y concluyó con un “no podemos fallar en esto”.
Hoy fueron 78 intervenciones, indicó el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, en conferencia de prensa en la cual participaron el rector de la Univesidad Católica de Buenos Aires, Mons. Víctor Fernández, y el obispo africano Ignatius Kaigama. Además del portavoz en español, padre Manuel Dorantes, y el de idioma inglés, padre Thomas Rosica.
El portavoz del Vaticano indicó que hoy África estuvo muy presente, con la intervención de una copia mixta de Costa de Marfil: la mujer cristiana y el marido musulmán. De este modo se entendió la variedad y complejidad de situaciones existentes en África, pues en otros países esto no es posible, de lo contrario la mujer tiene que volverse musulmana. Y de las diversas pastorales que esto significa, con las modulaciones destinadas a los problemas pastorales específicos.
“Se habló -añadió el padre Lombardi- de la luz que la Iglesia lleva al mundo en términos no de faro fijo, sino de antorcha que acompaña al pueblo en camino, paso por paso”. Se recordó también que la crisis de la familia va unida a la crisis de la fe, y que la fe no es adherirse solamente a los contenidos, sino sobre todo una adhesión personal a Cristo.
También se registraron, indicó el director de la Oficina de prensa, que muchas intervenciones subrayaron la confianza en la gracia de Dios, más que nuestras debilidades; así como de la importancia de la oración en la vida familiar. Además hubo intervenciones muy lindas sobre el perdón y reconciliación en familia. Asimismo, intervenciones muy lindas sobre el amor de Jesús, y se recordó a la samaritana, y de ese modo evangélico que convierte el corazón. 
Otro de los temas fue la fidelidad a la doctrina del magisterio de la Iglesia y la misericordia y los problemas concretos de tantas personas. “Esto ha sido modulado en diversas intervenciones”, añadió Lombardi, así “cómo proponer la doctrina hoy”.
En las intervenciones se recordó que el Vaticano II ha conciliado la cuestión entre la verdad con la libertad religiosa, en analogía con lo que el sínodo tiene que hacer en la pastoral familiar.
Ha sido indicado también que la misionaridad de las familias va apoyada y la importancia del anuncio que llevan las familias, los movimientos y la invitación del papa en Río de Janeiro a los jóvenes, delante de una cultura de lo provisional.
Se señaló en las intervenciones, indicó el padre Lombardi, lo positivo de la familia como lugar de acogida, en particular de los ancianos y enfermos.
Por su parte, el portavoz en español, padre Dorantes, recordó que en las alocuciones en esta lengua, se isubrayó el hecho de que muchas parejas llegan al matrimonio sin haber realizado la comunión o confirmación.
En la evaluación del estado de la familia uno de los padres sinodales habló de diversas amenazas existentes, como la brecha que crea la pobreza, produciendo casos de separaciones para sustentar a las familias. La pobreza, la falta de estudio, y de trabajo, que producen las migraciones.
Otro de los grandes retos que fue planteado, comentó el portavoz en español, es la soledad, de los ancianos y niños. También la dificultad de los jóvenes de tomarse un compromiso, o el de las comunidades indígenas en la que existe un período de prueba de tres años antes del matrimonio, después de lo que, con frecuencia, la mujer es devuelta a su hogar. Y precisó que otro de los padres sinodales, indicó que en su país el 70 por ciento de los niños nacen fuera del matrimonio y por lo tanto sufren la falta de una familia, con todos los problemas que esto implica.




Sínodo: la voz de los esposos
Ya han intervenido en las Congregaciones algunos matrimonios de los que participan en el Sí­nodo y han hablado de intimidad sexual, evangelización en pareja y acogida de hijos
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de octubre de 2014 (Zenit.org) - En el Sínodo de los Obispos sobre la familia que se está celebrando en el Vaticano, desde este lunes y hasta el día 19, ya ha habido espacio para escuchar a los matrimonios que han sido invitados para dar su testimonio sobre la vida familiar.
La primera pareja intervino la tarde del lunes. Se trata de Ron y Mavis Pirola, cónyuges australianos, que narraron el recorrido de sus 55 de matrimonio: del primer flechazo, a las llamadas y las notas, hasta las satisfacciones y las fatigas de convertirse en padres.
En particular, los dos esposos centraron la atención sobre la "intimidad sexual", punto de apoyo --indicaron-- de la vida de pareja entendida en sentido cristiano. "Poco a poco nos hemos dado cuenta de que la única característica que distingue nuestra relación sacramental respecto a cualquier otra buena relación centrada en Cristo es la intimidad sexual, y que el matrimonio es un sacramento que encuentra su máxima expresión en una relación sexual", explicaron.
"Nosotros --añadieron-- creemos que hasta cuando las parejas casadas no lleguen a respetar la unión sexual como parte esencial de su espiritualidad será extremadamente difícil apreciar la belleza de las enseñanzas como las de la encíclica Humanae vitae".
Según los cónyuges --que junto a otras parejas y sacerdotes han participado en movimiento de espiritualidad laical como Equipes Notre Dame y Worldwide Marriage Encounter-- "necesitamos nuevos modos y nuevos lenguajes fácilmentreconocibles para tocar los corazones de las personas".
En tal sentido la "Iglesia doméstica" tiene mucho que ofrecer a la Iglesia universal por las modalidades de evangelización, y que siempre se debate entre la "tensión de apoyar la verdad" y la necesidad de expresar "compasión y misericordia".
Pusieron como ejemplo el caso de unos amigos suyos, padres de un chico homosexual. Ellos --contaron-- "estaban organizando la reunión de Navidad en familia cuando su hijo dijo que quería llevar también a su compañero. Ellos creían plenamente en la enseñanza de la Iglesia y eran conscientes de que a sus nietos les hubiera gustado ver acoger al hijo y a su pareja en la familia. Su respuesta se puede resumir en tres palabras: 'Es nuestro hijo'".
Según el matrimonio, este es el "modelo de evangelización" que las parroquias deberían aprender de las iglesias domésticas que son las familias. Otro caso, añadieron, es el de una amiga divorciada que dice "que a veces no se siente plenamente acogida en su parroquia. Aún así, va a misa regularmente y sin lamentarse con sus hijos".
"Para el resto de la parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a la adversidad", observaron Ron y Mavis, subrayando que precisamente de personas como ella "aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas internas en nuestra vida". Ser consciente de las propias heridas internas, de hecho, "ayuda enormemente a reducir la tendencia a juzgar a los otros, una actitud que representa un poderoso obstáculo para la evangelización".
El martes por la mañana fue el turno de George y Cynthia Campos, pareja de la archidiócesis de Manila, en Filipinas. Ambos están muy comprometidos en "Parejas para Cristo", una asociación laica reconocida por el Pontificio Consejo para los Laicos --de la que George es presidente--  que tiene como fin renovar y reforzar la vida y los valores de la familia cristiana. El movimiento está presente en todas las provincia y diócesis de Filipinas y se ha exportado a 163 países.
Padres de cuatro hijos, casados desde hace 27 años, los Campos han pasado la mitad de la vida, dijeron, "siendo una catequesis viviente de nuestra visión de vivir como 'familia en el Espíritu Santo para renovar la faz de la tierra'".
Se conocieron en el convento de las Rosas Hermanas, una congregación contemplativa donde Cynthia vivía una experiencia de noviciado y George era monaguillo. A un cierto punto, los dos esposos dejaron los respectivos trabajos para "servir" al Señor "juntos como una pareja". Se convirtieron en "discípulos misioneros a tiempo completo", comprometidos con formaciones didácticas y encuentros semanales de oración con otras parejas en distintos países de Filipinas pero también del mundo, entre los que están Vietnam, Tailandia y Australia. Los hijos ahora siguen su ejemplo ocupándose de las actividades de los niños, los jóvenes y los solteros de "Parejas para Cristo".
Los Campos hablaron de los dos eventos dramáticos que han marcado su matrimonio, superados gracias a una profunda fe en Dios. En primer lugar el embarazo de riesgo de Cynthia: "En el cuarto embarazo me diagnosticaron diabetes gestacional y preeclampsia. Nos dijeron que mi vida corría peligro si continuaba con el embarazo y el niño tenía muchas probabilidades de nacer con alguna anomalía. Nos aconsejaron elegir entre la interrupción del embarazo o el riesgo. Ha sido verdaderamente una prueba de fe y de abandono. Hemos decidido tener el niño y respetar la voluntad del Señor. Por gracia de Dios, hemos sobrevivido las dos y mi hija Christen nació sana y llena de vida".
Más difícil para los cónyuges fue afrontar el cáncer de pecho diagnosticado a la mujer en 1998. Según los médicos, el tumor le daba máximo de 3 a 6 meses de vida. En vez de renunciar a su servicio, Cynthia continuó con mayor pasión, "apoyada por las oraciones de mi familia y de nuestra comunidad CFC". "Mi oración --dijo-- era 'Señor simplemente con un toque de tus dedos se podría cambiar mi enfermedad. Debes solo quererlo'. Dios escuchó nuestras oraciones y por ahora estoy en pie tras curarme con una sencilla intervención y una dosis de antibióticos".





X. PICAZA
Pero he de señalar que la novedad de su (nuestro) matrimonio no está en un nivel de ley, sino de profecía, como indicaré esta tarde (resumiendo también unas páginas de mi Familia en la Biblia). Éste es un tema de amantes y poetas, de creyentes y profetas… de todos los hombres y mujeres que descubren a Dios al descubrirse unidos entre sí, sobre todo en matrimonio. Ésta es la novedad más alto (suprema) de la Biblia, su revelación más honda.
Aquí deberían volver y “beber” los Padres del Sínodo, según el deseo del Papa Francisco, que pedía hace un año que estudiáramos y acogiéramos la aportación de la Biblia. Pero (¡según la prensa, quizá poco fiable!) hay algunos (incluidos purpurados) que no parecen haberse enterado del todo, y que quieren seguir imponiendo leyes y más leyes sobre los hombros de los matrimonios, en vez de compartir con (como) ellos un camino de alianza en libertad (como sabe el centro profético del Antiguo Testamento).
Buen día y buen amor a los que se animen a seguir leyendo.
Introducción

La aportación mayor del Antiguo Testamento a la visión de Dios y la familia ha sido el descubrimiento de la relación entre monoteísmo (Dios es uno, amar a Dios con todo el corazón) y monogamia (amor único y definitivo entre dos personas, no para cerrarse entre ellas, sino para abrirse a otros). Israel no ha realizado este descubrimiento partiendo de un análisis de la familia para aplicarlo después a Dios, sino a partir de la experiencia profética de Dios, que puede y debe expresarse en la relación de matrimonio y el amor humano.
Estamos acostumbrados a estudiar primero el Pentateuco para pasar a los profetas, y en cierto sentido esa secuencia es lógica, pues el Pentateuco recoge muchas tradiciones antiguas. Pero históricamente, en el principio y base de la nueva experiencia israelita han estado los profetas, que son anteriores a la mayor parte de las normas del Pentateuco, especialmente en la línea del Deuteronomio; ellos han sido los descubridores de la relación entre monoteísmo y monogamia.
Cuatro profetas han marcado especialmente este descubrimiento: 1. Oseas: Me casaré contigo para siempre. 2. Jeremías: Recuerdo tu amor de novia. 3. Ezequiel, una alegoría de familia. 4. Tercer Isaías (con Malaquías): Como se alegra el marido con su esposa… Hay otros profetas importantes que han evocado también el tema de la familia, desde una perspectiva de justicia social (Amós) o nacimiento mesiánico (Is 7-12).
Pues bien, entre ellos, he querido escoger a Oseas, que puede ser modelo nuestro por muchas razones (de monogamia y perdón, de matrimonio recreado…, no en línea de ley, sino de gozo compartido, en la línea de Dios.
Oseas ejerció su función profética en el Norte de Israel (reino de Samaria), entre el 740 y el 722 a.C. y se opuso a la religión de las “asheras” donde lo divino aparecía como dualidad sexual, para insistir en la experiencia del único Dios (Yahvé) que, siendo trascendente, se vincula con Israel como su esposa, en la línea de la teología de la alianza.
1 Familia de Dios, familia humana.
Oseas ha presentado a Dios, al mismo tiempo, como esposo y padre, pidiendo a sus hijos (=israelitas) que rechacen a su madre (Israel) como adúltera, para recapacitar después y rogarles que se dejen amar por Yahvé, el auténtico esposo:
Pleitead contra vuestra madre, pleitead, porque ella no es mi mujer, ni yo soy su marido: Que quite de su cara sus fornicaciones, y sus adulterios de los pechos. Se ha prostituido su madre (=Israel), se ha deshonrado... Ella decía: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi vino... Ella no comprendía que era yo quien la daba pan, vino y aceite…
Pero, mira, voy a seducirla, la llevaré al desierto, hablaré a su corazón, le entregaré allí sus viñedos y el valle de Desgracia será puerta de Esperanza. Me responderá como en su juventud, como el día en que subió de Egipto... Aquel día, oráculo de Yahvé, escucharé a los cielos y estos responderán a la tierra, y la tierra responderá con el trigo, el vino y el aceite... Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo en justicia y derecho, en misericordia y compasión, me casaré contigo... (cf. Os 2, 4-23).
Más que el argumento entero de este gran relato de “controversia esponsal” quiero destacar la imagen de fondo, el matrimonio de Dios con el pueblo, en forma de alianza personal definitiva. Conforme a la visión de Oseas, Israel es la esposa elegida de Yahvé, y ambos deben guardarse fidelidad matrimonial, en una historia abierta de enriquecimiento mutuo. Pero Israel se ha pervertido, convirtiéndose en esposa infiel, abandonando a su esposa y adulterando, uniéndose con dioses o amantes falsos. Pues bien, ante esa situación de infidelidad o adulterio, Dios responde ofreciendo mayor fidelidad.
Oseas concibe la relación del pueblo con Dios en forma de matrimonio, en el que uno y otro han de guardarse fidelidad, a pesar de su diferencia. El Dios esposo ha sido fiel, y quiere seguir siéndolo, a pesar del “adulterio” de su esposa, manteniendo de esa forma el “matrimonio”. Por eso dice “me casaré contigo para siempre”, suponiendo así que puede haber un amor definitivo entre dos personas, un hombre y una mujer. La novedad del testimonio de Oseas está en que ha descubierto en su misma situación matrimonial el alcance, sentido y exigencia de esta fidelidad de Dios.
También él (Oseas) se ha casado con una mujer a la que quiere mantener fidelidad, a pesar de que ella le ha sido infiel, haciéndose adúltera. Pues bien, en vez de rechazarla o condenarla, Oseas le ofrece perdón y quiere mantener el matrimonio, ratificando así su amor monogámico. El profeta descubre así que su historia se encuentra vinculada a la de Dios de un modo radical, de manera que puede trazar una comparación entre su “matrimonio” y el de Dios, a quien descubre y presenta como garante de fidelidad perpetua.
Conforme a las costumbres de aquel tiempo, tanto Dios como Oseas deberían castigar a la esposa y repudiarla. Pero Oseas descubre que Dios perdona y desea iniciar otra vez el matrimonio con su esposa Israel, superando así su infidelidad. En esa línea, de un modo consecuente, Dios pide también a Oseas que ame a su mujer de nuevo, que la acoja y la perdone.
2. Dios, la verdad del matrimonio
Dios, un camino de fidelidad. En un primer momento, respondiendo al pecado del pueblo, como un marido celoso, Dios había decidido convertir el paraíso (tierra) de la esposa infiel en un desierto. Pero, aunque sufre mucho por su infidelidad, él la perdona y le ofrece amor de nuevo. En ese contexto afirma Oseas que Israel, esposa de Yahvé, madre de los israelitas, se ha prostituido (Os 2, 7): Ha buscado otros “amantes” que le ofrezcan y aseguren los dones vitales (pan y agua, lana y lino, aceite y vino), poniéndose de esa forma en manos de Baal/Ashera (vida cósmica, proceso de la vegetación) y dejando a un lado para ello el más hondo amor, la fidelidad personal, el compromiso de la unión radical con Yahvé. Pues bien, a pesar de su infidelidad, Dios le ha perdonado, ofreciéndole su nuevo y más acto pacto de amor.
Una experiencia de matrimonio. Oseas descubre y recrea de esa forma el sentido de su matrimonio desde la visión del Dios que mantiene su fidelidad a pesar del pecado de Israel. Más allá de la necesidad cósmica, representada en aquel tiempo por los dioses de la tierra (Baal y Ashera), Oseas ha descubierto el amor personal de Dios, que se vincula con los hombres desde una fidelidad más alta, en línea de perdón y diálogo nuevo. El mito de la vida (de la vegetación) encierra a los hombres y mujeres en el plano de los bienes de la tierra, como si el amor fuera un simple poder del cosmos (un impulso sexual sagrado). En contra de eso, Oseas sabe y proclama que los hombres y mujeres son seres personales, autónomos y de esa forma, unidos como pueblo, ellos pueden presentarse como “esposa” del único Dios, que les da sólo no sólo el pan, vino y aceite, sino otros dones más altos de fidelidad ética y, sobre todo, de comunión personal, haciendo posible el perdón y un nuevo comienzo de amor.
3. Monogamia, una historia personal de fidelidad.
En ese contexto se puede hablar de un matrimonio duradero entre un hombre y una mujer, pues el esposo ha de ser fiel (y perdonar a la esposa) y así también, de un modo correspondiente, la esposa ha de ser fiel a su esposo. El matrimonio es, según eso, una historia monogámica de amor/vida, en la que se puede comenzar de nuevo allí donde parece que el amor se ha roto. La monogamia de Dios hace posible el descubrimiento y despliegue de la monogamia entre los hombres.
Hoy, pasados veintiocho siglos desde aquel enfrentamiento entre el esquema matrimonial de Baal-Ashera (en línea cósmico/vital) y el de Yahvé con su pueblo (en línea de alianza de personas), seguimos siendo muy sensibles a los viejos valores paganos de la tierra, representados por los dioses de la vida. Pero, al mismo tiempo, confesamos y agradecemos la experiencia israelita de la transcendencia de Yahvé y de su fidelidad personal, entendida en forma de matrimonio con su pueblo. Esta visión del matrimonio (familia) como alianza entre personas constituye una gran aportación de Israel, un elemento clave de la identidad bíblica y cristiana.
En ese contexto se entiende la promesa (tarea) de Dios que, como esposo engañado (igual que Oseas), opta por retomar el camino del amor, venciendo la infidelidad anterior de su esposa Israel, diciendo: «La llevaré al desierto...» para enamorarla de nuevo (Os 2,16-17). Los dioses de la vida mantienen al hombre (y a la mujer) en un contexto de identidad cósmica, dentro de un tipo de fatalismo donde es imposible el amor. Pues bien, en contra (por encima) de eso, el profeta ha descubierto y ha puesto de relieve la posibilidad de un matrimonio entendido en clave de encuentro de amor, como alianza que puede recuperarse (¡la llevaré al desierto..!) , superando el nivel cósmico de las puras necesidades de la vida.
La historia de Oseas implica una revelación más alta del amor, entendido como experiencia de vinculación personal, en libertad (por encima de las puras necesidades materiales o de los impulsos vitales), en fidelidad y perdón: Un hombre y una mujer, dos seres personales pueden amarse para siempre. Ciertamente, los dones “cósmicos” fondo (trigo, vino, aceite…), siguen estando en el fondo, como signo del poder fecundo de la sexualidad/maternidad. Pero el contenido básico del matrimonio se sitúa en un plano distinto de fidelidad personal, en diálogo de alianza, donde es posible (y necesario) el perdón.
De forma lógica, Dios aparece simbólicamente como esposo y padre al mismo tiempo; y por su parte la humanidad (Israel) como esposa e hija, pero en ambos casos (desde los dos simbolismos) el amor entre Dios y el pueblo se sitúa en perspectiva de alianza. Dios es Padre del pueblo, entendido como grupo de personas con las que dialoga; y es también Esposo, en gesto de fidelidad afectiva. Ambos signos (padre y esposo) se fecundan y enriquecen. Ciertamente, ellos tienen un trasfondo jerárquico de superioridad del padre-esposo sobre la esposa, a la que trata como hija menor... Pero pueden y deben entenderse también en clave de diálogo personal de amor en libertad y en perdón, de tal forma que se establece entre los dos una relación de alianza, sin imposición de uno sobre el otro.
4. Matrimonio, un fondo teológico.
La humanidad (o, mejor dicho, el pueblo de Israel) ocupa en Oseas el lugar que en el entorno (Canaán) tenía la “diosa”, pero de un modo distinto. Dios y Diosa eran símbolos cósmicos del proceso de la vida. Por el contrario, el Dios de Oseas es sujeto personal, que puede dialogar y dialoga con los hombres, que son también sujetos personales. Sin duda, esos “dioses” de la tierra han tenido un valor, pero quedan superados por el Dios israelita de la alianza.
Oseas ha puesto así de relieve la experiencia más alta del Dios personal (Yahvé), que se hace presente y actúa haciendo a los hombres capaces de responderle también de un modo personal. Ciertamente, algunos de sus signos pueden hoy replantearse: El hecho de presentar a Dios como esposo/masculino y al pueblo como esposa/femenina, y la vinculación entre los dos signos masculinos (Padre y Esposo). Pero esa experiencia, expresada en claves de fidelidad personal, abre un capítulo nuevo en la historia y visión del matrimonio.
Ciertamente, esa experiencia no se aplica de un modo inmediato al matrimonio (y familia) entre dos seres humano, pero puede interpretarse en esa línea, pues abre un espacio y camino más alto de relación personal entre dos seres humanos. En ese contexto se puede retomar la afirmación originaria de Gen 1, 27 (hombre y mujer son imagen de Dios) y vincularla con la definición de Yahvé (¡soy el que soy, el que estoy presente! Ex 3, 14) y con el shema (¡amarás al Señor tu Dios! Dt 6, 5-6). Lo que se dice de Dios como “esposo” de su pueblo, puede y debe decirse del esposo humano, de manera que la fidelidad divina aparece como signo y modelo de la fidelidad humana. Sólo por eso ha podido presentar Oseas la historia del amor de Dios utilizando modenos de amor de un matrimonio:
Cuando Israel era niño, yo lo amé y desde Egipto yo llamé a mi Hijo... Yo enseñé a andar a Efraín, y lo llevé en mis brazos y ellos no advertían que yo los cuidaba. Con lazos de amor los atraía, con cuerdas de cariño… ¿Cómo podré dejarte, Efraín, entregarte a ti, Israel?... No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, que soy Dios y no un hombre, el Santo en medio de ti y no enemigo devastador (Os 11, 1-4.8-9).
Este pasaje no es de tipo jurídico, sino simbólico. Por eso puede presentar a Dios, al mismo tiempo, como padre que lleva en brazos y acuna a su hijo, y como esposo que se vincula en amor con su esposa. Desde ese fondo, la novedad está en el hecho de que sitúa las relaciones afectivas en un plano de fidelidad y amor personal. Estrictamente hablando, trata sólo del amor de Dios hacia su pueblo (y de su pueblo hacia Dios). Pero al situar ese amor en un contexto familiar (matrimonio y paternidad) reformula y recrea el sentido de las relaciones personales, es decir, de la familia humana.
Dios no apela en su amor familiar a su grandeza/poder para imponerse sobre el hijo/esposa, ni utiliza palabras de castigo, sino que se presenta en debilidad, cediendo por amor y situando así el amor/matrimonio interhumano en un contexto personal de diálogo en libertad y de fidelidad en la que es posible perdón. Ciertamente, siguen estando en el fondo los elementos biológicos (vitales) de la paternidad y el matrimonio, pero pasan a primer plano los rasgos personales de libertad, de diálogo y perdón, que son los que pueden (deben) definir las nuevas relaciones personales.
Al presentar de esa manera a Dios (como padre/madre y como esposo), el profeta ha vinculado las dos experiencias del amor más profundas de la historia humana. En una perspectiva (que aparece sobre todo en Os 2) domina la visión de Dios como Esposo amante, que no es Señor patriarcalista que castiga a la mujer infiel, matándola por ley (cf. Lev 20, 10; Dt 22, 22-24), sino Amigo que puede perdonar perdona porque ama, iniciando de nuevo el camino de una vida compartida.
Uniendo las dos líneas, Dios aparece así como padre-esposo que es fuerte siendo débil, pues, en vez de castigar al hijo infiel le ama, ofreciéndole de nuevo un camino de realización. Desde ese fondo la relación familiar ha de entenderse como alianza de amor, que incluye un elemento ético (de obligación) y otro vital (de expansión de la vida), pero que los recrea desde una perspectiva de encuentro personal, en libertad. El Dios de estos pasajes no aparece como dualidad sexual (atracción cósmica y generación: Baal-Ashera), como suponían los cananeos, sino como alianza y comunión de amor, en línea de presencia mutua (como indicaba Ex 3, 14 ¡yo estoy con vosotros!).
Eso significa que Dios no es esposo sexual de una diosa o del pueblo israelita (no es masculino/femenino), sino que es radicalmente persona y de esa forma puede vincularse en amor personal con los hombres (en este caso con el pueblo de Israel). Desde ese fondo se entiende la aportación más alta de Israel a la visión de la familia y matrimonio: Fundados en el amor de un Dios personal, los hombres y mujeres pueden amarse también de un modo personal, trazando un camino de fidelidad definitiva, traduciendo así el monoteísmo en forma de monogamia.
5. Dios, alianza personal de amor. El matrimonio una alianza
Dios, no actúa como “varón” en sentido biológico, pues está más allá de la dualidad varón-mujer. Tampoco se revela como padre en sentido generador, pues no es engendrado ni engendra. Pero él puede y quiere presentarse como padre-esposo en un nivel de encuentro personal; por eso, el pueblo aparece a su lado como esposa y como hijo, en línea de alianza, es decir, de fidelidad personal.
Ésta es la novedad principal del Antiguo Testamento respecto a la familia. En otros pueblos del entorno, la historia y tarea de la familia es semejante a la que tiene en la Biblia, en un plano legal (en lo referente al divorcio, a la prostitución y poligamia etc.). Pero la Biblia ha podido aportar algo que es nuevo: La revelación del Dios personal que se vincula con los hombres en libertad (no por necesidad cósmica o vital) y el descubrimiento y sentido de la alianza en la vida (familia) de los hombres.
Eso significa que el centro y sentido del matrimonio es la palabra (alianza) que se dan los esposos al casarse. Lo mismo sucede en la paternidad; ciertamente los padres engendran al hijo también de una manera biológica; pero la esencia y clave de la paternidad humana es la palabra de amor y educación que los padres ofrecen al hijo, al acogerle en el espacio de la palabra, no por obligación biológica, sino por compromiso personal de vida. Entendida así, la familia es una forma de comunicación intensa en la palabra.
6. Amor de Dios, amor a los hombres. Un único amor.
Esta visión de Dios, que se revela y define a sí mismo como aquel que acompaña a los hombres en gesto de fidelidad/compañía (estaré con vosotros, seré “vuestro” para siempre) ha de completarse con la respuesta ya evocada del hombre en el shema:
Escucha, Israel: Yahvé, nuestro Dios, es Yahvé Uno. Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6, 4-7).
De esa forma se completa y culmina el “arco de la alianza”, la experiencia del Dios que siendo totalmente distinto (desconocido, sin imagen) se vincula sin embargo de un modo personal con los hombres, pidiéndoles su respuesta de amor (fidelidad), abriendo así un espacio de comunión y convivencia que puede y debe expresarse en unas relaciones de matrimonio, amistad, paternidad… De esa forma, el monoteísmo (Yahvé es Uno) se expresa en forma de monogamia, es decir, de relación personal y fidelidad intensa. Pues bien, este Dios Uno (Yahvé Ehad) se vincula de un modo intenso con Israel (y en el fondo con toda la humanidad) como “su pueblo” o familia, a la que ofrece y pide amor intenso y fidelidad. Pues bien, en ese contexto, Dios viene a presentarse como “esposo único y trascendente” de Israel (que es signo de la humanidad).
Éste es el tema central del judaísmo: Tras haber “superado” la figura de la esposa divina en un plano cósmico/biológico, la Biblia ha puesto de relieve la importancia de la esposa humana (personal) de Yahvé, que es el pueblo israelita. Desde ese fondo se entiende la alianza, como institución básica, establecida en el Sinaí, a la salida de Egipto (Ex 19) y renovada tras su ruptura, en el mismo Sinaí (Ex 34). Éstos son sus elementos:
Unidad y fidelidad de Dios. Otros pueblos mantenían varias figuras de dioses, for¬mando un "panteón" en el que ellos se integraban formando un todo sagrado, cuyo sentido se narraba a través de diversas historias religiosas. En contra de eso, los hebreos apelaron, más allá de las figuras divinas, al “único” Dios, y vincularon las diversas tradicio¬nes religiosas (teologales) en un relato único, diciendo que el mismo Dios que liberó a los esclavos de Egipto se mostró en el monte de la Alianza, después de prometer la tierra a los patriarcas. Así descubrieron a Dios como Yahvé, el que está presente en (con) ellos, en matrimonio definitivo de fidelidad perpetua (como he destacado al referirme a Dt 32, 8-9). Así se supieron pueblo querido de Dios (su familia) en medio de una humanidad más amplia a la que ellos debían ofrecer el mensaje de ese Dio.
Fidelidad del pueblo. La unidad de Dios se proyecta también sobre el pueblo, haciendo posible que los hebreos antes oprimidos y desunidos, se integraran para formar una nación, constituida por gentes que ¬reconocen un pasado común (Éxodo), asumen un mismo compromiso (Alianza) y tienden hacia una esperanza común (Promesas). En esa línea, los israelitas podrán distinguirse de otros pueblos porque conocen el nombre de Dios (Yahvé: Ex 3, 14) y se comprometen a responderle en alianza (cf. Dt 6, 4-5). Otros pueblos no conocen todavía a Dios. Los israelitas le conocen, saben el secreto más hondo de la vida, en compromiso de fidelidad o alianza con Dios, en un gesto que se abre a todos los pueblos de la tierra (cf. Gn 12, 1-3).
Ésta es la “novedad” de Israel, su aportación suprema a la historia y tarea de la humanidad. Por encima de todos los restantes “poderes” que parecen regir la historia, Israel ha descubierto el valor radical de Dios, como Aquel que Es, y el valor radical de cada persona (cada israelita como alguien que es también), abriendo una experiencia que se extiende a todos los pueblos de la tierra. Quedan en segundo plano otros rasgos fundados en la “naturaleza”, los dioses del cosmos o la vida, que aparecen ahora como ídolos. Los israelitas descubren a Dios como persona, en sentido trascendente, y se comprometen a recorrer con él la marcha de la vida, siendo su familia. Éste es el mensaje que se encuentra en el fondo de la gran tradición profética, que después evocaremos.
7. Reflexión posterior. Monoteísmo y monogamia
Hay, pues, una relación entre el monoteísmo (sólo hay un Dios, que ama a su pueblo, sin divorcio) y la monogamia (hombres y mujeres pueden casarse también en matrimonio duradero, en amor único, sin divorcio). Ésta ha sido quizá la aportación máxima del Antiguo Testamento a la historia de amor de los hombres, aunque debe insistirse en la exigencia de justicia y en la apertura universal a todos los pueblos:
El matrimonio está más vinculado a la profecía que a la ley. Ciertamente, tiene elementos de institución jurídica, pero su esencia más profunda sólo puede expresarse en una línea profética de fidelidad a Dios. Sólo allí donde el amor íntimo a Dios se expresa y despliega a través del amor humano puede hablarse de fidelidad matrimonial, entendida como revelación sagrada y apuesta de vida, en comunión personal.
La Biblia ha vinculado desde antiguo el amor del matrimonio con la justicia profética, de manera que la fidelidad personal, en línea de intimidad, resulta inseparable de la fidelidad social, entendida en forma de justicia. Los mismos profetas del amor íntimo (fidelidad matrimonial) son profetas del amor comprometido al servicio de los pobres y excluidos de la sociedad.
El descubrimiento y despliegue del amor matrimonial resulta inseparable del despliegue radical de la persona. Sólo allí donde la persona aparece como valor definitivo se puede hablar de un amor personal, expresado en forma de fidelidad definitiva. Eso significa que el matrimonio no algo ya hecho y resuelto para siempre, sino un proceso, profecía de amor.
En este contexto, los hijos son importantes para el matrimonio, pero hay algo anterior, que es experiencia de fidelidad personal. Ciertamente, el tema de los hijos está en el fondo, pero no puede desligarse de la fidelidad personal, es decir, del cami




El Sínodo se fractura en dos líneas: la prohibición y la "clave de la misericordia"
Lombardi admite un "debate pasional" acerca de los divorciados vueltos a casar
Un matrimonio brasileño explica a los obispos que los católicos "no rechazan el uso de medios anticonceptivos"
Los padres sinodales proponen que el proceso de nulidad pueda ser accesible a todos los bolsillos, incluso gratuito, y mucho más breve


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en el Sí
Pese a que algunos se empeñaron en asegurar que éste sería un tema tangencial, lo cierto es que, pocos días después de su inicio, el centro de los debates del Sínodo de la Familia está siendo el de los divorciados vueltos a casar. Según confirmó en rueda de prensa este mediodía el portavoz vaticano, Federico Lombardi, se está produciendo un "debate pasional", con dos líneas claramente definidas.
En un lado, la postura de los que defienden fuertemente la doctrina, que prohíbe conceder los sacramentos a los casados en segundas nupcias ya que se les considera en pecado por cometer adulterio.
En el otro, los que instan a ver el problema desde la "clave de la misericordia" y hacer una discernimiento sobre cómo afrontarcada una de las especificas situaciones.
En este sentido, el presidente del Pontificio Consejo para los textos legislativos, el cardenal italiano Francesco Coccopalmerio, explicó que su posición al respecto es la de "respetar la doctrina, pero tener en cuenta las situaciones concretas" y puso el ejemplo que llevó a la asamblea, el de una mujer católica que aunque sin casarse ha criado a los hijos de su nuevo compañero.
"No podemos dejar sola a esta mujer, a estos niños. En estos casos la Iglesia tiene queentender la situación", aseveró.
Son muchas las propuestas para dar una respuesta a los divorciados católicos que se han vuelto a casar, como la de que puedan recibir "bendiciones o la llamada comunión espiritual", para subsanar la prohibición doctrinal de participación en la Eucaristía.
La oficina de prensa del Vaticano y los obispos que han hablado con la prensa han asegurado que el debate sobre este tema es "pasional", pero que se desarrolla en un clima de respeto mutuo.
Ninguna novedad respecto a las parejas homosexuales, de las que se explicó se ha hablado poco, y en la mayoría de las intervenciones se ha concluido que no se puede aceptar la unión de parejas del mismo sexo, pero se ha insistido en la acogida, escucha y respeto de estas personas. Los participantes en el Sínodo extraordinario sobre la familia que se está celebrando en el Vaticano coinciden en la necesidad de agilizar los procedimientos de nulidad matrimonial como uno de los elementos para evitar mayores sufrimientos a las parejas.
Mientras que entre los 191 obispos de los cinco continentes presentes en esta asamblea continúa habiendo divergencias sobre algunas cuestiones como la de permitir los sacramentos a los divorciados católicos que se vuelven a casar, la necesidad de agilizar los trámites para conseguir anular el matrimonio parece que es un camino a seguir.
Según el resumen facilitado hoy por la oficina de prensa del Vaticano de las intervenciones de los llamados padres sinodales sobre este tema, "sobre el proceso de declaración de nulidad del matrimonio, se registra en general la necesidad de agilizar los procedimientos, así como de la incorporación de laicos más competentes en los tribunales eclesiásticos".
Durante el debate, algún obispo expuso como para los fieles católicos los largos procesos canónicos para la anulación son a veces "un yugo y no una sanación".
Los obispos han destacado como los católicos que quieren anular sus matrimonios tienen que afrontar viajes larguísimos, y por tanto se propuso que el proceso de nulidad pueda ser accesible a todos los bolsillos, incluso gratuito, y mucho más breve, ya que en algunos casos se esperan años para recibir una respuesta.
Subrayaron que la agilización del proceso de nulidad contribuirá, no solo en teoría, a lo que es la verdadera misericordia de Dios.
El presidente del Pontificio Consejo para los textos legislativos, el cardenal italiano Francesco Coccopalmerio, quien también forma parte de la comisión de estudiode la nulidad matrimonial que instituyó el papa Francisco, afirmó en una rueda de prensa posterior a la sesión matinal que ya ha habido algunas propuestas.
Entre estas, Coccopalmerio explicó que se podría eliminar "la doble sentencia conforme", es decir los dos grados de juicio necesarios para validar la nulidad; no exigir un jurado colegial, ya que actualmente es necesaria la presencia de tres jueces y avalar el procedimiento administrativo, en el que sea un obispo quien pueda decidir.
El arzobispo de París, el cardenal André Vingt-Trois, presentó hoy a los participantes en el Sínodo de los obispos la problemática que supone para la Iglesia católica que los fieles no consideren que es pecado el uso de anticonceptivos y entonces no se confiesen antes de recibir la comunión.
"Muchas personas tienen dificultades para comprender la distinción entre métodos naturales de regulación de la fecundidad y la anticoncepción", explicó el cardenal francés durante su presentación de hoy antes del comienzo de la sesión matinal.
Para el purpurado, "esto tiene consecuencias para los sacramentos, pues las parejas a menudo no creen que el uso de anticonceptivos sea pecado y por lo tanto no se confiesan y reciben la comunión sin problemas".
El arzobispo de París también introdujo lo que será uno de los temas de la jornada de hoy, la defensa de la vida, e instó a los participantes en este Sínodo "a fomentar una mentalidad abierta a la vida para contrarrestar la mentalidad y la difusión de modelo individualista y anticonceptiva en algunas partes del mundo".este propósito, también intervino un matrimonio brasileño, Hermelinda y Arturo As Zamberline, que explicaron a los participantes en el Sínodo que los "métodos anticonceptivos naturales aceptados por la Iglesia son buenos, pero no son prácticos en la cultura actual" y que la "gran parte de las parejas católicas no rechaza el uso de otros medios contraceptivos".



Esta pareja brasileña, casada desde hace 41 años, también abogó por "santificar" la sexualidad entre hombre y mujer, pues "es necesario salvar las relaciones de un erotismo enfermo que reduce al hombre a una sola dimensión".
Para Hermelinda y Arturo, "un matrimonio es fecundo no sólo porque genera hijos sino porque ama y amando se abre a la vida", así como "tenemos que considerar la relación sexual está orientada a crear vida, pero también está al servicio del amor conyugal".
Para ellos, desde la Iglesia católica "llegan consejos contradictorios que agravan la confusión" para las parejas.



La Asamblea condena la manipulación genética y la crioconservación de embriones
Los laicos toman la palabra en el Sínodo de Obispos
La cuestión de los divorciados vueltos a casar vuelve a copar el debate libre
 10 de octubre de 2014

La familia es un derecho fundamental que cada emigrante debe ver reconocido y se exhortó a los responsables de las políticas internacionales de emigración a proteger el derecho a la unidad familiar

El Papa,
(VIS).- Esta mañana, durante la Novena Congregación General ha habido 15 intervenciones (6 de parejas y 9 de auditores), casi todos laicos comprometidos en los ámbitos de la pastoral familiar, la bioética y la ecología humana. Procedentes de diferentes países y en representación de casi todos los continentes los auditores han llevado al Aula su testimonio vivo, de apostolado familiar en la vida cotidiana.
En primer lugar, se recordaron las dificultades que viven las familias de Oriente Medio, en particular de Irak. Los numerosos conflictos repercuten gravemente en la familia, disgregada por la muerte de sus miembros, obligada a emigrar en busca de un lugar seguro para vivir, privada de futuro para los jóvenes -substraídos a la escolarización- mientras los ancianos se ven abandonados a sí mismos.
La unidad de la familia cristiana en Oriente Medio está profundamente sacudida y este hecho afecta también a la cohesión social y nacional de los países de la región. Ante estos escenarios dramáticos la Iglesia representa un refugio seguro, una "familia de familias" que ofrece consuelo y esperanza. Y también es necesario preparar a las parejas casadas a ser "mediadoras" de paz y reconciliación.
Otro punto destacado por los auditores fue la necesidad de que la Iglesia escuchase más a los laicos a la hora de buscar soluciones a los problemas de las familias, en particular en lo que respecta a la esfera de la intimidad de lavida matrimonial. Por esta razón, se hizo hincapié en la importancia de la sinergia entre el mundo académico y el mundo pastoral, para no formar "técnicos", sino agentes pastorales que conozcan y sepan promover los temas de la familia y de la vida, a través de una sólida "visión antropológica católica del mundo".
Además, los auditores subrayaron la necesidad de un mayor diálogo entre la Iglesia y el Estado, también a través del compromiso de fieles laicos que, lejos de ambiciones personales, sean capaces de promover la protección de los derechos de la familia y la defensa de la vida, trabajando en pro de un Estado de rostro humano. Los laicos deben ser activos y competentes en la defensa pública de los valores de la vida y la familia. A continuación las intervenciones se centraron en la necesidad de formar de modo adecuado y permanente a los sacerdotes en los temas de la familia, en particular, la apertura a la vida, para que puedan explicar y hablar con naturalidad y claridad del amor conyugal. También porque se ha observado que si la planificación familiar natural se explica en detalle, destacando el valor positivo, se fortalece la vida de la pareja. En este contexto, se recordó que las homilías, bien preparadas, fomentan la participación de los fieles en la celebración de la Misa.
También se reflexionó en el Aula sobre la importancia del testimonio. Los jóvenes no necesitan tanta teoría pero entienden muy bien la centralidad de la familia cuando la demuestran sus miembros, testigos creíbles y sujetos de evangelización . Para ello, se ha insistido en acompañar a las parejas con una pastoral adecuada, incluso después del matrimonio y no sólo antes.


Los auditores han dado voz al sufrimiento de los que pierden a un familiar, como las personas viudas, los huérfanos o los padres a quienes muere un hijo. Para todos ellos es fundamental el acompañamiento de la Iglesia y de los grupos de escucha y ayuda , para que no se sientan desarmados frente a la profunda angustia de la pérdida, al temor de un "desierto" de los afectos, sino que permanezcan firmes en la fe.
Más tarde se habló de la importancia de una "ecología humana", que ayude a contrarrestar los efectos negativos de la globalización económica, a menudo portadora de modelos contrarios a la doctrina católica. Ha habido también una fuerte condena de todas las formas de violencia doméstica, en particular contra las mujeres, señalando que a menudo es perpetrada por los jóvenes. Por último, se hizo hincapié en la necesidad de la comunicación dentro de la familia, porque la compartición entre los cónyuges, así como también en la educación de los hijos y sobre todo la oración en el hogar, contribuyen a fortalecer el núcleo familiar.
Durante la Octava Congregación General que tuvo lugar ayer jueves por la tarde y siguiendo el esquema del Instrumentum Laboris, los Padres sinodales discutieron del tema "La Iglesia y la familia frente al desafío educativo (parte III, cap. 2) El desafío educativo en general / La educación cristiana en situaciones familiares difíciles".
En primer lugar, se reiteró la vocación a la vida como elemento fundamental de la familia; de ahí la invitación a los fieles a profundizar en el conocimiento de la encíclica de Pablo VI "Humanae Vitae" también para comprender mejor la importancia de la utilización de los métodos naturales de regulación de la fertilidad y de la no aceptación de la anticoncepción. Unión y procreación - se dijo - no están separadas del acto conyugal. Por lo tanto se reafirmó con decisión, la condena de la manipulación genética y la crioconservación de embriones.
Diversas voces pusieron de manifiesto la tendencia de algunos países y organizaciones en el mundo occidental de presentar, en particular en el contexto de África, algunos conceptos (incluyendo aborto y uniones del mismo sexo), como "derechos humanos" vinculando la ayuda económica y fuertes campañas de presión a la recepción de los mismos.
En este sentido, también se evidenció que la expresión "derechos a la salud sexual y reproductiva" no tiene, en el marco del derecho internacional, una definición precisa y que puede terminar por abarcar principios que se contradicen entre sí, como la condena del aborto forzado y la promoción de aborto seguro, o la defensa de la maternidad y la promoción de la anticoncepción. Si bien carezcan de valor vinculante, la promoción de tales "derechos" supone un riesgo, porque puede influenciar la interpretación de otras normas, en particular en el ámbito de la lucha contra la discriminación de la mujer.

Se hizo de nuevo hincapié en la importancia de una adecuada preparación para el matrimonio, ya que su celebración parece reducirse cada vez más a la dimensión social y jurídica dejando en segundo lugar la religiosa y espiritual. También se dijo que a menudo los novios perciben el curso de preparación como una imposición, una tarea que hay que cumplir sin convicción y, que además es demasiado corto. Dado que, sin embargo, el matrimonio es una vocación para la vida, su preparación debe ser larga y detallada, como en el caso de la vida religiosa. Se habló también de que los novios adolecen con frecuencia de una escasez de conocimiento del valor sacramental del matrimonio. Tanto es así que la celebración del rito matrimonial -se apuntó- no es automáticamente la celebración del sacramento del matrimonio.
En cuanto a la simplificación de los procedimientos de los procesos de verificación de la nulidad del matrimonio se mencionó la Comisión Especial de Estudio para la reforma del proceso matrimonial canónico, instituida por el Santo Padre Francisco el 20 de septiembre de 2014. Se espera en un procedimiento más sencillo siempre que sea uno y único para toda la Iglesia. Por otra parte sobre la doble sentencia conforme consiguiente a la apelación obligatoria surgió la pregunta de si era posible dejar al discernimiento del obispo la determinación de apelar o no. Al mismo tiempo, se insistió en la necesidad de una mayor presencia de jueces laicos debidamente preparados, en particular de mujeres, en los tribunales eclesiásticos.
Después se reiteró la importancia de que también los sacerdotes estén bien preparados para la pastoral del matrimonio y la familia, y de que utilicen las homilías como un momento especial y eficaz para anunciar a los fieles el Evangelio de la familia. Hacen falta, se dijo, formación e información, porque la santidad espiritual del sacerdote, su creatividad y su relación directa con las familias son particularmente apreciadas por los fieles.
Una vez más se reflexionó sobre la relación entre emigración y familia, insistiendo en que la familia es un derecho fundamental que cada emigrante debe ver reconocido y se exhortó a los responsables de las políticas internacionales de emigración a proteger el derecho a la unidad familiar porque para los emigrantes la familia es un elemento esencial para la integración en los países de destino.
Durante la hora dedicada al debate libre - entre las 18.00 y las 19.00 horas- surgieron , en particular, tres temas: respecto a los divorciados que se han vuelto a casar, se puso de relieve la necesidad de un camino de penitencia, que esté acompañado de una reflexión sobre los divorciados que se han quedado solos porque a menudo sufren en silencio y están marginados de la vida social. En segundo lugar, se señaló la necesidad de proteger a los hijos de los cónyuges divorciados de las repercusiones psicológicas que el divorcio pueda tener sobre ellos. En este contexto, se señaló que a menudo una adecuada pastoral de los niños hace que sus padres se acerquen de nuevo a la Iglesia.
En tercer lugar se habló de la importancia de la relación entre la familia y la educación de los niños, con particular referencia al derecho de los padres a elegir el programa educativo más adecuado para que sus hijos puedan recibir una educación de calidad.
Por último, el Secretario General del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, anunció que en el transcurso de las ocho congregaciones generales, las intervenciones de los Padres sinodales fueron un total de 180, a los que hay que sumar las 80 durante las horas de debate libre.




"Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie"
El mensaje final del Sínodo confirma el camino abierto para el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar
Reconoce que, tras un divorcio, existen "nuevas relaciones, nuevas uniones y nuevos matrimonios"
Jesús Bastante, 18 de octubre de 2014 a las 13:32
La Relatio "no cierra puertas a los temas tratados en el Sínodo, y que aguardan una profudización y una solución para otra etapa, y respeta lo que los círculos votaron" añadió Damasceno

(J. Bastante/VIS).- "Hemos demostrado la sinodalidad, con responsabilidad y libertad en el diálogo". El Sínodo de Obispos sigue adelante. Como "una primera etapa", como acaban de resaltar los cardenales Raymundo Damasceno Assis; Gianfranco Ravasi; y Oswald Gracias durante la presentación del mensaje final de los obispos. Un mensaje previo a la votación de la Relatio Synodi, pero en el que ya se intuyen algunos de los temas más polémicos.
El Sínodo sigue adelante con la reflexión sobre la comunión a los divorciados vueltos a casar y al reconocimiento de las uniones no conyugales, mientras que desaparece del mensaje cualquier referencia a los homosexuales y se potencia la belleza del matrimonio canónico.
Habrá que esperar a la aprobación de la Relatio -"que no cierra puertas a los temas tratados en el Sínodo, y que aguardan una profudización y una solución para otra etapa, y respeta lo que los círculos votaron" añadió Damasceno-, y de si Francisco decide o no su publicación.
En todo caso, concluye la primera etapa de un camino de reflexión, que deja muchos caminos abiertos y que concluirá el año que viene. Queda mucho por hacer, "estamos ante un proceso sinodal", dijo Damasceno, pero el primero de los resultados parece prometedor. Y ha sido votado por una "gran mayoría de padres sinodales", como apuntó Federico Lombardi: 158 votos a favor de 174 votos (sobre 191 con derecho a voto). Los cardenales mostraron su confianza en que la Relatio sea aprobada por una práctica unanimidad, y que el Papa la haga pública.
"Todo está siendo discutido y valorado: las uniones de personas del mismo sexo, el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar... Ahora prosigue un camino. Estamos en un proceso, por lo que no hay que esperar decisiones conclusivas en estos días", apuntaron los tres cardenales. "Los gays son bienvenidos en la Iglesia, no hay condena a la persona", reiteró Gracias. "El silencio del Papa es fundamental", añadió Ravasi. "Su silencio permite escuchar las diversas visiones de todos con libertad. El Papa intervendrá, pero no al comienzo, sino al final. Si lo hace al principio, 'Roma locuta, causa finita'. "Tenemos que ayudar al Santo Padre a decidir en cuanto a los divorciados y vueltos a casar, tenemos que rezar por esto". Sigue el texto integral:
''Los Padres Sinodales, reunidos en Roma junto al Papa Francisco en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias de los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que es camino, verdad y vida. Manifestamos nuestra admiración y gratitud por el testimonio cotidiano que ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor.
Nosotros, pastores de la Iglesia, también nacimos y crecimos en familias con las más diversas historias y desafíos. Como sacerdotes y obispos nos encontramos y vivimos junto a familias que, con sus palabras y sus acciones, nos mostraron una larga serie de esplendores y también de dificultades.
La misma preparación de esta asamblea sinodal, a partir de las respuestas al cuestionario enviado a las Iglesias de todo el mundo, nos permitió escuchar la voz de tantas experiencias familiares. Después, nuestro diálogo durante los días del Sínodo nos ha enriquecido recíprocamente, ayudándonos a contemplar toda la realidad viva y compleja de las familias.
Queremos presentarles las palabras de Cristo: ''Yo estoy ante la puerta y llamo, Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo''. Como lo hacía durante sus recorridos por los caminos de la Tierra Santa, entrando en las casas de los pueblos, Jesús sigue pasando hoy por las calles de nuestras ciudades. veces también pruebas dramáticas. La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cundo se insinúan el el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia.
Ante todo, está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress de una ansiedad que descuida la reflexión serena. Se asiste así a no pocas crisis matrimoniales, que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio. Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana.
Entre tantos desafíos queremos evocar el cansancio de la propia existencia. Pensamos en el sufrimiento de un hijo con capacidades especiales, en una enfermedad grave, en el deterioro neurológico de la vejez, en la muerte de un ser querido. Es admirable la fidelidad generosa de tantas familias que viven estas pruebas con fortaleza, fe y amor, considerándolas no como algo que se les impone, sino como un don que reciben y entregan, descubriendo a Cristo sufriente en esos cuerpos frágiles.
Pensamos en las dificultades económicas causadas por sistemas perversos, originados ''en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano'', que humilla la dignidad de las personas. Pensamos en el padre o en la madre sin trabajo, impotentes frente a las necesidades aun primarias de su familia, o en los jóvenes que transcurren días vacíos, sin esperanza, y así pueden ser presa de la droga o de la criminalidad.
Pensamos también en la multitud de familias pobres, en las que se aferran a una barca para poder sobrevivir, en las familias prófugas que migran sin esperanza por los desiertos, en las que son perseguidas simplemente por su fe o por sus valores espirituales y humanos, en las que son golpeadas por la brutalidad de las guerras y de distintas opresiones. Pensamos también en las mujeres que sufren violencia, y son sometidas al aprovechamiento, en la trata de personas, en los niños y jóvenes víctimas de abusos también de parte de aquellos que debían cuidarlos y hacerlos crecer en la confianza, y en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad.
Mientras tanto, ''la cultura del bienestar nos anestesia y [?] todas estas vidas truncadas por la falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera''. Reclamamos a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común.
Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie. Agradecemos a los pastores, a los fieles y a las comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores y sociales de los matrimonios y de las familias. También está la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y aún en viviendas muy precarias. Brilla y calienta cuerpos y almas. Esta luz, en el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro: es un don, una gracia que se expresa ?como dice el Génesis? cuando los dos rostros están frente a frente, en una ''ayuda adecuada'', es decir semejante y recíproca. El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad, que se abre y se revela en el mutuo don. Es lo que expresa de manera sugerente la mujer del Cantar de los Cantares: ''Mi amado es mío y yo soy suya? Yo soy de mi amado y él es mío''.
El itinerario, para que este encuentro sea auténtico, comienza en el noviazgo, tiempo de la espera y de la preparación. Se realiza en plenitud en el sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia. Este camino conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran aun más allá del vigor y de la frescura juvenil. El amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada. Bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común.
Este amor se difunde naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de ofrecer vida, afecto, valores, una experiencia posible también para quienes no pueden tener hijos. Las familias que viven esta aventura luminosa se convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes.
Durante este camino, que a veces es un sendero de montaña, con cansancios y caídas, siempre está la presencia y la compañía de Dios. La familia lo experimenta en el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Además lo vive cuando se reúne para escuchar la Palabra de Dios y para orar juntos, en un pequeño oasis del espíritu que se puede crear por un momento cada día. También está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y bella del Evangelio, en la santidad. Esta misión es frecuentemente compartida y ejercitada por los abuelos y las abuelas con gran afecto y dedicación. Así la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica, que se amplía a esa familia de familias que es la comunidad eclesial. Por otra parte, los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes.
Hay otra expresión de la comunión fraterna, y es la de la caridad, la entrega, la cercanía a los últimos, a los marginados, a los pobres, a las personas solas, enfermas, extrajeras, a las familias en crisis, conscientes de las palabras del Señor: ''Hay más alegría en dar que en recibir''. Es una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida.
La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo ''será todo en todos''. Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión.
Nosotros, los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo Sínodo. Entre ustedes late la presencia de la familia de Jesús, María y José en su modesta casa. También nosotros, uniéndonos a la familia de Nazaret, elevamos al Padre de todos nuestra invocación por las familias de la tierra:
Padre, regala a todas las familias la presencia de esposos fuertes y sabios, que sean manantial de una familia libre y unida.

Padre, da a los padres una casa para vivir en paz con su familia.

Padre, concede a los hijos que sean signos de confianza y de esperanza y a jóvenes el coraje del compromiso estable y fiel.

Padre, ayuda a todos a poder ganar el pan con sus propias manos, a gustar la serenidad del espíritu y a mantener viva la llama de la fe también en tiempos de oscuridad.
Padre, danos la alegría de ver florecer una Iglesia cada vez más fiel y creíble, una ciudad justa y humana, un mundo que ame la verdad, la justicia y la misericordia''.




 DISCURSO  DEL  PAPA



Queridos: Eminencias, Beatitudes, Excelencias, hermanos y hermanas:
¡Con un corazón lleno de reconocimiento y de gratitud quiero agradecer junto a ustedes al Señor que nos ha acompañado y nos ha guiado en los días pasados, con la luz del Espíritu Santo!
Agradezco de corazón a S. E. Card. Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo, S. E. Mons. Fabio Fabene, Sub-secretario, y con ellos agradezco al Relator S. E. Card. Peter Erd? y el Secretario Especial S. E. Mons. Bruno Forte, a los tres Presidentes delegados, los escritores, los consultores, los traductores, y todos aquellos que han trabajado con verdadera fidelidad y dedicación total a la Iglesia y sin descanso: ¡gracias de corazón!
Agradezco igualmente a todos ustedes, queridos Padres Sinodales, Delegados fraternos, Auditores, Auditoras y Asesores por su participación activa y fructífera. Los llevare en mis oraciones, pidiendo al Señor los ¡recompense con la abundancia de sus dones de su gracia!
Puedo decir serenamente que –con un espíritu de colegialidad y de sinodalidad– hemos vivido verdaderamente una experiencia de "sínodo", un recorrido solidario, un "camino juntos".
Y siendo “un camino" –como todo camino– hubo momentos de carrera veloz, casi de querer vencer el tiempo y alcanzar rápidamente la meta; otros momentos de fatiga, casi hasta querer decir basta; otros momentos de entusiasmo y de ardor. Momentos de profundo consuelo, escuchando el testimonio de pastores verdaderos (Cf. Jn. 10 y Cann. 375, 386, 387) que llevan en el corazón sabiamente, las alegrías y las lágrimas de sus fieles.
Momentos de gracia y de consuelo, escuchando los testimonios de las familias que han participado del Sínodo y han compartido con nosotros la belleza y la alegría de su vida matrimonial. Un camino donde el más fuerte se ha sentido en el deber de ayudar al menos fuerte, donde el más experto se ha prestado a servir a los otros, también a través del debate. Y porque es un camino de hombres, también hubo momentos de desolación, de tensión y de tentación, como algunas de las siguientes:
La tentación del endurecimiento hostil, esto es el querer cerrarse dentro de lo escrito (la letra) y no dejarse sorprender por Dios, por el Dios de las sorpresas (el espíritu); dentro de la ley, dentro de la certeza de lo que conocemos y no de lo que debemos todavía aprender y alcanzar. Es la tentación de los celosos, de los escrupulosos, de los apresurados, de los así llamados "tradicionalistas" y también de los intelectualistas.
La tentación del “buenismo” destructivo, que en nombre de una misericordia engañosa venda las heridas sin primero curarlas y medicarlas; que trata los síntomas y no las causa ni las raíces. Es la tentación de los "buenistas", de los temerosos y también de los así llamados “progresistas y liberalistas”.
La tentación de transformar la piedra en pan para terminar el largo ayuno, pesado y doloroso (Cf. Lc 4, 1-4) y también de transformar el pan en piedra , y tirarla contra los pecadores, los débiles y los enfermos (Cf. Jn 8,7) de transformarla en “fardos insoportables” (Lc 10,27).
- La tentación de descender de la cruz para contentar a la gente, y no permanecer, para cumplir la voluntad del Padre; de ceder al espíritu mundano en vez de purificarlo e inclinarlo al Espíritu de Dios.
- La tentación de descuidar el “depositum fidei”, considerándose no custodios, sino propietarios y patrones, o por otra parte, la tentación de descuidar la realidad utilizando ¡una lengua minuciosa y un lenguaje pomposo para decir tantas cosas y no decir nada!
Queridos hermanos y hermanas, las tentaciones no nos deben asustar ni desconcertar, ni mucho menos desanimar, porque ningún discípulo es más grande que su maestro; por lo tanto si Jesús fue tentado –y además llamado Belcebú (Cf. Mt 12,24)– sus discípulos no deben esperarse un trato mejor.
Personalmente me hubiera preocupado mucho y entristecido sino se hubieran dado estas tensiones y estas discusiones animadas; este movimiento de los espíritus, como lo llamaba San Ignacio (EE, 6) si todos hubieran estado de acuerdo o taciturnos en una falsa y quietista paz. En cambio he visto y escuchado –con alegría y reconocimiento– discursos e intervenciones llenos de fe, de celo pastoral y doctrinal, de sabiduría, de franqueza, de coraje y parresía. Y he sentido que ha sido puesto delante de sus ojos el bien de la Iglesia, de las familias y la “suprema lex”: la “salus animarum” (Cf. Can. 1752). Y esto siempre sin poner jamás en discusión la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la procreatividad, o sea la apertura a la vida (Cf. Cann. 1055, 1056 y Gaudium et Spes, 48).
Esta es la Iglesia, la viña del Señor, la Madre fértil y la Maestra premurosa, que no tiene miedo de remangarse las manos para derramar el óleo y el vino sobre las heridas de los hombres (Cf. Lc 10,25-37); que no mira a la humanidad desde un castillo de vidrio para juzgar y clasificar a las personas. Esta es la Iglesia Una, Santa, Católica y compuesta de pecadores, necesitados de Su misericordia. Esta es la Iglesia, la verdadera esposa de Cristo, que busca ser fiel a su Esposo y su doctrina.
Es la Iglesia que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (Cf. Lc 15). La Iglesia que tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y ¡no sólo a los justos o aquellos que creen ser perfectos! La Iglesia que no se avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario, se siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el camino y lo acompaña hacia el encuentro definitivo con su Esposo, en la Jerusalén celeste. 
¡Esta es la Iglesia, nuestra Madre! Y cuando la Iglesia, en la variedad de sus carismas, se expresa en comunión, no puede equivocarse: es la belleza y la fuerza del sensus fidei, de aquel sentido sobre natural de la fe, que viene dado por el Espíritu Santo para que, juntos, podamos todos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a Jesús en nuestra vida, y esto no debe ser visto como motivo de confusión y malestar.
Tantos comentaristas han imaginado ver una Iglesia en litigio donde una parte está contra la otra, dudando hasta del Espíritu Santo, el verdadero promotor y garante de la unidad y de la armonía en la Iglesia.
El Espíritu Santo que a lo largo de la historia ha conducido siempre la barca, a través de sus ministros, también cuando el mar era contrario y agitado y los ministros infieles y pecadores. Y, como he osado decirles al inicio, era necesario vivir todo esto con tranquilidad y paz interior también, porque el sínodo se desarrolla cum Petro et sub Petro, y la presencia del Papa es garantía para todos.
Por lo tanto, la tarea del Papa es aquella de garantizar la unidad de la Iglesia; es aquella de recordar a los fieles su deber de seguir fielmente el Evangelio de Cristo; es aquella de recordar a los pastores que su primer deber es nutrir la grey que el Señor les ha confiado y de salir a buscar –con paternidad y misericordia y sin falsos miedos– la oveja perdida.
Su tarea es la de recordar a todos que la autoridad en la Iglesia es servicio (Cf. Mc 9,33-35) como ha explicado con claridad el Papa Benedicto XVI con palabras que cito textualmente: “la Iglesia esta llamada y se empeña en ejercitar este tipo de autoridad que es servicio, y la ejercita no a título propio, sino en el nombre de Jesucristo… a través de los Pastores de la Iglesia, de hecho, Cristo apacienta a su grey: es Él que la guía, la protege, la corrige porque la ama profundamente. Pero el Señor Jesús, Pastor supremo de nuestras almas, ha querido que el Colegio Apostólico, hoy los Obispos, en comunión con el Sucesor de Pedro … participaran en este misión suya de cuidar al pueblo de Dios, de ser educadores de la fe, orientando, animando y sosteniendo a la comunidad cristiana, o como dice el Concilio,“cuidando sobre todo que cada uno de los fieles sean guiados en el Espíritu santo a vivir según el Evangelio su propia vocacióna practicar una caridad sincera y operosa y a ejercitar aquella libertad con la que Cristo nos ha librado” (Presbyterorum Ordinis, 6)… Y a través de nosotros – continúa el Papa Benedicto – es que el Señor llega a las almas, las instruyen las custodia, las guía. San Agustín en su Comentario al Evangelio de San Juan dice: “Sea por lo tanto un empeño de amor apacentar la grey del Señor” (123,5); esta es la suprema norma de conducta de los ministros de Dios, un amor incondicional, como aquel del Buen Pastor, lleno de alegría, abierto a todos, atento a los cercanos y premuroso con los lejanos (Cf. S. Agustín, Discurso 340, 1; Discurso 46,15), delicado con los más débiles, los pequeños, los simples, los pecadores, para manifestar la infinita misericordia de Dios con las confortantes de la esperanza(Cf. Id., Carta 95,1)” (Benedicto XVI Audiencia General, miércoles, 26 de mayo de 2010). Por lo tanto la Iglesia es de Cristo –es su esposa– y todos los Obispos en comunión con el Sucesor de Pedro, tienen la tarea y el deber de custodiarla y de servirla, no como patrones sino como servidores. El Papa en este contexto no es el señor supremo sino más bien el supremo servidor – “Il servus servorum Dei”; el garante de la obediencia , de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y al Tradición de la Iglesia poniendo de parte todo arbitrio personal, siendo también – por voluntad de Cristo mismo – “el Pastor y Doctor supremo de todos los fieles” (Can. 749) y gozando “de la potestad ordinaria que es suprema, plena, inmediata y universal de la iglesia” (Cf. Cann. 331-334).
Queridos hermanos y hermanas, ahora todavía tenemos un año para madurar con verdadero discernimiento espiritual las ideas propuestas y encontrar soluciones concretas a las tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar; para dar respuesta a tantos desánimos que circundan y sofocan a las familias, un año para trabajar sobre la “Relatio Synodi” que es el resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y discutido en esta aula y en los círculos menores. El Señor nos acompañe y nos guie en este recorrido para gloria de Su nombre con la intercesión de la Virgen María y de San José! ¡Y por favor no se olviden de rezar por mí!