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divendres, 7 de febrer del 2014

DOSSIERS...




Se cumple un año de la renuncia del papa Benedicto XVI

Francisco, con su gran popularidad, se arriesga a crear falsas expectativas | Bergoglio se beneficia de un estereotipo positivo; Ratzinger sufrió hostilidad | Los gestos osados y el estilo pueden llevar a creer, por error, en cambios doctrinales

Eusebio Val | Ciudad del Vaticano - LA VANGUARDIA - domingo 09.febrero.2014
Este martes se cumplirá un año de la sacudida tectónica que significó, en la Iglesia católica, la renuncia de Benedicto XVI. La perspectiva del tiempo y los acontecimientos dejan claro que la dimisión y la posterior llegada a la silla de Pedro de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano, con su empuje de cambio y renovación, son parte de un mismo proceso, una mezcla de ruptura y continuidad en la que no es fácil distinguir los confines de una y de la otra.
Funcionarios con muchos años de experiencia en la Santa Sede y veteranos vaticanistas aún están bastante perplejos por lo ocurrido, por esa extraordinaria transición de Joseph Ratzinger, el severo teólogo que, como dice el profesor Diego Contreras, de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, ha pasado "de infalible a invisible". No se entiende el fenómeno Bergoglio sin el gesto sin precedentes de Ratzinger.
La primavera vaticana ha cambiado el paradigma. En la prensa mundial -sin apenas excepciones- se ha impuesto un estereotipo positivo. Todo lo que Francisco hace y dice suele acogerse de modo positivo. Es casi el reverso de la medalla de Benedicto XVI. El papa alemán hubo de afrontar, desde el principio, una actitud crítica, incluso muy hostil. Sus largos años al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como guardián de las esencias y vigilante de la disciplina, habían construido de él una imagen de severidad, casi de intolerancia. Era el rottweiler vaticano. Le costó mucho cambiar esa percepción. Cualquier error reforzaba el estereotipo negativo.
El problema de Francisco es el opuesto. Lo han llenado de tantas alabanzas, que han dibujado en torno a su persona a un superhéroe moderno que corre el riesgo de no satisfacer las expectativas exageradas que ha generado. Bergoglio es también una consecuencia de la falta de líderes políticos internacionales de talla, del descrédito profundo de los dirigentes en muchos ámbitos, desde las finanzas hasta el deporte.
En conversaciones privadas con miembros de la curia se percibe cierta inquietud ante el peligro de que Francisco sea malinterpretado, de que sus osados cambios de estilo y sus gestos induzcan a pensar que habrá cambios doctrinales de calado.
Es un hecho, sin embargo, que el papa argentino, venido "del fin del mundo" -como dijo el día en que lo eligieron-, ha traído consigo, a Roma, una libertad inaudi- ta. Francisco ha sabido no quedar prisionero de los hábitos y las formalidades seculares. Ha sido capaz de afirmar su propia libertad en algunos detalles como su decisión de no vivir en el apartamento del palacio Apostólico sino en la Casa de Santa Marta, Alojarse con carácter permanente en esa especie de hotel le permite multiplicar sus contactos con personas diversas. Está menos aislado y le ayuda a tomar las decisiones con mayor conocimiento de la realidad
Francisco, que vivió en Argentina momentos sociales y políticos muy complicados, se desenvuelve bien en entornos turbulentos. Forma parte de su experiencia vital. Es bastante rápido en las decisiones y reduce al mínimo los formalismos. El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, no mantiene con el Papa encuentros periódicos prefijados sino que ambos despachan en los periodos libres entre las audiencias. Aclaran las cosas en pocos minutos, de pie. Esa forma de proceder hubiera sido impensable con Benedicto XVI.
Sería equivocado, no obstante, pensar que no ha habido continuidad. La misma idea, que pareció revolucionaria, de constituir un grupo asesor de ocho cardenales de todo el mundo -el llamado G-8 vaticano- surgió ya de Ratzinger, aunque no llegó a aplicarla. El papa alemán también inició la operación de limpieza y transparencia en el escándalo de la pederastia y en la gestión financiera en la Santa Sede. En esta última, Francisco ha introducido la fiscalización externa, contratando a varias de las principales empresas auditoras internacionales.
En la firme oposición a las guerras, Francisco sigue fielmente la línea de sus predecesores, pero mientras Juan Pablo II no logró parar las dos invasiones de Iraq (en 1991 y 2003), el actual papa sí obtuvo un gran éxito diplomático al contribuir a frenar el ataque a Siria, en otoño pasado.
Uno de los aspectos más interesantes del pontificado de Francisco -y ahí sí hay un elemento rompedor respecto a Benedicto XVI- será la influencia a largo plazo que tendrá en América Latina. Entre los consejeros del Papa se da por descontado que la Iglesia católica latinoamericana se sentirá más fuerte, con más autoridad moral, para intervenir en los debates políticos y sociales en sus países. Ya no tendrán detrás una Roma lejana sino un pontífice de la región, con ideas claras y un lenguaje muy comprensible. Bergoglio es un gran abanderado de la integración continental, que para él es "la patria grande". Piensa que ninguna otra región del mundo cuenta con tantos factores de unidad, y que vale la pena aprovecharlos al máximo.
En el terreno estrictamente religioso, hay quien piensa que puede producirse un proceso de reflujo de las comunidades evangélicas que en los últimos decenios se han extendido con fuerza en la región. Aunque Francisco abomina del concepto de proselitismo y tampoco le gusta demasiado la idea de "nueva evangelización" que lanzó Benedicto XVI, sí es posible que su figura ayude a la Iglesia católica a recuperar fieles que habían huido en masa a otras iglesias cristianas o a sectas evangélicas. "Hay que saber acompañarles de nuevo a casa", dijo recientemente, sobre esas personas, un alto cargo vaticano con responsabilidades para Latinoamérica.

Pájaros, pajaritos, pajarracos

El martes 11 de febrero se cumplirá un año de la imprevista renuncia del Papa Benedicto XVI. Una inédita decisión que causó gran impacto y que está teniendo importantes consecuencias. Hubo una señal en el cielo de Roma.

Enric Juliana - Madrid - LA VANGUARDIA
El vuelo de las aves es un viejo asunto romano. Desde muy antiguo, desde la fundación de la ciudad, los augures leían el vuelo de los pájaros y escuchaban atentamente su graznido, para adivinar el auspicio. La corporación de los augures llegó a ser una de las más potentes castas sacerdotales. Cuenta la leyenda que las aves intervinieron decisivamente en la fundación de Roma. Rómulo y Remo, hermanos gemelos de dinastía mitológica, no estaban de acuerdo sobre el lugar en el que debían construir su nueva ciudad, lejos de Alba Longa, donde habían nacido (antigua localidad latina, destruida por los romanos, se supone que cercana al actual Castel Gandolfo, residencia veraniega de los papas). Rómulo quería ubicarla en la suave colina que hoy se conoce como Monte Palatino; Remo, en la colina del Aventino. No se ponían de acuerdo los gemelos y decidieron dejarlo en manos del cielo. Quien avistase un mayor número de aves volando juntas, decidiría. Remo vio seis buitres trazando círculos. Rómulo vio doce y el primer perímetro de Roma se dibujó en el Palatino. Roma, ciudad de Rómulo. Pese al dictamen de las aves, Remo no estuvo conforme. Los dos hermanos pelearon y Remo murió como consecuencia de las heridas. Su hermano lo enterró piadosamente en el Aventino, donde el perdedor habría fundado una ciudad llamada ‘Remoria’.
El auspicio fue uno de los fundamentos de la vida romana. Ninguna decisión importante se podía tomar sin buenos auspicios, con el consiguiente poder de los augures, dueños y señores de una ‘ciencia’ interpretativa con registros verdaderamente infinitos. El cielo es ancho y metafísico. La autonomía ‘política’ de los augures era verdaderamente notable. Pronto tuvieron competidores. Empezaron a tener éxito en Roma otras adivinaciones basadas en signos más concretos. Los augures romanos sufrieron la competencia de los arúspices etruscos. Siguiendo una tradición de origen oriental, estos se habían especializado en la lectura de las entrañas de las aves y de otros animales sacrificados, preferentemente la forma y el color del hígado. Además de tener en cuenta los auspicios, el Senado romano se acostumbró a consultar a los arúspices de la vecina Etruria (actual región Toscana). El emperador Claudio al parecer aprendió el idioma etrusco para poder consultar mejor el dictamen de los arúspices. La actual interpretación de los posos de las tazas de café podríamos decir que deriva de aquella disciplina etrusca. Auspicios, augurios y presagios (señales que se presentan sin ser buscadas) daban forma a la psicología romana y nos ayudan a entender la fuerte impregnación supersticiosa que conserva la actual sociedad italiana. Nota común en los países mediterráneos, el presagio sigue siendo especialmente intenso en Italia. Una persona con fama de gafe (‘iettatore’ o 'sfigatto') puede llegar a tener serios problemas en algunas zonas del país. En Nápoles aún se cultiva la ‘smorfia’, un sistema de equivalencias para jugar a la lotería: cada sueño es un número. Un niño, 2; una fiesta, 20; un café, 42; el muerto que habla, 48; un jorobado, 57; la esposa, 63; el diablo, 77, un ladrón, 79; el miedo, el 90…
El romano actual ya no vive pendiente de las señales del cielo, pero algunas cosas que ocurren en el cielo todavía le impresionan.
Pronto hará un año, un ave metálica cruzó el cielo de Roma, con todas las televisiones del mundo siguiendo su recorrido y millones de personas en tierra intentado descifrar su significado. El Papa abandonaba la silla de San Pedro volando. La sorprendente renuncia de Benedicto XVI, el primer Papa de la Iglesia católica que abandonaba el cargo en vida desde la Edad Media (el primer precedente se remontaba a 1415, con la renuncia de Gregorio XII, en pleno cisma de Occidente.)
Un pájaro metálico sobrevolando el Vaticano el 28 de febrero del 2013 para conducir el Papa al retiro. Cuarenta y tres años antes, con casi medio siglo de anticipo, un genial director de cine, Federico Fellini había iniciado una de sus mejores películas, ‘La dolce vita’, con una secuencia que parece firmada por el más agudo de los augures romanos.
Es una escena inspirada en un hecho real: en Milán, el papa Pablo VI había presidido la ceremonia de traslado de una gran figura del Cristo Redentor, que fue transportada por un helicóptero. En ‘La dolce vita’, una historia existencialista con trasfondo católico, la escena del helicóptero habla de la irrupción de la sociedad del espectáculo en el corazón mismo de la tradición cristiana. Entre la ironía y el sarcasmo, los paparazzi siguen al helicóptero que transporta el Cristo con la misma pasión y alegría que por la noche perseguirán a las celebridades del cine –los nuevos ídolos- por Via Veneto y alrededores. Cuarenta y tres años después, el anciano Papa alemán –perdón, bávaro- abandona Roma por falta de fuerzas.
El Vaticano, sede de la comunidad religiosa que ha logrado una mayor perdurabilidad a lo largo de la historia, alterado por un hecho imprevisto y conmovido por el nuevo signo de los tiempos. Invierno del 2013, momento de crisis en la Iglesia católica. La Santa Sede romana, uno de los artífices de la derrota histórica del Kremlin comunista, corre el peligro de aparecer ante el mundo como un segundo Kremlin, repudiado por la nueva civilización de la ‘transparencia’. Los nuevo paparazzi siguen la pista de los documentos robados en el apartamento pontificio, que manos invisibles están poniendo a disposición de la industria del escándalo. El mayordomo del Papa ha sido detenido, acusado de robo –toda la ciudad da por supuesto que Paolo Gabriele, ‘Paoletto’ no ha actuado por iniciativa propia- y comienzan a circular ‘dossiers’ con supuestos documentos pontificios secretos. El Vaticano aparece ante las nuevas generaciones, alejadas de la vieja concepción vertical de la religión, como un un nido de intrigas. Durante su viaje a Cuba, en marzo del 2012, Joseph Ratzinger se da cuenta que le fallan las fuerzas y que la enfermedad le acecha. Es entonces cuando comienza a pensar seriamente en la renuncia. A la vuelta a Roma, la decisión está prácticamente tomada y sólo la conocerá un reducido círculo de colaboradores. Benedicto XVI decide abandonar para evitar un final de pontificado largo, agónico y tortuoso, plagado de maniobras y conspiraciones en la curia. El robo de los documentos ha sido toda una señal. Una mala señal. Joseph Ratzinger quiere evitar que el Vaticano se convierta en un segundo Kremlin, en un mundo que mitifica las transparencias y las paredes acristaladas. La renuncia puede favorecer la renovación.
Una decisión audaz que causará perplejidad. Una decisión imprevista que algunos de los sectores más conservadores del catolicismo aún hoy no han digerido. Fiel a su amor a la tradición, Benedicto XVI lo anunciará en latín, el 11 de febrero del 2013, en el curso de un colegio de cardenales ordinario, con pocos periodistas presentes. Sólo uno de ellos sabe latín. Una periodista, con un buen liceo clásico en su currículo. Giovanna Chirri, vaticanista de la agencia pública italiana Ansa, se encuentra de golpe ante una noticia fenomenal. Traduce. No se lo cree. Llama a sus jefes y tampoco se lo creen. Duda y al cabo de unos minutos envía un mensaje vía Internet.
Latín, scoop, Twitter. Una curiosa trinidad. Intelectual de rigurosa formación, Josep Ratzinger en una ocasión definió así, a la germánica manera, la época que nos ha tocado vivir: “En la actual fase de aceleración del tiempo histórico…”
Once de febrero del 2013. Hace ahora un año se ponía en marcha el proceso de elección de un nuevo Papa. Al cabo de un mes, el 13 de marzo, el cónclave elegía en la quinta ronda de votaciones –es decir, de manera relativamente rápida- al cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, jesuita renovador, propulsado por los cardenales americanos (del norte y del sur) ante las candidaturas de continuidad que había tejido la curia romana con el apoyo de influyentes cardenales europeos, sin hallar una única figura de consenso: las candidaturas del cardenal italiano Angelo Scola (arzobispo de Milán), del brasileño Odilo Pedro Scherer (muy vinculado a la administración curial) y del canadiense Marc Ouellet. Jorge Mario Bergoglio había sido el candidato alternativo a Joseph Ratzinger en el cónclave anterior (año 2005), con el apoyo del influyente cardenal de Milán, Carlo Maria Martini. Para no dificultar la elección de Ratzinger, Bergoglio pidió en un momento dado que todos los apoyos recibidos se dirigiesen al candidato favorito, a fin de no debilitar la autoridad del nuevo pontificado. Ese gesto de generosidad, en aquel momento muy valorado por todos los cardenales, sería decisivo en el cónclave de hace un año. Entre la segunda y la tercera votación se fraguó un gran consenso alrededor del prelado argentino. De ahí surgió Francisco, el Papa de una renovación inteligentemente propiciada por Benedicto XVI.
Pronto hará un año. Pronto se escribirán los balances de Francisco, el Papa que durante su primer año de mandato ha enamorado con sus gestos a las izquierdas laicas y a los principales medios de comunicación internacionales. Mientras se calibran la profundidad y el alcance de los cambios que el nuevo pontificado está gestando, el cielo de Roma ha dado trabajo a los augures. Señales. Algunas de ellas, inquietantes. El pasado 26 de enero, dos niños que acompañaban a Francisco en el ventanal del apartamento pontificio, soltaban dos palomas blancas como mensaje de paz dedicado a Ucrania. Al poco de haber iniciado su vuelo, las dos virginales palomas eran atacadas por un cuervo y una voraz gaviota. Ambas fueron devoradas por los depredadores. Los augures romanos quedaron lívidos.
Tres días más tarde, en la audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, se produjo una reparación simbólica. Un hombre se acercó al Papa con un loro verde en la mano. El Papa lo cogió y la fotografía dio la vuelta al mundo. El loro se llamaba ‘Amore’. Una imagen simpática que de alguna manera borraba la truculenta escena de las palomas atacadas por el cuervo y la gaviota. Los augures aún están discutiendo si la escena fue casual: un excelente presagio reparador; o un signo de los tiempos modernos, en los que lo casual algunas veces está muy estudiado: la genialidad narrativa de un guionista vaticano.
El loro se llamaba ‘Amore’. Curiosa coincidencia con otra gran película del cine italiano. En ‘Uccellacci e uccellini’ (‘Pajarracos y pajaritos’, 1966), Pier Paolo Pasolini hace hablar a los pájaros. Un cuervo, intelectual marxista y sabiondo, sorprende con sus largas peroratas a dos personajes algo estrafalarios y marginales, un padre y un hijo que caminan por los arrabales de Roma, agobiados por las deudas. El cuervo les habla de San Francisco de Asís y sus discípulos. En una escena sutil e irónica sobre la vida franciscana, los pájaros juegan en el cielo y preguntan por Dios. Atención a la escena: el diálogo de los frailes Ciccilio y Ninnetto con los pájaros es precioso.
Gran película de Pasolini, cuya ironía comienza con los títulos de crédito: una pieza que figura en los anales de la historia del cine.
(En la ‘smorfia’ napolitana, los pájaros son el 35. La Iglesia, el 84).


Anàlisi - El vaticà davant de la pederàstia

És l'hora d'actuar, Francesc

Sorpresa per la tèbia reacció del Vaticà a l'informe de Nacions Unides, que l'acusa d'haver encobert els casos de pederàstia

El papa Bergoglio té l'oportunitat de demostrar si l'Església oberta que proclama serà una realitat
Pepa Maso Serrano - EL PUNT AVUI  - dissabte 08.febrer.2014
L'ONU exigeix al Vaticà que deixi d'encobrir els casos de pederàstia dins l'Església. El papa ha de demostrar si el seu pontificat és realment renovador o si el poder continua en mans dels de sempre
La pederàstia és, sens dubte, la taca més bruta i infame de l'Església catòlica. Aquest dimecres, l'Organització de les Nacions Unides (ONU), a través d'un duríssim informe de la Comissió sobre els Drets de la Infància, va acusar el Vaticà d'haver permès i ocultat “desenes de milers d'abusos sexuals arreu del món”. L'informe assegura que la Santa Seu “no ha reconegut mai la magnitud dels crims sexuals” perpetrats per religiosos i ha anteposat la reputació de l'Església a la protecció de les víctimes. Per això, insta el Vaticà a prendre mesures immediates.
L'informe de l'ONU representa una fita històrica: mai abans cap ens oficial havia gosat dir al Vaticà com havia de comportar-se en un tema tan delicat com els abusos sexuals a menors. La reacció que ha tingut la Santa Seu, però, no ha estat a l'altura de l'actitud dialogant i oberta que ha mantingut Bergoglio des de l'inici del seu pontificat: el Vaticà s'ha mostrat sorprès i irritat pel que ha considerat una intromissió. Tanmateix, l'informe és en realitat l'oportunitat d'or per a Francesc de demostrar que realment vol canviar l'estat de les coses i esdevenir el primer papa que actua amb fermesa contra la pederàstia. Només hauria de seguir les directrius que marca l'informe, la qual cosa significaria, ni més ni menys, complir amb la Convenció Internacional dels Drets de la Infància que el mateix Vaticà va ratificar el 1990.
Què hauria de fer Francesc, doncs, ara? Primer de tot, assegurar-se que la comissió que ell mateix va instaurar a finals de l'any passat per a “la protecció dels drets dels menors” investigui de manera independent tots els casos d'abusos. La Santa Seu hauria de permetre la participació en aquesta comissió a la societat civil i a les associacions de víctimes i fer-ne públics els resultats. De manera immediata, s'haurien de retirar de l'activitat religiosa tots els qui hagin realitzat abusos o en siguin sospitosos. Posar fi a la pràctica de traslladar els agressors d'un destí a un altre. I, sobretot, si es coneixen situacions d'abusos, contactar les autoritats judicials. El Vaticà hauria de garantir, a més, transparència en l'entrega d'informació sobre els casos de pederàstia per tal de poder posar en coneixement de la societat quins agressors continuen en contacte amb nens.
Un altre pas important que hauria de fer la Santa Seu és modificar la llei de dret canònic per tal que l'abús de menors sigui considerat un crim i no “una ofensa contra la moral”, i al mateix temps eradicar les disposicions que imposen silenci tant a les víctimes com als testimonis del delicte. El Vaticà hauria també d'establir mecanismes obligatoris i clars per a tots els capellans, i personal religiós en general, perquè notifiquin les sospites d'abusos i perquè l'obligació de denunciar estigui per damunt de qualsevol manament escrit en la llei de dret canònic. En definitiva, el que hauria de fer el sant pare és posar fi a la situació actual en què el Vaticà es troba “més enllà” de la justícia civil. Adequar-se al món, formar-ne part i respectar-ne les lleis.
El mediàtic papa Francesc té tots els reflectors apuntant-lo. Ha estat escollit el personatge de l'any per la revista Time, portada de la revista Rolling Stone i la seva popularitat és inqüestionable. El 86% dels italians, segons una enquesta realitzada el mes passat per l'institut d'estadística Demopolis, confien “molt” en ell. Des que existeixen els sondejos, mai cap persona havia aconseguit un nivell de confiança tan elevat a Itàlia. Preguntats sobre què valoren més de Bergoglio, els italians responen am unanimitat: “La seva atenció pels desemparats, pels més dèbils.” Hi pot haver un ser més dèbil i desemparat que un infant sotmès a abusos sexuals per part d'una figura que teòricament encarna l'autoritat moral?
Bergoglio va dir fa poc que li pertoca, “com a bisbe de Roma, estar obert als suggeriments orientats a un exercici” del seu ministeri “que el faci més fidel al que Jesús va voler donar-li”. Els catòlics de tot el món, les organitzacions de drets humans i els supervivents d'abusos sexuals estan expectants davant la reacció del pontífex a l'informe de l'ONU, prevista properament. L'esperança rau en què, a diferència dels seus predecessors, Francesc no es limiti a escoltar els suggeriments rebuts per combatre la pederàstia sinó que els posi en pràctica.
Del coratge que demostri Bergoglio en aquest assumpte en depèn no només la seva credibilitat sinó la dignitat de l'Església i, a llarg termini, probablement també la supervivència de la institució, que no es pot permetre continuar mirant cap a una altra banda. En la societat de la informació, per sort, els abusos sexuals a menors en el si de l'Església han deixat de ser bàsicament un tabú per a les víctimes, aclaparades pel dolor que vivien en silenci, per passar a ser la vergonya dels agressors i dels seus còmplices. No es pot continuar amagant el cap sota l'ala davant d'un escàndol que, a hores d'ara, ha pres una dimensió mundial.







Teólogos y vaticanistas evocan la renuncia al papado de Benedicto XVI

"Un gesto profético, que cambió la historia de la Iglesia"

Mañana se cumple un año del momento en que Ratzinger anunció su marcha

Benedicto XVI actuó con la sensibilidad moderna que ensalza con entusiasmo el valor de la libertad, y con sensibilidad evangélica pues todos hemos sido puestos en manos de nuestra propia decisión
Jesús Bastante - RELIGIÓN DIGITAL 10 de febrero de 2014

Mañana se cumple un año del histórico anuncio de la renuncia de Benedicto XVI. El "barrendero de Dios" indicaba, en perfecto latín -tanto, que pocos de los presentes en la audiencia lo advirtieron-, la decisión que marcaría un antes y un después en la vida de la Iglesia, y que hizo posible la llegada al solio pontificio del huracán Francisco.
¿Qué significó este gesto? ¿Qué supuso para la Iglesia y la sociedad? Teólogos, vaticanistas y expertos rememoran qué sintieron en ese momento sin parangón. Dolores Aleixandre, Xabier Pikaza, José María Castillo, Pedro Miguel Lamet, Jesús Espeja, Paloma Gómez Borrero o José Ignacio González Faus nos hacen su particular balance de la marcha más sonada de la historia reciente de la Humanidad.
 Éstas fueron las preguntas:
1/ ¿Qué sintió y pensó, cuando, hace un año, Benedicto XVI hizo pública su renuncia?
2/ ¿Cómo calificaría esa decisión del Papa Ratzinger?
3/ ¿Qué supuso, a su juicio, para la Iglesia y para el mundo?

§  Dolores Aleixandre, teóloga y escritora
"En la Iglesia lo esencial es sólo el Evangelio"

Sentí sorpresa y alivio. Tuve la sensación de que lo que parecía inmutable, mutaba, lo atado se desataba, lo impensable acontecía, y lo petrificado se derretía. Se estaba abriendo una grieta por la que felizmente se colaba todo eso que pertenece y acompaña a nuestra condición humana: la normalidad de la jubilación, la aceptación de la caducidad de la vida y de los límites del envejecimiento... Los papas. que parecían estar a salvo de todo eso, bajaban ahora un escalón que les hacía pisar, al menos en esto, la tierra de la normalidad. Y lo más importante: se reconocía implícitamente que en la Iglesia lo esencial es solo el Evangelio y todo lo demás es revisable, cuestionable, reversible y adaptable.

§  Jesús Espeja, teólogo dominico
"El régimen de la Iglesia no es de monarquía absoluta"

1. Sentí que su gesto implicaba una novedad en la historia de la Iglesia y en el ejercicio del ministerio peculiar del obispo de Roma, Sucesor de Pedro. Fue novedosa la renuncia pues la costumbre tradicional era la permanencia en el cargo hasta la muerte. Al mismo tiempo con su renuncia voluntaria Benedicto XVI manifestó que ejercicio del ministerio papal podría tener un tiempo limitado como el ministerio de los demás obispos.
Pensé también en el significado plurivalente del gesto. Primero, renunciando libremente, Benedicto XVI actuó con la sensibilidad moderna que ensalza con entusiasmo el valor de la libertad, y con sensibilidad evangélica pues todos hemos sido puestos en manos de nuestra propia decisión. Segundo, esa renuncia me sugirió que el obispo de Roma debe jubilarse a la misma edad que los demás obispos. Tercero, que el régimen de la Iglesia no es de monarquía absoluta, y que hay dar relieve tanto a la colegialidad de los obispos como a la consistencia de las iglesia locales, que son la única y verdadera Iglesia de Jesucristo
2. Califico esa decisión como profética. Portavoz de lo que Dios quiere: necesidad de corresponsabilidad en de todos los bautizados en la Iglesia y necesidad de revisar las formas que todavía hoy reviste el ejercicio del ministerio papal. El Vaticano II destacó la imagen de la Iglesia como pueblo de Dios donde todos los bautizados, cada uno desde su puesto y con su propio carisma, debe ser sujeto responsable y activo en la vida y misión de la Iglesia; el ejercicio del primado que ostenta el obispo de Roma debe ser articulado en la Iglesia misterio de comunión. Por otro lado desde la Edad Media el ejercicio de este ministerio vine revestido con apariencias de poder. Ya Pablo VI reconoció que el ejercicio del ministerio papal es el mayor obstáculo en el camino hacia la unidad de la Iglesia. Y Juan Pablo II pidió la colaboración de obispos y teólogos para buscar las formas que debe revestir este ministerio en ordena prestar un servicio de fe y de amor reconocido por unos y por otros. La renuncia de Benedicto XVI abrió la puesta para esta necesaria revisión.
3. A mi juicio, para el mundo la renuncia de Benedicto XVI supuso un cambio de imagen respecto a la figura del papa; caminando como los demás mortales y vulnerable a las inclemencias del tiempo. Siempre desde mi perspectiva, en esa renuncia vislumbré un signo de que comenzaba para la Iglesia una tercera etapa postconciliar. Hubo una primera etapa de alegría y entusiasmo, con una buena dosis de optimismo ingenuo. En una segunda etapa declarada explícitamente hacia el 1980 la administración central de la Iglesia reaccionó frenando para evitar desviaciones en la teoría y en la práctica; ha sido un periodo de divisiones y conflictos en el interior de la misma Iglesia. La renuncia de Benedicto XVI deja espacio libre para iniciar una nueva etapa donde, admitiendo la pluralidad, procesemos con ánimo sereno orientaciones fundamentales del Vaticano II que fomentarán la comunión entre todos los cristianos y garantizarán la presencia pública de la Iglesia evangelizadora en el mundo.

§  Paloma Gómez Borrero, periodista y vaticanista
"Estaba cada vez más débil, más angustiado"

1) Debo reconocer que no me cogió de excesiva sorpresa, después de estallar Vatileaks y de leer la respuesta del papa al periodista Seewald en el libro "luz del mundo", pensaba que el papa no descartaba la posibilidad de renunciar. En el libro lo afirmaba claramente "no solo puede hacerlo, sino que debe hacerlo "fue la respuesta que dio a esa pregunta... Fue una decisión muy meditada diversa de la que mantuvo Juan Pablo ll... A medida que se descubrían los escándalos en la curia que , pudimos leer cartas inquietantes en el libro Santidad , la conducta del mayordomo Paolo, fotocopiando documentos, papeles ,escritos personales de la casa del papa... veíamos como todo ello influía y se traslucía en el físico de Benedicto XVl. El papa estaba cada día más débil, más angustiado. No tenia fuerzas para llevar el peso del papado y además creo que el resultado del informe secreto que mando elaborar a los 3 cardenales a los que les encargó la investigación fue determinante. Meditó, reflexionó y rezó mucho, antes de renunciar, pero no lo dudó un instante..."Debía hacerlo y lo hizo!.... solo esperó a anunciarlo, en Cuaresma para que en la Pascua ya pudiera haber sido elegido su sucesor. Cuando escuché sus palabras en latín , no lo comprendí hasta que
dio la noticia medio llorando, la colega del Ansa que estaba en la sala de prensa del Vaticano siguiendo el consistorio en el que se informaban sobre decretos de nuevos santos italianos. Me quedé, como el mundo entero, angustiada pero ,de verdad , no me sorprendió; solo me desconcertó el momento y la manera de comunicarlo...
2) La decisión fue coherente, revolucionaria, de una humildad y un valor extraordinario. Un gesto profético que cambia la historia de la Iglesia. Cuando sobrevolaba la cúpula de san Pedro el helicóptero llevando vivo, al Pontífice, rumbo a Castelgandolfo, cuando se cerro el portalón de la villa pontificia y la Guardia Suiza dejo el lugar porque ya Benedicto , no era el papa...reconozco que se me puso un nudo en la garganta y pensé que nos había dejado un ser extraordinario, grandísimo, capaz de un gesto sin precedentes Benedicto sentía sin duda el peso de su decisión pero debía hacerlo y no lo dudò un instante.
3)Pienso que ahora con la elección de papa Francisco , las reformas tan necesarias y urgentes se llevaran a cabo con relativa rapidez, según los habituales ritmos del Vaticano Papa Francisco ha leído el informe secreto del Vatileaks y ha nombrado ese G 8 de cardenales para que colaboren en una tarea difícil pero no imposible . Le ayuda la simpatía que despierta, su cercanía, sus gestos , su talante latino y como dice el refrán mas vale caer en gracia...y papa Francisco cada día levanta más entusiasmo y aplausos. En la Iglesia con Francisco hay continuidad, pero hay una sencillez de lenguaje, una forma llana de ejercer el ministerio, que atrae enormemente. Se ha convertido en el personaje amado incluso por quienes nunca alabaron a la Iglesia. Papa Francisco lo sabe y aprovechará su momento para trasmitir el mensaje de Cristo. A una sociedad en crisis de valor, pero también de esperanza y de ilusión, insiste en la ternura, en el amor, en el perdón y la misericordia, cuatro pilares para sostener a un mundo que, en lo más recóndito de su alma, siente que tiene hambre de Dios. Por supuesto habrá cambios, pero no en la doctrina y en los principios inmutables que la Iglesia defiende y predica porque los ha recibido de Cristo.

§  Pedro Miguel Lamet, escritor y jesuita
"El momento más sublime, más evangélico y más ejemplar de la vida de Benedicto XVI"
1.- Después de la sorpresa sentí que asistíamos a un hecho único en la Historia de la Iglesia y que detrás estaba ocurriendo un auténtico terremoto en el Vaticano. También, dado el contexto de noticias negativas y escándalos, como los vatileaks, la corrupción, la pederastia y sobre todo la enorme división interna de la comunidad, que no se trataba de una decisión a la ligera, sino incluso de una necesidad, la gota de agua que colma el vaso y, por todo ello, el fin de una época de involución respecto al Vaticano II.
2.- Como el momento más sublime, más evangélico y más ejemplar de la vida y el pontificado de Benedicto XVI. Pero sobre todo me conmovió la forma como lo hizo: su sencillez, su discreción, lo medido de sus palabras, la sobriedad de sus gestos y la coherencia de su decisión con un silencio admirable al que se ha reducido desde entonces. Creo que Ratzinger ha salvado a la Iglesia, negándose a sí mismo, entregándose a ella usque ad mortem. Sin duda, como dijo, estaba agobiado, no podía resistir más la presión, pero este paso ha elevado la categoría de un papa continuista, aunque más equilibrado y justo en sus decisiones pastorales que el anterior, a una figura clave y decisiva de la historia contemporánea de la Iglesia.
3.- Primero un parón a un periodo de divisiones, corrupción y decadencia. Segundo un ejemplo para el mundo en el que nadie, ni gobernantes, ni políticos, ni empresarios, abandona su poltrona o su puesto de mando. Tercero, la apertura a lo nuevo, lo inesperado y al posible viento del Espíritu, con consecuencias que ni él mismo podía pronosticar. Cuarto, demostrar que la denuncia es factible cuando se empeña en ello la propia vida. Y quinto: que en la Iglesia de Dios, pese a sus limitaciones y pecados, el legado evangélico de Jesús sigue vivo y que su fuerza nace de lo pequeño, del grano de trigo que muere, o del de mostaza que llega a ser gran árbol.

§  José Ignacio González Faus, teólogo jesuita
"La última arma que le quedaba a un Papa honrado ante una curia menos evangélica" 
1.- Me alegré. No ya porque algunas cosas de su pontificado no acabaran de gustarme sino porque intuí que no era un gesto de cansancio o de debilidad, sino la última arma que le quedaba a un papa honrado ante una curia menos evangélica.
2.- Lo más revolucionario de su pontificado. Y una prueba desesperada de honestidad.
3.- No la dimisión sola sino la documentación aquella secreta que vieron los cardenales, me parece que debió ser determinante en el conclave. No sé cómo terminará toda esta promesa. Pero lo que me parece tan llamativo es que un papa que no está haciendo más que lo normal que debería hacer cualquier sucesor de Pedro, cause tanta admiración y resulte tan extraordinario. Eso me parece un índice de lo mal que estaba nuestra santa madre iglesia.

§ 
José M. Castillo, teólogo
"La renuncia de Ratzinger ha sido el punto final de una Iglesia sin gobierno"

1.- Pensé en el Papa. Pensé en el Papado. Y pensé en la Curia. Del Papa Ratzinger, lo primero que pensé es que lo ha tenido que pasar muy mal, para verse en la situación de tener que aceptar que lo mejor (para él y para la Iglesia) era quitarse de en medio. Una persona que, en un cargo de tanta entidad, se ve obligado a tener que aceptar que lo mejor es irse, sin duda alguna, es una persona sobrecargada por un peso insoportable. Es de elogiar, y elogiar mucho, el acto de humildad y despojo que Benedicto XVI ha dado al mundo. Porque no son frecuentes los supremos gobernantes que aceptan renunciar a un cargo de tanta importancia. Del Papado, lo que pensé es que - como ya he dicho - es un cargo que, tal como está organizado y funciona, es un cargo inhumano, para la persona que lo ejerce. Y es, además, un cargo dañino para la Iglesia. Una institución de 2.200 millones de creyentes que pretende concentrar el poder en un solo hombre, no consigue semejante despropósito. Y, lo que es peor, puede verse en una situación de dejación del poder, es decir, puede verse como una enorme institución sin gobernante ni gobierno. De la Curia, lo que se me ocurrió es que, en muchas cosas importantes, manda más que el Papa. Lo que expone a la Iglesia entera al peligro constante de verse en situaciones sin salida. O con una salida que no es precisamente ejemplar.
2.- Yo creo que fue una decisión seguramente inevitable y, en todo caso, ejemplar. Este hecho da pie para sospechar que lo más probable es que el Ratzinger llegó a la convicción de que él no podía ni con el cargo ni con la carga que representa el Papado en este momento. Por esto he dicho que la renuncia del Papa fue una decisión inevitable. Fue, además, ejemplar. Pero hubiera sido enteramente ejemplar, si Joseph Ratzinger no se hubiera quedado a vivir en el Vaticano. A no ser que exista una norma secreta que así lo disponga. Cosa que dudo y que el mismo Papa podría también anular. El que abandona un cargo es enteramente ejemplar si, en la medida de lo razonable y lo posible, explica las razones que han motivado la renuncia. Y, dada la explicación más completa posible, se quita de enmedio y renuncia a cualquier forma de protagonismo.
3.- Como ve todo el mundo, la renuncia de Ratzinger ha sido el punto final de una Iglesia sin gobierno. Insisto en la ejemplaridad del Papa Ratzinger, en lo que estaba a su alcance. Fue un hombre ejemplar. Pero con una ejemplaridad que habría sido un modelo a imitar siglos atrás. En este momento, la situación le superaba.

§  Xabier Pikaza, teólogo
"Aún no tenemos tiempo suficiente para valorarla"

1.- Me llamó Matilde de Palma: "Mira las noticias...". Miré en el PC y estaba allí, en todos los medios, que no sabían decir otra cosa. ¿Qué sentí? Compartí la noticia con Mabel y con algún amigo, y sentí una gran tristeza, un alivio, una pena.
Tristeza porque descubrí de pronto, con toda claridad, que Ratzinger había fracasado como Papa, no había sido capaz de "enderezar" la Iglesia con su propuesta de retorno a sus fuentes... La Iglesia seguía sus cauces, sin hacer caso de lo que el Papa dijera, por más que sus discursos fueran precisos y bien organizados, sus gestos muy medidos, sus libros profundow... El problema del gran clero le superaba, no supo poner orden en su casa. Se le rebelaron los enanos, eso pensé. No ha podido, añadí. Y me quedé triste. Porque en el fondo quería y quiero a Ratzinger
Sentí alivio, porque supe que una etapa de dirección eclesial unificada con gran teología y derecho, desde arriba, con un papa germano había terminado. No pudo ser como su predecesor alsaciano León IX (Bruno de Egisheim-Dagsburg, 1049-de 1054), papa fuerte, soldado-reformador, iniciador de la Reforma Gregoriana... No pudo ser, renunciaba. Y sentí que la Iglesia podía volver a su origen, para ser ella misma, tras el fracaso final de esa reforma gregoriana, iniciada por un papa alemán. Sentí que podría recuperarse, quizá, una parte de las fuerzas perdidas en empresas locas (dislocadas), como en lo referente a la teología de la liberación, a la secularización (canónica o de facto) de gran parte del clero... Podía, quizá, empezarse de otra forma, terminando el ciclo de la reforma gregoriana, iniciada precisamente por un emperador (Enrique III) y un papa germano.
Pero descubrí que me nacía, al mismo tiempo, una gran pena, por él, Ratzinger, causante directo/indirecto de algunas de mis tribulaciones teológicas, pues no supo o no quiso o no pudo hacer...lo que en él fondo quizá deseaba (como había propuesto en sus trabajos teológicos de los años sesenta, de joven profesor). Tuve pena por él en persona (estaba leyendo sus trabajos tempranos sobre la Iglesia como fraternidad), y por una institución secular (de siglos y de siglo/mundo) como es el Vaticano. Pena y rabia pues me parecía que debía haber sido él mismo (Ratzinger) quien hubiera rasgado el corsé que se había impuesto más tarde como defensor de una "ortodoxia" más artificial que evangélica (como director de la Congregación para la Doctrina de la fe, en los años ochenta y noventa), un corsé que después había extendido a la Iglesia entera como Papa... Tuve pena, pues debía haber sido él mismo quien soltara el lastre, y se atreviera a nadar en libertad (como se dice de Pedro, que se desnudó y se echó al lago de Galilea, a la llamada de Jesús); podía haber sido él mismo, el hondo Ratzinger primero, quien dejara que la iglesia volviera al lago de Galilea, a los primeros amores...
2.- Necesité algo de tiempo para situarme. Había terminado de redactar un juicio académico sobre su tercer libro de Jesús (Evangelio de la Infancia), que ha aparecido en varias lenguas (en la revista Concilium), donde presentaba mi visión de conjunto del Jesús del Papa
Con la lectura fresca de su Jesús pensé que él (Ratzinger) no había llegado a descubrir la novedad radical de la Encarnación del Logos de Dios, sino que había dejado un tipo de Logos sobrevolara sobre la realidad concreta de la vida y de la iglesia. Supe que su último bagaje teológico/pastoral (y su forma de entender el cristianismo como fortaleza asediada) le habían impedido dejar en libertad el evangelio, sobre el mar del mundo. Por eso pensé que en el fondo era bueno que renunciara, aunque tenía mis dudas. Me vino a la mente la imagen de la renuncia del papa Celestino (1294), a quien Dante acusa de haber hecho "il gran rifiuto": No fue capaz de realizar como Papa aquello que quizá había entrevisto. Su renuncia fue personal (¡no se sentía con fuerzas!), pero también institucional (estaba diciendo que algo debía cambiarse en el rumbo de la nave de la Iglesia).
Pero no estaba seguro: quizá la renuncia de Ratzinger (Benedicto, Benito) no fue un "rifiuto" (un puro rechazo, una negación), sino más bien un reconocimiento de su debilidad, de su incapacidad para enfrentarse con los problemas reales de la iglesia, empezando con los que están más vinculados con temas sociales y de organización mundial de las comunidades y terminando con aquellos que están más referidos a las otras teologías posibles y a los cuervos reales del Vaticano. Renunció porque se sintió débil, para que otros tomaran la carga y dieran otros pasos, y eso es lo que ha sucedido. Así lo escribí en algunas contribuciones de mi blog por aquellos días, haciendo un balance de su aportación teológica, curial (como Prefecto de la Congregación de la fe) y papa. Renunció porque en el fondo de su gran "fortaleza" externa me parecía un hombre débil, un pensador que no se atrevió a poner en marcha los poderes que él tenía, para volver al evangelio.
Fue una decisión valiente (¡yo no puedo!) y al mismo tiempo temerosa (¿cobarde?): No quiso enfrentarse con los problemas, y así se retiró, para que los arreglaran otros, dejando a su sucesor una carpeta con los temas no resueltos, que quizá debía haber resuelto él mismo... Y así se fue, con toda la gala del mundo, disponiendo los pasos y momentos de su despedida, hasta el autogiro que le llevó en medio de un gran despliegue mediático desde las piedras del Vaticano a la ribera del lago de Albano. Tuve una sensación de gran perplejidad, y la conservo todavía. He pasado por algunas oficinas de la Roma vaticana (allá en los años 80 del siglo pasado), entre la Congregación de Universidades y la de la Doctrina de la Fe, que era la de Ratzinger. Supe que las cosas en aquellos lares iban "piano piano", de un modo casi inflexible, como una rueda que vuelve siempre a lo mismo... Hacía falta romper la rueda, para volver a la libertad de la barca de la fe. No sabía si la decisión actual de Ratzinger podría contribuir a ello.
3.- Para el mundo supuso una noticia más, una noticia larga, que duró hasta su retiro junto al lago y hasta la elección de Francisco. El universo mediático está ávido de noticias, y todavía sigue de algún modo con ésta de la renuncia de Ratzinger, por lo Francisco ha supuesto de renovación. Pero ése es otro tema.

Es pronto para valorar. Un año es poco tiempo en los ciclos seculares de la Iglesia. Por eso, volviendo a lo que supuso la renuncia de Ratginger debe afirmar que aún no tenemos distancia suficiente para valorarla. Los grandes gestos necesitan un tiempo, eso que en lenguaje de Iglesia se llama "receptio": Cómo son recibidos, cómo son reelaborados. Al menos yo, no sé los problemas reales que había en el Vaticano, los posibles enfrentamientos de grupos... Tampoco conozco de verdad las miras y los temas de fondo de una institución como es el Vaticano, que ha de estar al servicio del evangelio (¡y estoy convencido de que Ratzinger quería servir al evangelio!), pero que de hecho está cautiva de sus propias ataduras de poder. Porque el poder libertad para hacer, pero ata mucho más. Y el Papa Ratzinger se sintió sin duda atado, y por eso renunció.
Nos hallamos todavía en plena receptio, de tal forma que aún no se ha decidido el sentido de aquella renuncia, porque la historia no es lo que ha sido en el pasado sin más, sino lo que ella impulsa y posibilita en el futuro. (a) Y en ese hacerse de la historia algunos quieren que aquello (la renuncia) quede en nada. Hay muchos que quieren que todo siga como estaba, diciendo que aquello fue sólo un momento pasajero en la permanencia del sistema: "Que cambie todo para que todo siga igual". Éstos son los que quieren apagar el fuego de aquella renuncia, cegar el foso de aquel gran salto... (b) Otros en cambio quisiera que aquella renuncia implique un cambio fuerte... y por eso apelan a Francisco, un Francisco a quien quieren presentar como renovador de todo, un anti-Ratzinger..
La pelota está en el tejado de la máquina curial del Vaticano (que podría cambiarse con un duro golpe de timón...), y en el tejado de nuestra propia conciencia y decisión de cristianos de base, que quisiéramos cambiar un poco (o un mucho) las reglas de juego que implica el evangelio, dentro de la Iglesia. Esto del tema de la pelota que cae y que rueda nos lleva a la gran profecía de Dan 2, donde se dice que piedra redonda que baja del monte y que rueda es capaz de echar abajo la gran estatua del poder social o religioso. Quizá la renuncia del Papa Ratzinger puso en marcha esa pelota/piedra (signo del papado), que volteará la estatua inmensa y permitirá que todos puedan dialogar mano a mano, corazón a corazón, sobre el lago y la colina de Jesús. Por eso, en vez de decir "qué supuso" tenemos que preguntar "qué debe suponer, qué supondrá...". Esta pelota/guijarro del evangelio está en nuestro tejado, en el tejado de la gran Iglesia. De nosotros depende que el humo de la vieja chimenea del Vaticano sea blanco o negro.

El Papa Francisco, más de un año después

Antonio Tarabini - DIARIO DE MALLORCA - lunes 10.02.2014
La elección del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio fue una esperanza para buena parte de los católicos. Representaba aires nuevos en sus mensajes, en sus gestos, en sus actos, precisamente en unos momentos en que la Iglesia católica se encontraba, y sigue encontrándose, en una difícil encrucijada en un mundo y una sociedad abierta, cambiante y convulsa: o enclaustrarse en sus esencias en actitud defensiva o apostar por reencontrarse en sus raíces evangélicas.
Los retos eran, y siguen siendo, claros. Una estructura eclesial (Vaticano, conferencias episcopales, cardenales, obispos, monseñores) anquilosada y convertida en simples organizaciones de poder, cuyo máximo modelo es la curia vaticana. Una pastoral y evangelización basada en normas, donde se pretende que el pecado sea delito, y el pecador delincuente. Realidad que choca frontalmente no sólo con una sociedad adulta y laica, sino también con determinados (no todos) movimientos de base y con la presencia activa de buena parte de los católicos ubicados en zonas fronterizas y de conflicto.
Ha transcurrido más de un año desde su elección y comienzan a oírse voces, incluso dentro de la Iglesia, de cierta desilusión respecto al Papa Francisco. Y así lo pone de manifiesto el último número de Quaderns Gadeso (número 248) dedicado a analizar y evaluar la religiosidad en nuestra comunidad, especialmente de los que se autodefinen como católicos. Comienzan a disminuir las opiniones positivas respecto al Papa Francisco. No se perciben, más allá de los gestos y buenas palabras, acciones eficaces de reformas. Siguen pendientes temas tales como actuar contra los casos de abusos a menores (94%), redefinir el papel de la Iglesia en la sociedad (79%), los temas financieros y económicos, Banco Vaticano, financiación de iglesia (57%), reforma de la curia vaticana (40%), y suma y sigue.
En la misma publicación, de la que ofrece una sinopsis en este mismo periódico y a la que puede acceder gratuitamente en gadeso.org, se percibe que disminuye año tras año el porcentaje de los que se declaran como católicos, aunque siga siendo mayoritario (63%). Pero, a su vez, únicamente un 50,8 % se considera practicante. Y sólo un 35,6% de los practicantes manifiestan cumplir con el deber de la misa dominical y de días festivos, lo que representa únicamente entorno a un 14% del conjunto de ciudadanos de Balears. Tal desafección se manifiesta de manera clara y en aumento entre los jóvenes. Se incluye una tabla muy significativa donde se visualiza, según datos oficiales, la relevante disminución de alumnos matriculados en la asignatura de religión, por niveles educativos y naturaleza de los centros.
Finalmente se refleja el posicionamiento de los ciudadanos y ciudadanas de nuestra comunidad en situaciones sociales, donde la Iglesia tiene y mantiene una opinión propia y diferenciada. Un 99% acepta el divorcio, un 78% vivir en pareja sin estar casados, un 71% la actual ley vigente sobre el aborto, un 63% la eutanasia pasiva, y un 79% están en contra de los posicionamientos de la Conferencia Episcopal española.
Regresando al inicio. Más de uno tiene la impresión, y los hechos lo confirman, que al Papa Francisco le están metiendo goles por la escuadra. El penúltimo las declaraciones del recién nombrado cardenal por el Papa, donde reafirma que la homosexualidad es una enfermedad que tiene remedio. En breve tendrá que afrontar el cambio de la cúpula de la Conferencia Episcopal española dominada por el integrismo de Rouco Varela.
En nuestra diócesis mallorquina, el nuevo obispo parece más comunicativo y cercano. Su vicario general, Antoni Vera, en unas recientes declaraciones en diversos medios se "mojaba" en diversos temas conflictivos. Caritas, y alguna otra ONG de matriz católica, están ubicadas en primera línea ante situaciones flagrantes de injusticia. Pero el camino es largo y sinuoso. Reubicarse en una sociedad secularizada, sin que se confunda el laicismo con una "persecución" a la iglesia y a sus creencias, aceptando la mayoría de edad y la autonomía de sus fieles. Reformar las estructuras propias, que no puede reducirse a un cambio de cromos y de caras. Repensar los contenidos y formas de evangelización. Comprometerse con los problemas reales de los ciudadanos (católicos o no) sujetos a situaciones graves de injusticia, falta de libertades, e inmersos en el sálvense el que pueda. Sin prisas pero sin pausas, y teniendo en cuenta que obras son amores y no buenas razones.





1.- La ONU exige al Papa que entregue a los pederastas y blinde a los niños

En un duro informe, acusa al Vaticano de poner a los menores en “alto riesgo de abuso sexual”

Roma se defiende: “Es un ataque al ejercicio de la libertad religiosa”

Pablo Ordaz Roma 6 FEB 2014 - EL PAIS
Ya no son las víctimas, ni los periódicos, ni siquiera el propósito de enmienda —tímido y tardío—que Benedicto XVI ensayó en la agonía de su papado. Ahora es nada más y nada menos que la Organización de Naciones Unidas (ONU) la que, a través de un durísimo informe de la Comisión sobre los Derechos del Niño, acusa al Vaticano de haber dejado solos a los niños en manos de los sacerdotes pederastas. La ONU acusa a la Santa Sede de no haber reconocido jamás “la magnitud de los crímenes sexuales” cometidos por parte de sus religiosos y de “no haber tomado las medidas necesarias para proteger a los menores”. El resultado, según la comisión, es espeluznante: los abusos “se siguen cometiendo de forma sistemática mientras la inmensa mayoría de los culpables disfruta de total impunidad”. La Comisión sobre los Derechos del Niño exige al Vaticano que “destituya de sus cargos y entregue a la policía a todos aquellos que sean culpables de abusos sexuales a menores”, para lo cual pide que haga público el contenido de sus archivos.
Hay párrafos del informe, dado a conocer ayer en Ginebra, que señalan directamente a la jerarquía católica como responsable de las “decenas de miles de casos” que se han producido y se siguen produciendo. Según asegura la ONU ahora, y ya antes habían denunciado hasta la saciedad —y ante la sordera de la Iglesia— las víctimas de pederastia, el Vaticano ha utilizado desde hace décadas la táctica de transferir “de una parroquia a otra, o a otros países, a abusadores de niños bien conocidos, en un intento por encubrir sus crímenes”. Una práctica “documentada por varias comisiones nacionales de investigación” que, además de revestir a los culpables de total impunidad, provoca un efecto aún más devastador: “La movilidad de los responsables”, explican los expertos del Comité sobre los Derechos del Niño, “ha permitido a muchos sacerdotes mantenerse en contacto con menores y continuar abusando de ellos. Hay todavía muchos países donde los niños siguen padeciendo alto riesgo de abuso sexual. Se ha reportado —insiste el informe— que decenas de responsables de abusos sexuales siguen en contacto con niños”.
La presidenta del Comité, la noruega Kirsten Sandberg, realizó unas declaraciones a la altura de la dureza del informe: “El Vaticano infringe la convención sobre los Derechos del Niño, porque no hizo todo lo que tendría que haber hecho para proteger a los menores. Y no estamos hablando de simples recomendaciones de buenas prácticas, sino de que el Vaticano viola la Convención —a pesar de haberla ratificado en 1990—porque no protege a los niños a pesar de que existe la posibilidad de hacerlo. Frente al escándalo de la pederastia, las autoridades eclesiásticas impusieron un código de silencio y prefirieron preservar la reputación de la Iglesia y proteger a los responsables por encima del interés supremo de los niños”.
El informe se produce dos semanas después de que el representante de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Silvano Tomasi, acudiese a Ginebra para declarar ante la comisión, pero ni aportó datos ni mostró una preocupación acorde con la gravedad del problema y con las directrices que, al parecer, ha cursado el papa Francisco. Tomasi dijo entonces que sí, que se trata de “un hecho especialmente grave”, pero que abusadores también hay “entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo”. Ayer, al conocer el contenido del durísimo informe, monseñor Tomasi declaró: “La primera reacción es de sorpresa porque parece que ya estuviera preparado antes del encuentro de hace dos semanas entre el comité y la delegación de la Santa Sede. En el informe falta una perspectiva correcta y actualizada de la actuación de la Iglesia, que ha realizado una serie de cambios en relación a la protección de los niños difícil de encontrar al mismo nivel en otras instituciones o Estados (…). Se habla de 40 millones de casos de abusos sexuales a niños en el mundo. Por desgracia, algunos de ellos afectan a personas de la Iglesia. ¡Pero la Iglesia ha respondido y reaccionado! ¡Y lo seguirá haciendo!”. Por su parte, el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, aseguró durante su visita a Madrid que “en los próximos días o semanas”, el Vaticano explicará el funcionamiento de una nueva comisión creada al efecto por mandato del papa Francisco.
Una nota de la oficina de prensa del Vaticano, sin embargo, informó de que el Vaticano “lamenta ver en algunos puntos del informe un intento de interferir en las enseñanzas de la Iglesia católica sobre la dignidad de las personas y el ejercicio de la libertad religiosa”, si bien aseguró que “toma nota” y reiteró el “compromiso de defender y proteger los Derechos del Niño, en línea con los principios promovidos por la Convención”.
A este respecto, uno de los expertos de la ONU, Benyam Mezmur, puso de manifiesto las contradicciones del Vaticano: “Por un lado dicen que no pueden ser responsables por cada delito que cometen los católicos en el mundo, pero al mismo tiempo se niegan a cooperar con las autoridades de cada país. No se puede actuar por ambas vías. O se tiene influencia sobre el clero o no. Y la evidencia demuestra que sí hay influencia”.

 

Una admisión a regañadientes

Benedicto XVI.Su papado se vio marcado por los casos de pederastia. Uno de los más destacados fue el de 2009 sobre décadas de abusos y malos tratos en orfanatos, reformatorios y escuelas de propiedad o dirigidas por miembros de la Iglesia católica en Irlanda. El actual Papa emérito decretó la tolerancia cero con los abusos tras ser acusado de encubrir a pederastas durante sus años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
 Guía interna. En 2010, el Vaticano publicó su guía interna contra los abusos. En ella exhorta a los obispos a denunciar a los pederastas a la justicia ordinaria.
Simposio. El Vaticano reunió en 2012 a superiores de órdenes religiosas, obispos y víctimas de abusos.
Francisco. Al poco de iniciar su pontificado, el Papa cambia el reglamento jurídico del Estado Ciudad del Vaticano y endurece las penas para los abusos de menores. En diciembre se creó una comisión específica.
ONU. El 16 de enero pasado, el portavoz del Vaticano en la ONU compareció ante un grupo de expertos, pero eludió el asunto.

 

Francisco tiene la palabra

Durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro, cuando le preguntaron por monseñor Nunzio Scarano, el alto cargo del Vaticano acusado de blanquear grandes cantidades de dinero sucio a través del IOR –el Instituto para las Obras de Religión (IOR)--, el papa Francisco dijo: “No lo han detenido por ser la beata Imelda”. Jorge Mario Bergoglio mostraba así su desprecio público por quien, aprovechándose de los privilegios del Vaticano, se enriquecía y enriquecía a sus poderosos amigos –empresarios, políticos, tal vez mafiosos— bajo el manto protector de la Iglesia. Aquellas palabras, seguidas de una disposición jamás antes vista a colaborar con la justicia italiana –de hecho, Scarano sigue en la cárcel--, fueron saludadas por quienes están convencidos de que Bergoglio irá más allá de las frases de impacto.
Ahora tiene la oportunidad de demostrarlo. El pozo negro de la Iglesia católica no es el banco del Vaticano con su historia de crímenes y sus cuentas aún ocultas, ni las peleas de poder entre cardenales que amargaron el pontificado a Joseph Ratzinger. El pecado mortal del Vaticano, ese que, según la ONU, se sigue cometiendo cada día, sin señales de arrepentimiento verdadero ni de propósito de enmienda, es el de los abusos a menores. Por tanto, la pederastia en el seno de la Iglesia, ese delito infame que ha arruinado la vida a millones de personas desde hace décadas, está llamada a ser la piedra de toque del pontificado de Francisco. Lo que ha denunciado ahora la Convención sobre los Derechos del Niño no es, desgraciadamente, ninguna novedad. Marie Collins, una mujer irlandesa que padeció de niña los abusos de un sacerdote, se lo contó en febrero de 2012 a los representantes de 110 conferencias episcopales llamados a Roma por Benedicto XVI para ver si se enteraban de una vez –o sea, para que dejaran de hacerse los locos de una vez— de esa tragedia tremenda, de ese crimen vergonzoso. Pero sí tiene que ser una novedad la manera en que la Iglesia afronte esa vergüenza mundial.
Si Ratzinger utilizó sus escasas fuerzas para intentar cambiar de rumbo la actitud de la Iglesia después de que Juan Pablo II amparase y protegiese a uno de los más grandes pederastas de la Iglesia, el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, Jorge Mario Bergoglio no tiene más remedio que ir mucho más allá. La comisión que ha encargado y que, según todos los indicios, dependerá de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no puede adormecer de nuevo el problema, esconderlo tras presunciones de inocencia, correcciones fraternas ni falsos secretos de confesión. Y la casualidad ha querido que, durante estos días, los Legionarios de Cristo estén reunidos en Roma para decidir el futuro de la congregación después del gran golpe de descrédito provocado por los crímenes de Maciel, un santón con pecados suficientes como para agotar las llamas de tres infiernos.

Dice el arzobispo Silvano Tomasi que pederastas los hay también en las instituciones más prestigiosas. Puede ser. Pero ninguna de esas organizaciones ha tenido –y tiene, según la ONU-- un sistema tan eficaz para esconder a los culpables, un mecanismo tan macabro para convertirlos en culpables a través de la culpa y una demarcación tan grande --el mundo entero -- no sólo para ocultar a los criminales, sino para permitirles que sigan poniendo sus sucias manos sobre niños indefensos. Francisco, el hombre del año, puede convertirse en el hombre del siglo si es capaz de poner freno a la infamia.

 

2.- La Iglesia acusa a la ONU de “interferir” en el ejercicio de la libertad religiosa

El Vaticano dice que protegerá los derechos de los niños "según los valores de la doctrina católica"

Agencias Roma 5 FEB 2014 - EL PAÍS
No hay mejor defensa que un buen ataque. El Vaticano ha reaccionado a las críticas de la ONU sobre la falta de protección de los niños ante los abusos del clero acusando al organismo de "interferir en la enseñanza de la Iglesia católica sobre la dignidad de la persona humana y en el ejercicio de la libertad religiosa". El comunicado emitido afirma que las duras observaciones  de la ONU sobre la impunidad de los religiosos frente a los casos de pederastia "serán sometidas a detallados estudios y exámenes con pleno respeto de la Convención [sobre los Derechos de los Niños]".
El Vaticano reitera su compromiso con estos derechos, que serán protegidos, dice, de acuerdo con los tratados internacionales "y según los valores morales y religiosos que ofrece la doctrina católica".
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, de viaje en Madrid, también ha salido en defensa de lglesia diciendo que muchas de las acusaciones sobre casos de abusos a menores  por parte de miembros de clero responden a posiciones "muy ideológicas", pero admite que la iglesia tiene que explicar su posición y "cuáles son sus errores".
Lombardi ha afirmado que la Iglesia "ha trabajado y está trabajando mucho" sobre los abusos sexuales a niños cometidos por miembros del clero. La Iglesia ha enfrentado las acusaciones de pederastia con una "exigencia de transparencia", ha añadido.
"En los próximos días o semanas" la Iglesia explicará la composición y las funciones de la Comisión creada en diciembre por el Papa Francisco para investigar los casos de abusos, así como el trabajo de los ocho cardenales designados por el Vaticano para proteger a los niños frente a los abusos. Tras hablar con el Comité, los religiosos prepararon un documento con recomendaciones que tienen intención de publicar, ha declarado Lombardi.

El portavoz cree que muchas "preguntas o ataques" a los que la Iglesia tiene que responder están motivadas por una cuestión ideológica. Por eso cree que el Vaticano tiene que explicar su "posición".  Las relaciones entre el comité eclesiástico y las respuestas de los distintos países constituirán un "largo proceso", ha afirmado.

 

3.- No escarmentaron

Cuando Juan Pablo II llamó a los cardenales de EE UU en 2002 quedó claro que la jerarquía no iba a escarmentar

Juan G. Bedoya 5 FEB 2014 - tribuna a EL PAÍS
De aquellos polvos vienen estos lodos. Cuando Juan Pablo II llamó a los cardenales de EE UU, en abril de 2002, para afrontar juntos en el Vaticano la avalancha de denuncias de pederastia, quedó claro que la jerarquía católica no iba a escarmentar. “Somos pastores, no policías”, se justificó el prelado de Boston. Peor fue lo dicho por el primado de Toledo, el cardenal Cañizares. “No es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios con los millones de vidas destruidas por el aborto”, escribió quien ahora es ministro de Francisco. Ratzinger, futuro Benedicto XVI, de visita aquellos días en la Universidad Católica de Murcia, reaccionó con esta parrafada: “Estoy convencido de que la presencia mediática constante de los pecados de los sacerdotes es una campaña planeada. El porcentaje de esos escándalos no es más alto que en otras categorías profesionales, e incluso es menor. Hay un deseo expreso de desacreditar a la Iglesia”.
No faltaron voces que achacaron la campaña a una venganza del presidente de EE UU George W. Bush contra Juan Pablo II por haber condenado la guerra de Irak. La verdad ha sido tozuda: algunas diócesis se han declarado en bancarrota por las indemnizaciones que han pagado a las víctimas a cambio de desistir de procesos penales contra los abusadores.
Conviene recordar la miseria de aquellas reacciones para ver que el Vaticano no ha variado de estrategia. Se vio a mediados de enero pasado en Ginebra, con el detestable “y tú más” de su portavoz ante el Comité de la ONU de los Derechos del Niño. Francisco perdió allí la oportunidad de imponer un mensaje de intransigencia severa. Él mismo se ha relajado. Ha creado una comisión. Lo suelen hacer los malos políticos cuando faltan ganas de llegar a la raíz de los problemas. Cómo explicar, si no, que los Legionarios de Cristo, la fundación del notorio pederasta Maciel, esté celebrando en Roma capítulo general en olor de aplausos y durante semanas (el verbo celebrar no es casual), cuando lo normal habría sido su suspensión, por delitos cometidos durante décadas y para asegurar una depuración y, por qué no, un escarmiento.

Si la memoria libera al hombre de la brutalidad, no vendría mal al clero de toda confesión una lectura de A. M. D. G. La vida en los colegios de jesuitas, la novela autobiográfica de Pérez de Ayala, que tanto escándalo causó en su tiempo y más tarde. Acaba de cumplirse su centenario. Ad maiorem Dei gloriam (AMDG) quiere decir “a la mayor gloria de Dios”. Era la divisa de los colegios de jesuitas. Se suponía que los terribles abusos que Pérez de Ayala sufrió como estudiante en Gijón no podían repetirse. La ONU no está tan segura.

 

4.- El Vaticano cree que el informe de la ONU no tuvo en cuenta a la Santa Sede

El observador vaticano en Naciones Unidas dice que el informe parece "como si estuviera ya preparado con antelación"

la vanguardia - 5 febrero 2014
Ciudad del Vaticano, (Efe).- El observador vaticano en Naciones Unidas, Silvano Maria Tomasi, aseguró hoy que el informe del Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño no ha tenido en consideración las explicaciones de la Santa Sede y que parece "como si estuviera ya preparado con antelación".
Tomasi hizo estas afirmaciones en declaraciones a la Radio Vaticana, a la que, además, afirmó que las críticas del organismo internacional han causado "sorpresa" en el Vaticano.
"La primera reacción es de sorpresa porque el aspecto negativo del documento que han realizado parece como si ya estuviera preparado antes del encuentro entre el comité y la delegación de la Santa Sede", explicó Tomasi, quien cree que el Vaticano ha ofrecido respuestas "detalladas y precisas" sobre la gestión de casos de abusos a menores que no han sido recogidas en el informe.
Parolin: La Santa Sede se reserva el derecho a responder a la ONU 
El secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, aseguró hoy que la Santa Sede se reserva el derecho a responder al informe del Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño que critica al Vaticano por no reconocer "la amplitud de los crímenes" sexuales contra menores por parte de miembros del clero.
"Este informe necesita ser estudiado. La Santa Sede se reserva el derecho a responder tras haber tomado conciencia y haber profundizado en las observaciones que (Naciones Unidas) nos ha hecho", dijo Parolin durante su visita a la ciudad de Marghera (norte de Italia).
El que fuera nuncio apostólico en Venezuela, afirmó que el citado informe tendrá respuesta mediante una exposición argumentada, al tiempo que subrayó la voluntad del Vaticano de reiterar su intención de cumplir con las indicaciones.
También destacó su "sorpresa" por el hecho de que el informe haya entrado en temas que interfieren con la doctrina católica.
La primera reacción del Vaticano ante el informe de la ONU, publicado durante la mañana de hoy, fue la emisión de un comunicado en el que afirmaba que estudiará minuciosamente las críticas vertidas en este documento, y en el que denunció que "en algunos puntos" hay un "intento de interferir en las enseñanzas de la Iglesia".

La ONU, a través del Comité de los Derechos del Niño, acusó a la Santa Sede de haber adoptado "políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos y a la impunidad de los responsables".

 

5.- Los fieles se alejan de la doctrina de Roma

Las respuestas a la encuesta mundial encargada por el Papa solicitan más misericordia y menos prohibiciones

Miguel Mora París 5 FEB 2014 - EL PAÍS
En un gesto sin precedentes, el papa Francisco decidió en noviembre pasado pulsar la opinión de los católicos del mundo entero sobre asuntos corrientes, como los niños nacidos fuera del matrimonio, la contracepción, las parejas de hecho, los divorciados que se han vuelto a casar, las uniones homosexuales o el aborto; y lanzó una consulta universal a través de las parroquias sobre 38 cuestiones que para algunos sectores de la Iglesia son delicados o directamente tabú.
La idea de Jorge Mario Bergoglio era conocer de primera mano cuáles son los principales desafíos para las familias, tema central del consistorio que se celebrará en el Vaticano los días 20 y 21 de febrero y del sínodo del próximo otoño, para averiguar si los católicos comparten o no la doctrina oficial de la Iglesia.
Las respuestas a las 38 cuestiones que envió el Vaticano a los obispos han empezado a llegar a Roma, y los primeros datos sugieren que el sondeo puede convertirse en un bumerán para el Papa, o tal vez en combustible para la renovación emprendida por el jesuita argentino.
Muchos fieles europeos, algunos de los cuales han respondido a las preguntas a través de Internet, se muestran especial y mayoritariamente críticos con las enseñanzas de la Iglesia sobre la contracepción y el divorcio, por ejemplo.
Alemania y Suiza, dos países muy secularizados, recomiendan con nitidez al Vaticano que abandone su doctrina sobre los divorciados que se vuelven a casar y sobre las parejas homosexuales.
La encuesta realizada por los obispos suizos entre 23.636 feligreses revela que el 90% de los preguntados espera que la Iglesia reconozca y bendiga a los divorciados casados por segunda vez, y que el 60% reconozca y acoja a las parejas gais. Al mismo tiempo, un 80% de los católicos suizos considera que el matrimonio religioso es importante. Los obispos helvéticos afirman, además, que las respuestas son convergentes entre las distintas generaciones y sexos.
En Alemania, lo más destacado es que los jóvenes católicos reconocen abiertamente que no siguen las enseñanzas de la Iglesia sobre la convivencia prematrimonial, que es casi universal en el país, y recuerdan a la jerarquía católica que es irresponsable casarse sin haber probado antes la solidez de la relación. Además, los fieles alemanes creen que el protocolo de anulación de las bodas en el Tribunal de la Rota puede ser “deshonesto”, y muchos divorciados admiten que se alejan de la Iglesia porque les trata “sin misericordia”.
En Francia, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Pierre-Marie Carré, ha afirmado que los católicos piden a la Iglesia más apertura a la vida, menos oposición a los anticonceptivos y la abolición de la prohibición de la comunión a los divorciados unidos en una segunda boda. Sobre la sexualidad, la mayoría de los encuestados cree que la Iglesia debería dar algunas orientaciones y dejar el resto a la conciencia de cada cual. Y se oponen a que la Iglesia legisle sobre el deseo de las parejas a tener hijos.
El sondeo ha suscitado mucho interés en las comunidades cristianas de los países desarrollados, y una recepción más tibia en lugares como África, donde muchos asuntos planteados se consideran un tabú. El papa Francisco, que ha afirmado que la Iglesia debe acoger a quienes “no están en regla”, mantiene de momento una posición más conservadora sobre temas doctrinales, especialmente sobre el matrimonio gay.

6.- Los legionarios solo piden perdón y el Papa guarda silencio

La orden anuncia una ruptura con la herencia de Maciel tras las críticas de la ONU por abusos a menores y nombra un nuevo líder

Califican sus actos de "gravísimos y objetivamente inmorales"

Reconocen las "deficiencias" de la organización

El mexicano Robles Gil, elegido nuevo director general de la congregación

Pablo Ordaz Roma 6 FEB 2014 - EL PAÍS
Un día después de que la ONU acusara al Vaticano de encubrir los crímenes de pederastia, los Legionarios de Cristo, la congregación ultraconservadora fundada en 1941 por el mexicano Marcial Maciel, hizo público ayer un comunicado en el que pide perdón por “los gravísimos e inmorales abusos” de su fundador hacia “seminaristas menores de edad, por los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de los bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros”. De forma simultánea, los Legionarios de Cristo obtuvieron la autorización explícita del papa Francisco para anunciar el nombre de su nuevo director general, el mexicano Eduardo Robles Gil, lo que en la práctica significa que, después de tres años bajo observación, han obtenido la luz verde del Vaticano para que el movimiento Regnum Christi siga su camino dentro de la Iglesia.
La pregunta es obligada: ¿eso es todo? A la espera de que Jorge Mario Bergoglio se pronuncie —por medio de la palabra o los hechos— sobre las graves acusaciones formuladas el miércoles por la Comisión sobre los Derechos del Niño de la ONU, no parece que un comunicado y un nuevo director de los Legionarios sea suficiente para dar carpetazo a un capítulo tan negro de la Iglesia. No hay que olvidar que Marcial Maciel fue protegido por Juan Pablo II y que hasta ahora, seis años justos después de su muerte, no es repudiado tan claramente por los mismos que, en vida, hicieron posible —protegiéndole, persiguiendo a las víctimas— sus tropelías. ¿No habría sido más creíble si, junto al par de folios donde se detalla la propensión al delito y al pecado del fundador, se hubiese incluido también quién o quiénes lo ayudaron o lo protegieron?
El comunicado, sin duda histórico por su dureza contra Marcial Maciel, hay que ponerlo, no obstante, en contexto. Ha sido redactado por el Capítulo General Extraordinario de los Legionarios, esto es, la asamblea de 61 delegados que desde el día 8 de enero permanece reunida en Roma con el objetivo de que el papa Francisco —en las antípodas de su modo de proceder— avalase su refundación. De hecho, tanto la declaración sobre Maciel, en la que no se ahorran golpes de pecho, como el anuncio del nuevo director general estaban ya listas desde hace días —la elección del padre Robles Gil se remonta al 20 de enero—, pero no ha sido hasta ahora, justo 24 horas después del rapapolvo de la ONU, que el Papa ha dado el visto bueno a su divulgación.
En su declaración, los Legionarios de Cristo no tienen más remedio que reconocer que Marcial Maciel solo pudo hacer lo que hizo —hasta abusar de sus propios hijos, que los tuvo, con dos mujeres distintas—gracias al apoyo de la congregación. “Nos apena”, aseguran los Legionarios, “que muchas víctimas y personas afectadas hayan esperado en vano una petición de perdón y de reconciliación por parte del padre Maciel y hoy queremos hacerla nosotros, expresando nuestra solidaridad con todas ellas. Hoy reconocemos con tristeza la incapacidad inicial de creer los testimonios de las personas que habían sido víctimas del padre Maciel, el largo silencio institucional y, más adelante, los titubeos y errores de juicio a la hora de informar a los miembros de la congregación y a las demás personas. Pedimos perdón por estas deficiencias que han aumentado el dolor y desconcierto de muchos”.
El problema es que, muerto el perro, no se acabó la rabia. No solo porque hicieron exactamente, como si siguieran un manual, lo que denunció el miércoles la Comisión sobre los Derechos del Niño de la ONU en relación a las prácticas del Vaticano. Ocultar el problema, ponerse del lado del verdugo en vez de proteger a sus víctimas. Sino que, según el comité de expertos, los Legionarios —aunque no solo ellos— practican un sistema de reclutamiento de adolescentes que facilita los casos de abusos. “Son separados de sus familias mediante la manipulación psicológica y aislados del mundo exterior”, advierte la ONU.
Y de ahí que, de nuevo, los Legionarios de Cristo demuestran mucha habilidad al asegurar en el comunicado que el Vaticano, y en especial “las intervenciones decididas” de Benedicto XVI, fueron las que les abrieron los ojos con respecto a Maciel. “El Papa”, explican, “consideró que la Legión de Cristo, en términos generales, era una comunidad sana, pero había que hacer correcciones. La ayuda de la Santa Sede fue imprescindible para descubrir cómo la personalidad y el modo de actuar del padre Maciel estaban afectando a nuestra congregación religiosa.
De hecho, la Visita Apostólica —realizada, por mandato del Papa, entre 2009 y 2010— comprobó que la conducta del padre Maciel ha causado serias consecuencias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de hacer necesario un camino de profunda revisión”. Y ahí siguen, en revisión, bajo la atenta mirada del papa Francisco, de quien se espera una respuesta a las graves acusaciones de la ONU.

7.- EL VATICANO YA VIENE TRABAJANDO CONTRA LA PEDERASTIA
Juan Rubio - LA RAZÓN 6 febrero 2014
Cuando el 18 de abril de 2008, Benedicto XVI hablaba a la Asamblea General de las Naciones Unidas, la tormenta sobre los abusos sexuales a menores por parte de miembros del clero estaba en su cénit. La máquina vaticana para la depuración de esta lacra ya estaba avanzada, pese a su dificultad, en una institución cuyo ámbito geográfico es global.
Desde el inicio de su pontificado, Ratzinger tuvo claro qué hacer. Ya se sabe que era esta una de las principales encomiendas que los cardenales tuvieron en cuenta para su elección: la cruzada contra la pederastia en las filas del clero, la “tolerancia cero” para con este delito, que no solo afecta al ámbito interno y moral, sino también al más estricto ámbito jurídico de cada país. Para verlo solo hay que acercarse a la legislación eclesiástica promulgada en los últimos años sobre este doloroso asunto, afinando aún más cuanto ya se había hecho y que había sido sistemáticamente desobedecido por algunos obispos con un silencio cómplice de altos vuelos.
Negar la evidencia no es justo. A la Iglesia corresponde seguir asumiendo con dolor ese silencio cómplice, seguir pidiendo perdón y ayudando a las víctimas, sin descuidar la tarea de atender al perfil psicológico del candidato al sacerdocio.
Benedicto XVI, lejos de ser parte del problema, se convirtió en parte de la solución. Su pontificado, al que renunció hace ahora pronto un año, estuvo marcado por esa tarea de limpieza, iniciada ya antes en sus años al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Nadie niega, sin embargo que, pese a los esfuerzos, hayan continuado las tropelías y silencios, y las trampas y zancadillas en los aledaños de la propia Curia. Podemos verlo simplemente con un vistazo a las hemerotecas.
El papa Francisco solo pretende continuar con la tarea depuradora con energía y decidida voluntad. Para ello, la colaboración con la Justicia es fundamental. A la ONU y sus organismos les corresponde recordarlo, sin olvidar el camino recorrido y seguir colaborando para que en todas las instituciones se lleve a cabo esta misma cruzada de tolerancia cero. No solo en la Iglesia, aunque la Iglesia, por esencia, debe ser ejemplo y paradigma.


8.- La ONU acusa

El mensaje renovador del Papa pierde valor si el Vaticano consiente la pederastia en su seno

EDITORIAL El País 7 FEB 2014
Los aires de renovación que representa el papa Francisco desde que llegó al obispado de Roma han tropezado en el más grave asunto que mancilla a la Iglesia católica: la pederastia. El durísimo informe que ha elaborado, durante el último año, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU indica que el encubrimiento de los abusadores en el seno de la Iglesia católica sigue siendo norma de conducta, así como el código de silencio que protege, al tiempo que castiga a los que osan denunciar. El resultado, según la ONU, es que los niños siguen hoy en contacto con los mismos clérigos abusadores.
La falta de cooperación con la justicia y la costumbre de transferir al pederasta a otra institución u otro país —no para apartarles de los niños, sino para esquivar las denuncias— son los elementos que configuran un modo de proceder inaceptable que, sin embargo, parece mantenerse en los mismos términos en la institución religiosa.
El informe de la ONU da la bienvenida a los “avances limitados” realizados por la Santa Sede en este y otros capítulos relativos al trato que la Iglesia dispensa a los niños. Es una expresión más producto de la diplomacia que de los avances reales acometidos, a tenor de las acusaciones que contiene el análisis. Su propia reputación, dice este, ha estado siempre por encima de los intereses superiores de los niños. Esa fue la imagen que ofreció la Santa Sede a mediados de enero en Ginebra ante este mismo Comité de Derechos del Niño. Era la primera vez en la historia que el Vaticano comparecía ante un organismo internacional para dar cuenta de sus actos, pero en contra del simbolismo que guardaba el gesto, se negó a compartir datos sobre los delitos cometidos en su seno.
La línea de defensa del Vaticano, en una estrategia demasiado parecida al pasado reciente, es la de pedir perdón —como ahora han hecho los Legionarios de Cristo e hizo Benedicto XVI hace ya cuatro años— y minimizar, al mismo tiempo, el problema. No basta con admitir que hay clérigos pederastas si, además, a ese mea culpa le sigue la afirmación de que los hay en todas las profesiones. El gran pecado de la Iglesia católica no es tener manzanas podridas en su seno, sino protegerlas y mantenerlas. Los voluntariosos mensajes de Francisco perderán valor mientras no se ataje semejante comportamiento.