Se cumple un año de la renuncia del papa Benedicto XVI
Francisco, con su gran popularidad, se arriesga a crear falsas expectativas | Bergoglio se beneficia de un estereotipo positivo; Ratzinger sufrió hostilidad | Los gestos osados y el estilo pueden llevar a creer, por error, en cambios doctrinales
Eusebio Val | Ciudad del Vaticano - LA VANGUARDIA - domingo
09.febrero.2014
Este martes se cumplirá un año de la
sacudida tectónica que significó, en la Iglesia católica, la renuncia de Benedicto XVI. La
perspectiva del tiempo y los acontecimientos dejan claro que la dimisión y la
posterior llegada a la silla de Pedro de Jorge Mario Bergoglio,
el primer papa latinoamericano, con su empuje de cambio y renovación, son parte
de un mismo proceso, una mezcla de ruptura y continuidad en la que no es fácil
distinguir los confines de una y de la otra.
Funcionarios con muchos años de
experiencia en la Santa
Sede y veteranos vaticanistas aún están bastante perplejos
por lo ocurrido, por esa extraordinaria transición de Joseph Ratzinger, el
severo teólogo que, como dice el profesor Diego Contreras, de la Universidad Pontificia
de la Santa Cruz,
ha pasado "de infalible a invisible". No se entiende el fenómeno
Bergoglio sin el gesto sin precedentes de Ratzinger.
La primavera vaticana ha cambiado el
paradigma. En la prensa mundial -sin apenas excepciones- se ha impuesto un
estereotipo positivo. Todo lo que Francisco hace y dice suele acogerse de modo
positivo. Es casi el reverso de la medalla de Benedicto XVI. El papa alemán
hubo de afrontar, desde el principio, una actitud crítica, incluso muy hostil.
Sus largos años al frente de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, como guardián de las esencias y vigilante de
la disciplina, habían construido de él una imagen de severidad, casi de
intolerancia. Era el rottweiler vaticano. Le costó mucho cambiar esa
percepción. Cualquier error reforzaba el estereotipo negativo.
El problema de Francisco es el
opuesto. Lo han llenado de tantas alabanzas, que han dibujado en torno a su
persona a un superhéroe moderno que corre el riesgo de no satisfacer las
expectativas exageradas que ha generado. Bergoglio es también una consecuencia
de la falta de líderes políticos internacionales de talla, del descrédito
profundo de los dirigentes en muchos ámbitos, desde las finanzas hasta el
deporte.
En conversaciones privadas con
miembros de la curia se percibe cierta inquietud ante el peligro de que
Francisco sea malinterpretado, de que sus osados cambios de estilo y sus gestos
induzcan a pensar que habrá cambios doctrinales de calado.
Es un hecho, sin embargo, que el papa
argentino, venido "del fin del mundo" -como dijo el día en que lo
eligieron-, ha traído consigo, a Roma, una libertad inaudi- ta. Francisco ha
sabido no quedar prisionero de los hábitos y las formalidades seculares. Ha
sido capaz de afirmar su propia libertad en algunos detalles como su decisión
de no vivir en el apartamento del palacio Apostólico sino en la Casa de Santa Marta, Alojarse
con carácter permanente en esa especie de hotel le permite multiplicar sus
contactos con personas diversas. Está menos aislado y le ayuda a tomar las
decisiones con mayor conocimiento de la realidad
Francisco, que vivió en Argentina
momentos sociales y políticos muy complicados, se desenvuelve bien en entornos
turbulentos. Forma parte de su experiencia vital. Es bastante rápido en las
decisiones y reduce al mínimo los formalismos. El portavoz de la Santa Sede, Federico
Lombardi, no mantiene con el Papa encuentros periódicos prefijados sino que
ambos despachan en los periodos libres entre las audiencias. Aclaran las cosas
en pocos minutos, de pie. Esa forma de proceder hubiera sido impensable con
Benedicto XVI.
Sería equivocado, no obstante, pensar
que no ha habido continuidad. La misma idea, que pareció revolucionaria, de
constituir un grupo asesor de ocho cardenales de todo el mundo -el llamado G-8
vaticano- surgió ya de Ratzinger, aunque no llegó a aplicarla. El papa alemán
también inició la operación de limpieza y transparencia en el escándalo de la
pederastia y en la gestión financiera en la Santa Sede. En esta
última, Francisco ha introducido la fiscalización externa, contratando a varias
de las principales empresas auditoras internacionales.
En la firme oposición a las guerras, Francisco sigue
fielmente la línea de sus predecesores, pero mientras Juan Pablo II no logró
parar las dos invasiones de Iraq (en 1991 y 2003), el actual papa sí obtuvo un
gran éxito diplomático al contribuir a frenar el ataque a Siria, en otoño
pasado.
Uno de los aspectos más interesantes
del pontificado de Francisco -y ahí sí hay un elemento rompedor respecto a Benedicto XVI- será la
influencia a largo plazo que tendrá en América Latina. Entre los consejeros del
Papa se da por descontado que la
Iglesia católica latinoamericana se sentirá más fuerte, con
más autoridad moral, para intervenir en los debates políticos y sociales en sus
países. Ya no tendrán detrás una Roma lejana sino un pontífice de la región,
con ideas claras y un lenguaje muy comprensible. Bergoglio es un gran
abanderado de la integración continental, que para él es "la patria
grande". Piensa que ninguna otra región del mundo cuenta con tantos
factores de unidad, y que vale la pena aprovecharlos al máximo.
En el terreno estrictamente religioso,
hay quien piensa que puede producirse un proceso de reflujo de las comunidades
evangélicas que en los últimos decenios se han extendido con fuerza en la
región. Aunque Francisco abomina del concepto de proselitismo y tampoco le
gusta demasiado la idea de "nueva evangelización" que lanzó Benedicto
XVI, sí es posible que su figura ayude a la Iglesia católica a recuperar fieles que habían
huido en masa a otras iglesias cristianas o a sectas evangélicas. "Hay que
saber acompañarles de nuevo a casa", dijo recientemente, sobre esas
personas, un alto cargo vaticano con responsabilidades para Latinoamérica.
Pájaros, pajaritos, pajarracos
El martes 11 de febrero se cumplirá un año de la imprevista renuncia del Papa Benedicto XVI. Una inédita decisión que causó gran impacto y que está teniendo importantes consecuencias. Hubo una señal en el cielo de Roma.
Enric Juliana - Madrid - LA VANGUARDIA
El
vuelo de las aves es un viejo asunto romano. Desde muy antiguo, desde la
fundación de la ciudad, los augures leían el vuelo de los pájaros y escuchaban
atentamente su graznido, para adivinar el auspicio. La corporación de los
augures llegó a ser una de las más potentes castas sacerdotales. Cuenta la
leyenda que las aves intervinieron decisivamente en la fundación de Roma.
Rómulo y Remo, hermanos gemelos de dinastía mitológica, no estaban de acuerdo
sobre el lugar en el que debían construir su nueva ciudad, lejos de Alba Longa,
donde habían nacido (antigua localidad latina, destruida por los romanos, se
supone que cercana al actual Castel Gandolfo, residencia veraniega de los papas).
Rómulo quería ubicarla en la suave colina que hoy se conoce como Monte
Palatino; Remo, en la colina del Aventino. No se ponían de acuerdo los gemelos
y decidieron dejarlo en manos del cielo. Quien avistase un mayor número de aves
volando juntas, decidiría. Remo vio seis buitres trazando círculos. Rómulo vio
doce y el primer perímetro de Roma se dibujó en el Palatino. Roma, ciudad de
Rómulo. Pese al dictamen de las aves, Remo no estuvo conforme. Los dos hermanos
pelearon y Remo murió como consecuencia de las heridas. Su hermano lo enterró
piadosamente en el Aventino, donde el perdedor habría fundado una ciudad
llamada ‘Remoria’.
El
auspicio fue uno de los fundamentos de la vida romana. Ninguna decisión
importante se podía tomar sin buenos auspicios, con el consiguiente poder de
los augures, dueños y señores de una ‘ciencia’ interpretativa con registros
verdaderamente infinitos. El cielo es ancho y metafísico. La autonomía
‘política’ de los augures era verdaderamente notable. Pronto tuvieron competidores.
Empezaron a tener éxito en Roma otras adivinaciones basadas en signos más
concretos. Los augures romanos sufrieron la competencia de los arúspices
etruscos. Siguiendo una tradición de origen oriental, estos se habían
especializado en la lectura de las entrañas de las aves y de otros animales
sacrificados, preferentemente la forma y el color del hígado. Además de tener
en cuenta los auspicios, el Senado romano se acostumbró a consultar a los
arúspices de la vecina Etruria (actual región Toscana). El emperador Claudio al
parecer aprendió el idioma etrusco para poder consultar mejor el dictamen de
los arúspices. La actual interpretación de los posos de las tazas de café
podríamos decir que deriva de aquella disciplina etrusca. Auspicios, augurios y
presagios (señales que se presentan sin ser buscadas) daban forma a la
psicología romana y nos ayudan a entender la fuerte impregnación supersticiosa
que conserva la actual sociedad italiana. Nota común en los países
mediterráneos, el presagio sigue siendo especialmente intenso en Italia. Una
persona con fama de gafe (‘iettatore’ o 'sfigatto') puede llegar a tener serios
problemas en algunas zonas del país. En Nápoles aún se cultiva la ‘smorfia’, un
sistema de equivalencias para jugar a la lotería: cada sueño es un número. Un
niño, 2; una fiesta, 20; un café, 42; el muerto que habla, 48; un jorobado, 57;
la esposa, 63; el diablo, 77, un ladrón, 79; el miedo, el 90…
El
romano actual ya no vive pendiente de las señales del cielo, pero algunas cosas
que ocurren en el cielo todavía le impresionan.
Pronto
hará un año, un ave metálica cruzó el cielo de Roma, con todas las televisiones
del mundo siguiendo su recorrido y millones de personas en tierra intentado
descifrar su significado. El Papa abandonaba la silla de San Pedro volando. La
sorprendente renuncia de Benedicto XVI, el primer Papa de la Iglesia católica que
abandonaba el cargo en vida desde la Edad Media (el primer precedente se remontaba a
1415, con la renuncia de Gregorio XII, en pleno cisma de Occidente.)
Un
pájaro metálico sobrevolando el Vaticano el 28 de febrero del 2013 para
conducir el Papa al retiro. Cuarenta y tres años antes, con casi medio siglo de
anticipo, un genial director de cine, Federico Fellini había iniciado una de
sus mejores películas, ‘La dolce vita’, con una secuencia que parece firmada
por el más agudo de los augures romanos.
Es
una escena inspirada en un hecho real: en Milán, el papa Pablo VI había
presidido la ceremonia de traslado de una gran figura del Cristo Redentor, que
fue transportada por un helicóptero. En ‘La dolce vita’, una historia
existencialista con trasfondo católico, la escena del helicóptero habla de la
irrupción de la sociedad del espectáculo en el corazón mismo de la tradición
cristiana. Entre la ironía y el sarcasmo, los paparazzi siguen al helicóptero que transporta
el Cristo con la misma pasión y alegría que por la noche perseguirán a las
celebridades del cine –los nuevos ídolos- por Via Veneto y alrededores.
Cuarenta y tres años después, el anciano Papa alemán –perdón, bávaro- abandona
Roma por falta de fuerzas.
El
Vaticano, sede de la comunidad religiosa que ha logrado una mayor
perdurabilidad a lo largo de la historia, alterado por un hecho imprevisto y
conmovido por el nuevo signo de los tiempos. Invierno del 2013, momento de
crisis en la Iglesia
católica. La Santa Sede
romana, uno de los artífices de la derrota histórica del Kremlin comunista,
corre el peligro de aparecer ante el mundo como un segundo Kremlin, repudiado
por la nueva civilización de la ‘transparencia’. Los nuevo paparazzi siguen la pista de
los documentos robados en el apartamento pontificio, que manos invisibles están
poniendo a disposición de la industria del escándalo. El mayordomo del Papa ha
sido detenido, acusado de robo –toda la ciudad da por supuesto que Paolo
Gabriele, ‘Paoletto’ no ha actuado por iniciativa propia- y comienzan a
circular ‘dossiers’ con supuestos documentos pontificios secretos. El Vaticano
aparece ante las nuevas generaciones, alejadas de la vieja concepción vertical
de la religión, como un un nido de intrigas. Durante su viaje a Cuba, en marzo
del 2012, Joseph Ratzinger se da cuenta que le fallan las fuerzas y que la
enfermedad le acecha. Es entonces cuando comienza a pensar seriamente en la
renuncia. A la vuelta a Roma, la decisión está prácticamente tomada y sólo la
conocerá un reducido círculo de colaboradores. Benedicto XVI decide abandonar
para evitar un final de pontificado largo, agónico y tortuoso, plagado de
maniobras y conspiraciones en la curia. El robo de los documentos ha sido toda
una señal. Una mala señal. Joseph Ratzinger quiere evitar que el Vaticano se
convierta en un segundo Kremlin, en un mundo que mitifica las transparencias y
las paredes acristaladas. La renuncia puede favorecer la renovación.
Una
decisión audaz que causará perplejidad. Una decisión imprevista que algunos de
los sectores más conservadores del catolicismo aún hoy no han digerido. Fiel a
su amor a la tradición, Benedicto XVI lo anunciará en latín, el 11 de febrero
del 2013, en el curso de un colegio de cardenales ordinario, con pocos
periodistas presentes. Sólo uno de ellos sabe latín. Una periodista, con un
buen liceo clásico en su currículo. Giovanna Chirri, vaticanista de la agencia
pública italiana Ansa, se encuentra de golpe ante una noticia fenomenal.
Traduce. No se lo cree. Llama a sus jefes y tampoco se lo creen. Duda y al cabo
de unos minutos envía un mensaje vía Internet.
Latín,
scoop, Twitter. Una curiosa trinidad. Intelectual de rigurosa formación, Josep
Ratzinger en una ocasión definió así, a la germánica manera, la época que nos
ha tocado vivir: “En la actual fase de aceleración del tiempo histórico…”
Once
de febrero del 2013. Hace ahora un año se ponía en marcha el proceso de
elección de un nuevo Papa. Al cabo de un mes, el 13 de marzo, el cónclave
elegía en la quinta ronda de votaciones –es decir, de manera relativamente
rápida- al cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, jesuita renovador,
propulsado por los cardenales americanos (del norte y del sur) ante las
candidaturas de continuidad que había tejido la curia romana con el apoyo de
influyentes cardenales europeos, sin hallar una única figura de consenso: las
candidaturas del cardenal italiano Angelo Scola (arzobispo de Milán), del
brasileño Odilo Pedro Scherer (muy vinculado a la administración curial) y del
canadiense Marc Ouellet. Jorge Mario Bergoglio había sido el candidato
alternativo a Joseph Ratzinger en el cónclave anterior (año 2005), con el apoyo
del influyente cardenal de Milán, Carlo Maria Martini. Para no dificultar la
elección de Ratzinger, Bergoglio pidió en un momento dado que todos los apoyos
recibidos se dirigiesen al candidato favorito, a fin de no debilitar la
autoridad del nuevo pontificado. Ese gesto de generosidad, en aquel momento muy
valorado por todos los cardenales, sería decisivo en el cónclave de hace un
año. Entre la segunda y la tercera votación se fraguó un gran consenso
alrededor del prelado argentino. De ahí surgió Francisco, el Papa de una
renovación inteligentemente propiciada por Benedicto XVI.
Pronto
hará un año. Pronto se escribirán los balances de Francisco, el Papa que
durante su primer año de mandato ha enamorado con sus gestos a las izquierdas
laicas y a los principales medios de comunicación internacionales. Mientras se
calibran la profundidad y el alcance de los cambios que el nuevo pontificado
está gestando, el cielo de Roma ha dado trabajo a los augures. Señales. Algunas
de ellas, inquietantes. El pasado 26 de enero, dos niños que acompañaban a
Francisco en el ventanal del apartamento pontificio, soltaban dos palomas
blancas como mensaje de paz dedicado a Ucrania. Al poco de haber iniciado su
vuelo, las dos virginales palomas eran atacadas por un cuervo y una voraz
gaviota. Ambas fueron devoradas por los depredadores. Los augures romanos
quedaron lívidos.
Tres
días más tarde, en la audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, se
produjo una reparación simbólica. Un hombre se acercó al Papa con un loro verde
en la mano. El Papa lo cogió y la fotografía dio la vuelta al mundo. El loro se
llamaba ‘Amore’. Una imagen simpática que de alguna manera borraba la
truculenta escena de las palomas atacadas por el cuervo y la gaviota. Los
augures aún están discutiendo si la escena fue casual: un excelente presagio
reparador; o un signo de los tiempos modernos, en los que lo casual algunas
veces está muy estudiado: la genialidad narrativa de un guionista vaticano.
El
loro se llamaba ‘Amore’. Curiosa coincidencia con otra gran película del cine
italiano. En ‘Uccellacci e uccellini’ (‘Pajarracos y pajaritos’, 1966), Pier
Paolo Pasolini hace hablar a los pájaros. Un cuervo, intelectual marxista y
sabiondo, sorprende con sus largas peroratas a dos personajes algo
estrafalarios y marginales, un padre y un hijo que caminan por los arrabales de
Roma, agobiados por las deudas. El cuervo les habla de San Francisco de Asís y
sus discípulos. En una escena sutil e irónica sobre la vida franciscana, los
pájaros juegan en el cielo y preguntan por Dios. Atención a la escena: el
diálogo de los frailes Ciccilio y Ninnetto con los pájaros es precioso.
Gran
película de Pasolini, cuya ironía comienza con los títulos de crédito: una
pieza que figura en los anales de la historia del cine.
(En
la ‘smorfia’ napolitana, los pájaros son el 35. La Iglesia, el 84).
Anàlisi - El vaticà davant de la
pederàstia
És l'hora d'actuar, Francesc
Sorpresa per la tèbia reacció del Vaticà a l'informe de Nacions Unides,
que l'acusa d'haver encobert els casos de pederàstia
El papa Bergoglio té l'oportunitat de demostrar si l'Església oberta que proclama serà una realitat
El papa Bergoglio té l'oportunitat de demostrar si l'Església oberta que proclama serà una realitat
Pepa Maso Serrano - EL PUNT AVUI - dissabte
08.febrer.2014
L'ONU exigeix al Vaticà que deixi d'encobrir els casos de
pederàstia dins l'Església. El papa ha de demostrar si el seu pontificat és
realment renovador o si el poder continua en mans dels de sempre
La pederàstia és, sens dubte, la taca més bruta i infame
de l'Església catòlica. Aquest dimecres, l'Organització de les Nacions Unides
(ONU), a través d'un duríssim informe de la Comissió sobre els Drets de la Infància, va acusar el
Vaticà d'haver permès i ocultat “desenes de milers d'abusos sexuals arreu del
món”. L'informe assegura que la
Santa Seu “no ha reconegut mai la magnitud dels crims
sexuals” perpetrats per religiosos i ha anteposat la reputació de l'Església a
la protecció de les víctimes. Per això, insta el Vaticà a prendre mesures
immediates.
L'informe de l'ONU representa una fita històrica: mai
abans cap ens oficial havia gosat dir al Vaticà com havia de comportar-se en un
tema tan delicat com els abusos sexuals a menors. La reacció que ha tingut la Santa Seu, però, no ha
estat a l'altura de l'actitud dialogant i oberta que ha mantingut Bergoglio des
de l'inici del seu pontificat: el Vaticà s'ha mostrat sorprès i irritat pel que
ha considerat una intromissió. Tanmateix, l'informe és en realitat
l'oportunitat d'or per a Francesc de demostrar que realment vol canviar l'estat
de les coses i esdevenir el primer papa que actua amb fermesa contra la
pederàstia. Només hauria de seguir les directrius que marca l'informe, la qual
cosa significaria, ni més ni menys, complir amb la Convenció Internacional
dels Drets de la Infància
que el mateix Vaticà va ratificar el 1990.
Què hauria de fer Francesc, doncs, ara? Primer de tot,
assegurar-se que la comissió que ell mateix va instaurar a finals de l'any
passat per a “la protecció dels drets dels menors” investigui de manera
independent tots els casos d'abusos. La Santa Seu hauria de permetre la participació en
aquesta comissió a la societat civil i a les associacions de víctimes i fer-ne
públics els resultats. De manera immediata, s'haurien de retirar de l'activitat
religiosa tots els qui hagin realitzat abusos o en siguin sospitosos. Posar fi
a la pràctica de traslladar els agressors d'un destí a un altre. I, sobretot,
si es coneixen situacions d'abusos, contactar les autoritats judicials. El
Vaticà hauria de garantir, a més, transparència en l'entrega d'informació sobre
els casos de pederàstia per tal de poder posar en coneixement de la societat
quins agressors continuen en contacte amb nens.
Un altre pas important que hauria de fer la Santa Seu és modificar
la llei de dret canònic per tal que l'abús de menors sigui considerat un crim i
no “una ofensa contra la moral”, i al mateix temps eradicar les disposicions
que imposen silenci tant a les víctimes com als testimonis del delicte. El
Vaticà hauria també d'establir mecanismes obligatoris i clars per a tots els
capellans, i personal religiós en general, perquè notifiquin les sospites
d'abusos i perquè l'obligació de denunciar estigui per damunt de qualsevol
manament escrit en la llei de dret canònic. En definitiva, el que hauria de fer
el sant pare és posar fi a la situació actual en què el Vaticà es troba “més
enllà” de la justícia civil. Adequar-se al món, formar-ne part i respectar-ne
les lleis.
El mediàtic papa Francesc té tots els reflectors
apuntant-lo. Ha estat escollit el personatge de l'any per la revista Time,
portada de la revista Rolling Stone i la seva popularitat és
inqüestionable. El 86% dels italians, segons una enquesta realitzada el mes
passat per l'institut d'estadística Demopolis, confien “molt” en ell. Des que
existeixen els sondejos, mai cap persona havia aconseguit un nivell de
confiança tan elevat a Itàlia. Preguntats sobre què valoren més de Bergoglio,
els italians responen am unanimitat: “La seva atenció pels desemparats, pels
més dèbils.” Hi pot haver un ser més dèbil i desemparat que un infant sotmès a
abusos sexuals per part d'una figura que teòricament encarna l'autoritat moral?
Bergoglio va dir fa poc que li pertoca, “com a bisbe de
Roma, estar obert als suggeriments orientats a un exercici” del seu ministeri
“que el faci més fidel al que Jesús va voler donar-li”. Els catòlics de tot el
món, les organitzacions de drets humans i els supervivents d'abusos sexuals
estan expectants davant la reacció del pontífex a l'informe de l'ONU, prevista
properament. L'esperança rau en què, a diferència dels seus predecessors,
Francesc no es limiti a escoltar els suggeriments rebuts per combatre la
pederàstia sinó que els posi en pràctica.
Del coratge que demostri Bergoglio en aquest assumpte en
depèn no només la seva credibilitat sinó la dignitat de l'Església i, a llarg
termini, probablement també la supervivència de la institució, que no es pot
permetre continuar mirant cap a una altra banda. En la societat de la
informació, per sort, els abusos sexuals a menors en el si de l'Església han
deixat de ser bàsicament un tabú per a les víctimes, aclaparades pel dolor que
vivien en silenci, per passar a ser la vergonya dels agressors i dels seus
còmplices. No es pot continuar amagant el cap sota l'ala davant d'un escàndol
que, a hores d'ara, ha pres una dimensió mundial.
Teólogos y vaticanistas evocan la renuncia al papado de Benedicto XVI
"Un gesto profético, que cambió la historia de la Iglesia"
Mañana se cumple un año del momento en que Ratzinger anunció su marcha
Benedicto
XVI actuó con la sensibilidad moderna que ensalza con entusiasmo el valor de la
libertad, y con sensibilidad evangélica pues todos hemos sido puestos en manos
de nuestra propia decisión
Jesús
Bastante - RELIGIÓN DIGITAL 10 de febrero de 2014
Mañana
se cumple un año del histórico anuncio de la renuncia de Benedicto XVI.
El "barrendero de Dios" indicaba, en perfecto latín -tanto, que pocos
de los presentes en la audiencia lo advirtieron-, la decisión que marcaría un
antes y un después en la vida de la
Iglesia, y que hizo posible la llegada al solio pontificio
del huracán Francisco.
¿Qué
significó este gesto? ¿Qué supuso para la Iglesia y la sociedad? Teólogos, vaticanistas y expertos
rememoran qué sintieron en ese momento sin parangón. Dolores Aleixandre,
Xabier Pikaza, José María Castillo, Pedro Miguel Lamet, Jesús Espeja, Paloma
Gómez Borrero o José Ignacio González Faus nos hacen su particular balance
de la marcha más sonada de la historia reciente de la Humanidad.
Éstas
fueron las preguntas:
1/
¿Qué sintió y pensó, cuando, hace un año, Benedicto XVI hizo pública su
renuncia?
2/
¿Cómo calificaría esa decisión del Papa Ratzinger?
3/
¿Qué supuso, a su juicio, para la
Iglesia y para el mundo?
§ Dolores Aleixandre, teóloga y
escritora
"En
la Iglesia lo
esencial es sólo el Evangelio"
Sentí sorpresa y alivio. Tuve la sensación de que lo que parecía inmutable, mutaba, lo atado se desataba, lo impensable acontecía, y lo petrificado se derretía. Se estaba abriendo una grieta por la que felizmente se colaba todo eso que pertenece y acompaña a nuestra condición humana: la normalidad de la jubilación, la aceptación de la caducidad de la vida y de los límites del envejecimiento... Los papas. que parecían estar a salvo de todo eso, bajaban ahora un escalón que les hacía pisar, al menos en esto, la tierra de la normalidad. Y lo más importante: se reconocía implícitamente que en la Iglesia lo esencial es solo el Evangelio y todo lo demás es revisable, cuestionable, reversible y adaptable.
§ Jesús Espeja, teólogo dominico
"El
régimen de la Iglesia
no es de monarquía absoluta"
1.
Sentí que su gesto implicaba una novedad en la historia de la Iglesia y en el
ejercicio del ministerio peculiar del obispo de Roma, Sucesor de Pedro. Fue
novedosa la renuncia pues la costumbre tradicional era la permanencia en el
cargo hasta la muerte. Al mismo tiempo con su renuncia voluntaria Benedicto XVI
manifestó que ejercicio del ministerio papal podría tener un tiempo limitado
como el ministerio de los demás obispos.
Pensé
también en el significado plurivalente del gesto. Primero, renunciando
libremente, Benedicto XVI actuó con la sensibilidad moderna que ensalza con
entusiasmo el valor de la libertad, y con sensibilidad evangélica pues
todos hemos sido puestos en manos de nuestra propia decisión. Segundo, esa
renuncia me sugirió que el obispo de Roma debe jubilarse a la misma edad que
los demás obispos. Tercero, que el régimen de la Iglesia no es de monarquía
absoluta, y que hay dar relieve tanto a la colegialidad de los obispos como
a la consistencia de las iglesia locales, que son la única y verdadera Iglesia
de Jesucristo
2.
Califico esa decisión como profética. Portavoz de lo que Dios quiere: necesidad
de corresponsabilidad en de todos los bautizados en la Iglesia y necesidad de
revisar las formas que todavía hoy reviste el ejercicio del ministerio papal.
El Vaticano II destacó la imagen de la Iglesia como pueblo de Dios donde todos los
bautizados, cada uno desde su puesto y con su propio carisma, debe ser sujeto
responsable y activo en la vida y misión de la Iglesia; el ejercicio del
primado que ostenta el obispo de Roma debe ser articulado en la Iglesia misterio de
comunión. Por otro lado desde la
Edad Media el ejercicio de este ministerio vine revestido con
apariencias de poder. Ya Pablo VI reconoció que el ejercicio del ministerio
papal es el mayor obstáculo en el camino hacia la unidad de la Iglesia. Y Juan Pablo
II pidió la colaboración de obispos y teólogos para buscar las formas que debe
revestir este ministerio en ordena prestar un servicio de fe y de amor reconocido
por unos y por otros. La renuncia de Benedicto XVI abrió la puesta para esta
necesaria revisión.
3. A mi juicio, para el mundo la
renuncia de Benedicto XVI supuso un cambio de imagen respecto a la figura del
papa; caminando como los demás mortales y vulnerable a las inclemencias del
tiempo. Siempre desde mi perspectiva, en esa renuncia vislumbré un signo de
que comenzaba para la Iglesia
una tercera etapa postconciliar. Hubo una primera etapa de alegría y
entusiasmo, con una buena dosis de optimismo ingenuo. En una segunda etapa
declarada explícitamente hacia el 1980 la administración central de la Iglesia reaccionó frenando
para evitar desviaciones en la teoría y en la práctica; ha sido un periodo de
divisiones y conflictos en el interior de la misma Iglesia. La renuncia de
Benedicto XVI deja espacio libre para iniciar una nueva etapa donde,
admitiendo la pluralidad, procesemos con ánimo sereno orientaciones
fundamentales del Vaticano II que fomentarán la comunión entre todos los
cristianos y garantizarán la presencia pública de la Iglesia evangelizadora en
el mundo.
§ Paloma Gómez Borrero,
periodista y vaticanista
"Estaba
cada vez más débil, más angustiado"
1) Debo reconocer que no me cogió de excesiva sorpresa, después de estallar Vatileaks y de leer la respuesta del papa al periodista Seewald en el libro "luz del mundo", pensaba que el papa no descartaba la posibilidad de renunciar. En el libro lo afirmaba claramente "no solo puede hacerlo, sino que debe hacerlo "fue la respuesta que dio a esa pregunta... Fue una decisión muy meditada diversa de la que mantuvo Juan Pablo ll... A medida que se descubrían los escándalos en la curia que , pudimos leer cartas inquietantes en el libro Santidad , la conducta del mayordomo Paolo, fotocopiando documentos, papeles ,escritos personales de la casa del papa... veíamos como todo ello influía y se traslucía en el físico de Benedicto XVl. El papa estaba cada día más débil, más angustiado. No tenia fuerzas para llevar el peso del papado y además creo que el resultado del informe secreto que mando elaborar a los 3 cardenales a los que les encargó la investigación fue determinante. Meditó, reflexionó y rezó mucho, antes de renunciar, pero no lo dudó un instante..."Debía hacerlo y lo hizo!.... solo esperó a anunciarlo, en Cuaresma para que en la Pascua ya pudiera haber sido elegido su sucesor. Cuando escuché sus palabras en latín , no lo comprendí hasta que dio la noticia medio llorando, la colega del Ansa que estaba en la sala de prensa del Vaticano siguiendo el consistorio en el que se informaban sobre decretos de nuevos santos italianos. Me quedé, como el mundo entero, angustiada pero ,de verdad , no me sorprendió; solo me desconcertó el momento y la manera de comunicarlo...
2)
La decisión fue coherente, revolucionaria, de una humildad y un valor
extraordinario. Un gesto profético que cambia la historia de la Iglesia. Cuando
sobrevolaba la cúpula de san Pedro el helicóptero llevando vivo, al Pontífice,
rumbo a Castelgandolfo, cuando se cerro el portalón de la villa pontificia y la Guardia Suiza dejo
el lugar porque ya Benedicto , no era el papa...reconozco que se me puso un
nudo en la garganta y pensé que nos había dejado un ser extraordinario,
grandísimo, capaz de un gesto sin precedentes Benedicto sentía sin duda el peso
de su decisión pero debía hacerlo y no lo dudò un instante.
3)Pienso
que ahora con la elección de papa Francisco , las reformas tan necesarias y
urgentes se llevaran a cabo con relativa rapidez, según los habituales ritmos
del Vaticano Papa Francisco ha leído el informe secreto del Vatileaks y ha
nombrado ese G 8 de cardenales para que colaboren en una tarea difícil pero no
imposible . Le ayuda la simpatía que despierta, su cercanía, sus gestos ,
su talante latino y como dice el refrán mas vale caer en gracia...y papa
Francisco cada día levanta más entusiasmo y aplausos. En la Iglesia con Francisco hay
continuidad, pero hay una sencillez de lenguaje, una forma llana de ejercer el
ministerio, que atrae enormemente. Se ha convertido en el personaje amado incluso
por quienes nunca alabaron a la Iglesia. Papa Francisco lo sabe y aprovechará su
momento para trasmitir el mensaje de Cristo. A una sociedad en crisis de
valor, pero también de esperanza y de ilusión, insiste en la ternura, en el
amor, en el perdón y la misericordia, cuatro pilares para sostener a un
mundo que, en lo más recóndito de su alma, siente que tiene hambre de Dios. Por
supuesto habrá cambios, pero no en la doctrina y en los principios inmutables
que la Iglesia
defiende y predica porque los ha recibido de Cristo.
§
Pedro Miguel Lamet, escritor y jesuita
"El
momento más sublime, más evangélico y más ejemplar de la vida de Benedicto
XVI"
1.-
Después de la sorpresa sentí que asistíamos a un hecho único en la Historia de la Iglesia y que detrás estaba
ocurriendo un auténtico terremoto en el Vaticano. También, dado el contexto de
noticias negativas y escándalos, como los vatileaks, la corrupción, la
pederastia y sobre todo la enorme división interna de la comunidad, que no se
trataba de una decisión a la ligera, sino incluso de una necesidad, la gota de
agua que colma el vaso y, por todo ello, el fin de una época de involución
respecto al Vaticano II.
2.-
Como el momento más sublime, más evangélico y más ejemplar de la vida y el
pontificado de Benedicto XVI. Pero sobre todo me conmovió la forma como lo
hizo: su sencillez, su discreción, lo medido de sus palabras, la sobriedad de
sus gestos y la coherencia de su decisión con un silencio admirable al que se
ha reducido desde entonces. Creo que Ratzinger ha salvado a la Iglesia, negándose a sí
mismo, entregándose a ella usque ad mortem. Sin duda, como dijo, estaba
agobiado, no podía resistir más la presión, pero este paso ha elevado la
categoría de un papa continuista, aunque más equilibrado y justo en sus
decisiones pastorales que el anterior, a una figura clave y decisiva de la
historia contemporánea de la
Iglesia.
3.-
Primero un parón a un periodo de divisiones, corrupción y decadencia. Segundo
un ejemplo para el mundo en el que nadie, ni gobernantes, ni políticos, ni
empresarios, abandona su poltrona o su puesto de mando. Tercero, la apertura a
lo nuevo, lo inesperado y al posible viento del Espíritu, con consecuencias que
ni él mismo podía pronosticar. Cuarto, demostrar que la denuncia es factible
cuando se empeña en ello la propia vida. Y quinto: que en la Iglesia de Dios, pese a
sus limitaciones y pecados, el legado evangélico de Jesús sigue vivo y que su
fuerza nace de lo pequeño, del grano de trigo que muere, o del de mostaza que
llega a ser gran árbol.
§ José Ignacio González Faus,
teólogo jesuita
"La
última arma que le quedaba a un Papa honrado ante una curia menos
evangélica"
1.-
Me alegré. No ya porque algunas cosas de su pontificado no acabaran de gustarme
sino porque intuí que no era un gesto de cansancio o de debilidad, sino la
última arma que le quedaba a un papa honrado ante una curia menos evangélica.
2.-
Lo más revolucionario de su pontificado. Y una prueba desesperada de
honestidad.
3.-
No la dimisión sola sino la documentación aquella secreta que vieron los
cardenales, me parece que debió ser determinante en el conclave. No sé cómo
terminará toda esta promesa. Pero lo que me parece tan llamativo es que un papa
que no está haciendo más que lo normal que debería hacer cualquier sucesor de Pedro,
cause tanta admiración y resulte tan extraordinario. Eso me parece un índice de
lo mal que estaba nuestra santa madre iglesia.
§
José M. Castillo, teólogo
José M. Castillo, teólogo
"La
renuncia de Ratzinger ha sido el punto final de una Iglesia sin gobierno"
1.-
Pensé en el Papa. Pensé en el Papado. Y pensé en la Curia.
Del Papa Ratzinger,
lo primero que pensé es que lo ha tenido que pasar muy mal, para verse en la
situación de tener que aceptar que lo mejor (para él y para la Iglesia) era quitarse de
en medio. Una persona que, en un cargo de tanta entidad, se ve obligado a tener
que aceptar que lo mejor es irse, sin duda alguna, es una persona
sobrecargada por un peso insoportable. Es de elogiar, y elogiar mucho, el
acto de humildad y despojo que Benedicto XVI ha dado al mundo. Porque no son
frecuentes los supremos gobernantes que aceptan renunciar a un cargo de tanta
importancia. Del Papado, lo que pensé es que - como ya he dicho - es un cargo
que, tal como está organizado y funciona, es un cargo inhumano, para la
persona que lo ejerce. Y es, además, un cargo dañino para la Iglesia. Una
institución de 2.200 millones de creyentes que pretende concentrar el poder en
un solo hombre, no consigue semejante despropósito. Y, lo que es peor, puede
verse en una situación de dejación del poder, es decir, puede verse como una
enorme institución sin gobernante ni gobierno. De la Curia, lo que se me ocurrió
es que, en muchas cosas importantes, manda más que el Papa. Lo que expone a
la Iglesia
entera al peligro constante de verse en situaciones sin salida. O con una
salida que no es precisamente ejemplar.
2.-
Yo creo que fue una decisión seguramente inevitable y, en todo caso, ejemplar.
Este hecho da pie para sospechar que lo más probable es que el Ratzinger llegó
a la convicción de que él no podía ni con el cargo ni con la carga que
representa el Papado en este momento. Por esto he dicho que la renuncia del
Papa fue una decisión inevitable. Fue, además, ejemplar. Pero hubiera sido
enteramente ejemplar, si Joseph Ratzinger no se hubiera quedado a vivir en el
Vaticano. A no ser que exista una norma secreta que así lo disponga. Cosa
que dudo y que el mismo Papa podría también anular. El que abandona un cargo es
enteramente ejemplar si, en la medida de lo razonable y lo posible, explica las
razones que han motivado la renuncia. Y, dada la explicación más completa
posible, se quita de enmedio y renuncia a cualquier forma de protagonismo.
3.-
Como ve todo el mundo, la renuncia de Ratzinger ha sido el punto final de
una Iglesia sin gobierno. Insisto en la ejemplaridad del Papa Ratzinger, en
lo que estaba a su alcance. Fue un hombre ejemplar. Pero con una ejemplaridad
que habría sido un modelo a imitar siglos atrás. En este momento, la situación
le superaba.
§ Xabier Pikaza, teólogo
"Aún
no tenemos tiempo suficiente para valorarla"
1.-
Me llamó Matilde de Palma: "Mira las noticias...". Miré en el PC y
estaba allí, en todos los medios, que no sabían decir otra cosa. ¿Qué sentí?
Compartí la noticia con Mabel y con algún amigo, y sentí una gran tristeza,
un alivio, una pena.
‒ Tristeza porque descubrí de pronto, con toda claridad, que Ratzinger había fracasado como Papa, no había sido capaz de "enderezar" la Iglesia con su propuesta de retorno a sus fuentes... La Iglesia seguía sus cauces, sin hacer caso de lo que el Papa dijera, por más que sus discursos fueran precisos y bien organizados, sus gestos muy medidos, sus libros profundow... El problema del gran clero le superaba, no supo poner orden en su casa. Se le rebelaron los enanos, eso pensé. No ha podido, añadí. Y me quedé triste. Porque en el fondo quería y quiero a Ratzinger
‒ Tristeza porque descubrí de pronto, con toda claridad, que Ratzinger había fracasado como Papa, no había sido capaz de "enderezar" la Iglesia con su propuesta de retorno a sus fuentes... La Iglesia seguía sus cauces, sin hacer caso de lo que el Papa dijera, por más que sus discursos fueran precisos y bien organizados, sus gestos muy medidos, sus libros profundow... El problema del gran clero le superaba, no supo poner orden en su casa. Se le rebelaron los enanos, eso pensé. No ha podido, añadí. Y me quedé triste. Porque en el fondo quería y quiero a Ratzinger
‒ Sentí alivio, porque supe que
una etapa de dirección eclesial unificada con gran teología y derecho, desde
arriba, con un papa germano había terminado. No pudo ser como su predecesor
alsaciano León IX (Bruno de Egisheim-Dagsburg, 1049-de 1054), papa fuerte,
soldado-reformador, iniciador de la Reforma Gregoriana...
No pudo ser, renunciaba. Y sentí que la Iglesia podía volver a su origen, para ser ella
misma, tras el fracaso final de esa reforma gregoriana, iniciada por un papa
alemán. Sentí que podría recuperarse, quizá, una parte de las fuerzas perdidas
en empresas locas (dislocadas), como en lo referente a la teología de la
liberación, a la secularización (canónica o de facto) de gran parte del
clero... Podía, quizá, empezarse de otra forma, terminando el ciclo de la
reforma gregoriana, iniciada precisamente por un emperador (Enrique III) y un
papa germano.
‒ Pero descubrí que me nacía,
al mismo tiempo, una gran pena, por él, Ratzinger, causante
directo/indirecto de algunas de mis tribulaciones teológicas, pues no supo o no
quiso o no pudo hacer...lo que en él fondo quizá deseaba (como había
propuesto en sus trabajos teológicos de los años sesenta, de joven profesor).
Tuve pena por él en persona (estaba leyendo sus trabajos tempranos sobre la Iglesia como fraternidad),
y por una institución secular (de siglos y de siglo/mundo) como es el Vaticano.
Pena y rabia pues me parecía que debía haber sido él mismo (Ratzinger) quien
hubiera rasgado el corsé que se había impuesto más tarde como defensor de una
"ortodoxia" más artificial que evangélica (como director de la Congregación para la Doctrina de la fe, en los
años ochenta y noventa), un corsé que después había extendido a la Iglesia entera como
Papa... Tuve pena, pues debía haber sido él mismo quien soltara el lastre, y se
atreviera a nadar en libertad (como se dice de Pedro, que se desnudó y se echó
al lago de Galilea, a la llamada de Jesús); podía haber sido él mismo, el hondo
Ratzinger primero, quien dejara que la iglesia volviera al lago de Galilea, a
los primeros amores...
2.-
Necesité algo de tiempo para situarme. Había terminado de redactar un juicio
académico sobre su tercer libro de Jesús (Evangelio de la Infancia), que ha
aparecido en varias lenguas (en la revista Concilium), donde presentaba mi
visión de conjunto del Jesús del Papa
‒ Con la lectura fresca de su
Jesús pensé que él (Ratzinger) no había llegado a descubrir la novedad radical
de la Encarnación
del Logos de Dios, sino que había dejado un tipo de Logos sobrevolara sobre la
realidad concreta de la vida y de la iglesia. Supe que su último bagaje
teológico/pastoral (y su forma de entender el cristianismo como fortaleza
asediada) le habían impedido dejar en libertad el evangelio, sobre el mar del
mundo. Por eso pensé que en el fondo era bueno que renunciara, aunque tenía mis
dudas. Me vino a la mente la imagen de la renuncia del papa Celestino (1294), a
quien Dante acusa de haber hecho "il gran rifiuto": No fue capaz de
realizar como Papa aquello que quizá había entrevisto. Su renuncia fue personal
(¡no se sentía con fuerzas!), pero también institucional (estaba diciendo que
algo debía cambiarse en el rumbo de la nave de la Iglesia).
‒ Pero no estaba seguro: quizá
la renuncia de Ratzinger (Benedicto, Benito) no fue un "rifiuto" (un
puro rechazo, una negación), sino más bien un reconocimiento de su
debilidad, de su incapacidad para enfrentarse con los problemas reales de la
iglesia, empezando con los que están más vinculados con temas sociales y de
organización mundial de las comunidades y terminando con aquellos que están más
referidos a las otras teologías posibles y a los cuervos reales del Vaticano.
Renunció porque se sintió débil, para que otros tomaran la carga y dieran otros
pasos, y eso es lo que ha sucedido. Así lo escribí en algunas contribuciones de
mi blog por aquellos días, haciendo un balance de su aportación teológica,
curial (como Prefecto de la
Congregación de la fe) y papa. Renunció porque en el fondo de
su gran "fortaleza" externa me parecía un hombre débil, un pensador
que no se atrevió a poner en marcha los poderes que él tenía, para volver al
evangelio.
‒ Fue una decisión valiente
(¡yo no puedo!) y al mismo tiempo temerosa (¿cobarde?): No quiso enfrentarse
con los problemas, y así se retiró, para que los arreglaran otros, dejando a su
sucesor una carpeta con los temas no resueltos, que quizá debía haber resuelto
él mismo... Y así se fue, con toda la gala del mundo, disponiendo los pasos y
momentos de su despedida, hasta el autogiro que le llevó en medio de un gran
despliegue mediático desde las piedras del Vaticano a la ribera del lago de
Albano. Tuve una sensación de gran perplejidad, y la conservo todavía. He
pasado por algunas oficinas de la
Roma vaticana (allá en los años 80 del siglo pasado), entre la Congregación de
Universidades y la de la
Doctrina de la Fe,
que era la de Ratzinger. Supe que las cosas en aquellos lares iban "piano
piano", de un modo casi inflexible, como una rueda que vuelve siempre a lo
mismo... Hacía falta romper la rueda, para volver a la libertad de la barca de
la fe. No sabía si la decisión actual de Ratzinger podría contribuir a ello.
3.-
Para el mundo supuso una noticia más, una noticia larga, que duró hasta su
retiro junto al lago y hasta la elección de Francisco. El universo mediático
está ávido de noticias, y todavía sigue de algún modo con ésta de la renuncia
de Ratzinger, por lo Francisco ha supuesto de renovación. Pero ése es otro
tema.
‒ Es pronto para valorar. Un año es poco tiempo en los ciclos seculares de la Iglesia. Por eso, volviendo a lo que supuso la renuncia de Ratginger debe afirmar que aún no tenemos distancia suficiente para valorarla. Los grandes gestos necesitan un tiempo, eso que en lenguaje de Iglesia se llama "receptio": Cómo son recibidos, cómo son reelaborados. Al menos yo, no sé los problemas reales que había en el Vaticano, los posibles enfrentamientos de grupos... Tampoco conozco de verdad las miras y los temas de fondo de una institución como es el Vaticano, que ha de estar al servicio del evangelio (¡y estoy convencido de que Ratzinger quería servir al evangelio!), pero que de hecho está cautiva de sus propias ataduras de poder. Porque el poder libertad para hacer, pero ata mucho más. Y el Papa Ratzinger se sintió sin duda atado, y por eso renunció.
‒ Es pronto para valorar. Un año es poco tiempo en los ciclos seculares de la Iglesia. Por eso, volviendo a lo que supuso la renuncia de Ratginger debe afirmar que aún no tenemos distancia suficiente para valorarla. Los grandes gestos necesitan un tiempo, eso que en lenguaje de Iglesia se llama "receptio": Cómo son recibidos, cómo son reelaborados. Al menos yo, no sé los problemas reales que había en el Vaticano, los posibles enfrentamientos de grupos... Tampoco conozco de verdad las miras y los temas de fondo de una institución como es el Vaticano, que ha de estar al servicio del evangelio (¡y estoy convencido de que Ratzinger quería servir al evangelio!), pero que de hecho está cautiva de sus propias ataduras de poder. Porque el poder libertad para hacer, pero ata mucho más. Y el Papa Ratzinger se sintió sin duda atado, y por eso renunció.
‒ Nos hallamos todavía en plena
receptio, de tal forma que aún no se ha decidido el sentido de aquella renuncia,
porque la historia no es lo que ha sido en el pasado sin más, sino lo que ella
impulsa y posibilita en el futuro. (a) Y en ese hacerse de la historia algunos
quieren que aquello (la renuncia) quede en nada. Hay muchos que quieren que
todo siga como estaba, diciendo que aquello fue sólo un momento pasajero en la
permanencia del sistema: "Que cambie todo para que todo siga igual".
Éstos son los que quieren apagar el fuego de aquella renuncia, cegar el foso de
aquel gran salto... (b) Otros en cambio quisiera que aquella renuncia implique
un cambio fuerte... y por eso apelan a Francisco, un Francisco a quien quieren
presentar como renovador de todo, un anti-Ratzinger..
‒ La pelota está en el tejado
de la máquina curial del Vaticano (que podría cambiarse con un duro golpe
de timón...), y en el tejado de nuestra propia conciencia y decisión de
cristianos de base, que quisiéramos cambiar un poco (o un mucho) las reglas de
juego que implica el evangelio, dentro de la Iglesia. Esto del
tema de la pelota que cae y que rueda nos lleva a la gran profecía de Dan 2,
donde se dice que piedra redonda que baja del monte y que rueda es capaz de
echar abajo la gran estatua del poder social o religioso. Quizá la renuncia del
Papa Ratzinger puso en marcha esa pelota/piedra (signo del papado), que
volteará la estatua inmensa y permitirá que todos puedan dialogar mano a mano,
corazón a corazón, sobre el lago y la colina de Jesús. Por eso, en vez de decir
"qué supuso" tenemos que preguntar "qué debe suponer, qué
supondrá...". Esta pelota/guijarro del evangelio está en nuestro tejado,
en el tejado de la gran Iglesia. De nosotros depende que el humo de la vieja
chimenea del Vaticano sea blanco o negro.
El Papa Francisco, más de un año después
Antonio Tarabini - DIARIO DE MALLORCA - lunes 10.02.2014
La elección del jesuita
argentino Jorge Mario Bergoglio fue una esperanza para buena parte de los
católicos. Representaba aires nuevos en sus mensajes, en sus gestos, en sus
actos, precisamente en unos momentos en que la Iglesia católica se
encontraba, y sigue encontrándose, en una difícil encrucijada en un mundo y una
sociedad abierta, cambiante y convulsa: o enclaustrarse en sus esencias en
actitud defensiva o apostar por reencontrarse en sus raíces evangélicas.
Los retos eran, y siguen siendo, claros. Una
estructura eclesial (Vaticano,
conferencias episcopales, cardenales, obispos, monseñores) anquilosada y
convertida en simples organizaciones de poder, cuyo máximo modelo es la curia
vaticana. Una pastoral y evangelización basada en normas, donde se pretende que
el pecado sea delito, y el pecador delincuente. Realidad que choca frontalmente
no sólo con una sociedad adulta y laica, sino también con determinados (no
todos) movimientos de base y con la presencia activa de buena parte de los
católicos ubicados en zonas fronterizas y de conflicto.
Ha
transcurrido más de un año desde su elección y comienzan a oírse voces, incluso
dentro de la Iglesia,
de cierta desilusión respecto al Papa Francisco. Y así lo pone de manifiesto el
último número de Quaderns Gadeso (número 248) dedicado a analizar y evaluar la
religiosidad en nuestra comunidad, especialmente de los que se autodefinen como
católicos. Comienzan a disminuir las opiniones positivas respecto al Papa
Francisco. No se perciben, más allá de los gestos y buenas palabras, acciones
eficaces de reformas. Siguen pendientes temas tales como actuar contra los
casos de abusos a menores (94%), redefinir el papel de la Iglesia en la sociedad
(79%), los temas financieros y económicos, Banco Vaticano, financiación de iglesia
(57%), reforma de la curia vaticana (40%), y suma y sigue.
En
la misma publicación, de la que ofrece una sinopsis en este mismo periódico y a
la que puede acceder gratuitamente en gadeso.org, se percibe que disminuye año
tras año el porcentaje de los que se declaran como católicos, aunque siga
siendo mayoritario (63%). Pero, a su vez, únicamente un 50,8 % se considera
practicante. Y sólo un 35,6% de los practicantes manifiestan cumplir con el
deber de la misa dominical y de días festivos, lo que representa únicamente
entorno a un 14% del conjunto de ciudadanos de Balears. Tal desafección se
manifiesta de manera clara y en aumento entre los jóvenes. Se incluye una tabla
muy significativa donde se visualiza, según datos oficiales, la relevante
disminución de alumnos matriculados en la asignatura de religión, por niveles
educativos y naturaleza de los centros.
Finalmente
se refleja el posicionamiento de los ciudadanos y ciudadanas de nuestra
comunidad en situaciones sociales, donde la Iglesia tiene y mantiene una opinión propia y
diferenciada. Un 99% acepta el divorcio, un 78% vivir en pareja sin estar
casados, un 71% la actual ley vigente sobre el aborto, un 63% la eutanasia
pasiva, y un 79% están en contra de los posicionamientos de la Conferencia Episcopal
española.
Regresando
al inicio. Más de uno tiene la impresión, y los hechos lo confirman, que al
Papa Francisco le están metiendo goles por la escuadra. El penúltimo las
declaraciones del recién nombrado cardenal por el Papa, donde reafirma que la
homosexualidad es una enfermedad que tiene remedio. En breve tendrá que
afrontar el cambio de la cúpula de la Conferencia Episcopal
española dominada por el integrismo de Rouco Varela.
En
nuestra diócesis mallorquina, el nuevo obispo parece más comunicativo y
cercano. Su vicario general, Antoni Vera, en unas recientes declaraciones en
diversos medios se "mojaba" en diversos temas conflictivos. Caritas,
y alguna otra ONG de matriz católica, están ubicadas en primera línea ante
situaciones flagrantes de injusticia. Pero el camino es largo y sinuoso.
Reubicarse en una sociedad secularizada, sin que se confunda el laicismo con
una "persecución" a la iglesia y a sus creencias, aceptando la
mayoría de edad y la autonomía de sus fieles. Reformar las estructuras propias,
que no puede reducirse a un cambio de cromos y de caras. Repensar los
contenidos y formas de evangelización. Comprometerse con los problemas reales
de los ciudadanos (católicos o no) sujetos a situaciones graves de injusticia,
falta de libertades, e inmersos en el sálvense el que pueda. Sin prisas pero
sin pausas, y teniendo en cuenta que obras son amores y no buenas razones.
1.- La ONU exige al Papa que entregue a los pederastas y blinde a los niños
En un duro informe, acusa al Vaticano de poner a los menores en “alto riesgo de abuso sexual”
Roma se defiende: “Es un ataque al ejercicio de la libertad religiosa”
Ya
no son las víctimas, ni los periódicos, ni siquiera el propósito de enmienda
—tímido y tardío—que Benedicto XVI ensayó en la agonía de su papado. Ahora es
nada más y nada menos que la
Organización de Naciones Unidas (ONU) la que, a través de un
durísimo informe de la
Comisión sobre los Derechos del Niño, acusa al Vaticano de
haber dejado solos a los niños en manos de los sacerdotes pederastas. La ONU acusa a la Santa Sede de no haber
reconocido jamás “la magnitud de los crímenes sexuales” cometidos por parte de
sus religiosos y de “no haber tomado las medidas necesarias para proteger a los
menores”. El resultado, según la comisión, es espeluznante: los abusos “se
siguen cometiendo de forma sistemática mientras la inmensa mayoría de los
culpables disfruta de total impunidad”. La Comisión sobre los Derechos del Niño exige al Vaticano
que “destituya de sus cargos y entregue a la policía a todos aquellos que sean
culpables de abusos sexuales a menores”, para lo cual pide que haga público el
contenido de sus archivos.
Hay párrafos del informe, dado a
conocer ayer en Ginebra, que señalan directamente a la jerarquía católica como
responsable de las “decenas de miles de casos” que se han producido y se siguen
produciendo. Según asegura la ONU
ahora, y ya antes habían denunciado hasta la saciedad —y ante la sordera de la Iglesia— las víctimas de
pederastia, el Vaticano ha utilizado desde hace décadas la táctica de
transferir “de una parroquia a otra, o a otros países, a abusadores de niños
bien conocidos, en un intento por encubrir sus crímenes”. Una práctica
“documentada por varias comisiones nacionales de investigación” que, además de
revestir a los culpables de total impunidad, provoca un efecto aún más
devastador: “La movilidad de los responsables”, explican los expertos del
Comité sobre los Derechos del Niño, “ha permitido a muchos sacerdotes
mantenerse en contacto con menores y continuar abusando de ellos. Hay todavía
muchos países donde los niños siguen padeciendo alto riesgo de abuso sexual. Se
ha reportado —insiste el informe— que decenas de responsables de abusos
sexuales siguen en contacto con niños”.
La
presidenta del Comité, la noruega Kirsten Sandberg, realizó unas declaraciones
a la altura de la dureza del informe: “El Vaticano infringe la convención sobre
los Derechos del Niño, porque no hizo todo lo que tendría que haber hecho para
proteger a los menores. Y no estamos hablando de simples recomendaciones de
buenas prácticas, sino de que el Vaticano viola la Convención —a pesar de
haberla ratificado en 1990—porque no protege a los niños a pesar de que existe
la posibilidad de hacerlo. Frente al escándalo de la pederastia, las
autoridades eclesiásticas impusieron un código de silencio y prefirieron
preservar la reputación de la
Iglesia y proteger a los responsables por encima del interés
supremo de los niños”.
El
informe se produce dos semanas después de que el representante de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Silvano
Tomasi, acudiese a Ginebra para declarar ante la comisión, pero ni aportó datos
ni mostró una preocupación acorde con la gravedad del problema y con las directrices
que, al parecer, ha cursado el papa Francisco. Tomasi dijo entonces que sí, que
se trata de “un hecho especialmente grave”, pero que abusadores también hay
“entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo”. Ayer, al
conocer el contenido del durísimo informe, monseñor Tomasi declaró: “La primera
reacción es de sorpresa porque parece que ya estuviera preparado antes del
encuentro de hace dos semanas entre el comité y la delegación de la Santa Sede. En el
informe falta una perspectiva correcta y actualizada de la actuación de la Iglesia, que ha realizado
una serie de cambios en relación a la protección de los niños difícil de
encontrar al mismo nivel en otras instituciones o Estados (…). Se habla de 40
millones de casos de abusos sexuales a niños en el mundo. Por desgracia,
algunos de ellos afectan a personas de la Iglesia. ¡Pero la Iglesia ha respondido y
reaccionado! ¡Y lo seguirá haciendo!”. Por su parte, el portavoz del Vaticano,
padre Federico Lombardi, aseguró durante su visita a Madrid que “en los
próximos días o semanas”, el Vaticano explicará el funcionamiento de una nueva
comisión creada al efecto por mandato del papa Francisco.
Una
nota de la oficina de prensa del Vaticano, sin embargo, informó de que el
Vaticano “lamenta ver en algunos puntos del informe un intento de interferir en
las enseñanzas de la Iglesia
católica sobre la dignidad de las personas y el ejercicio de la libertad
religiosa”, si bien aseguró que “toma nota” y reiteró el “compromiso de
defender y proteger los Derechos del Niño, en línea con los principios
promovidos por la
Convención”.
A
este respecto, uno de los expertos de la
ONU, Benyam Mezmur, puso de manifiesto las contradicciones
del Vaticano: “Por un lado dicen que no pueden ser responsables por cada delito
que cometen los católicos en el mundo, pero al mismo tiempo se niegan a
cooperar con las autoridades de cada país. No se puede actuar por ambas vías. O
se tiene influencia sobre el clero o no. Y la evidencia demuestra que sí hay
influencia”.
Una admisión a regañadientes
Benedicto XVI.Su papado se vio
marcado por los casos de pederastia. Uno de los más destacados fue el de 2009
sobre décadas de abusos y malos tratos en orfanatos, reformatorios y escuelas
de propiedad o dirigidas por miembros de la Iglesia católica en Irlanda. El actual Papa
emérito decretó la tolerancia cero con los abusos tras ser acusado de encubrir
a pederastas durante sus años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Guía interna. En 2010,
el Vaticano publicó su guía interna contra los abusos. En ella exhorta a los
obispos a denunciar a los pederastas a la justicia ordinaria.
Simposio. El Vaticano reunió
en 2012 a
superiores de órdenes religiosas, obispos y víctimas de abusos.
Francisco. Al poco de iniciar
su pontificado, el Papa cambia el reglamento jurídico del Estado Ciudad del
Vaticano y endurece las penas para los abusos de menores. En diciembre se creó
una comisión específica.
ONU. El 16 de enero
pasado, el portavoz del Vaticano en la
ONU compareció ante un grupo de expertos, pero eludió el
asunto.
Francisco tiene la palabra
Durante
el vuelo de regreso de Río de Janeiro, cuando le preguntaron por monseñor
Nunzio Scarano, el alto cargo del Vaticano acusado de blanquear grandes
cantidades de dinero sucio a través del IOR –el Instituto para las Obras de
Religión (IOR)--, el papa Francisco dijo: “No lo han detenido por ser la beata
Imelda”. Jorge Mario Bergoglio mostraba así su desprecio público por quien,
aprovechándose de los privilegios del Vaticano, se enriquecía y enriquecía a
sus poderosos amigos –empresarios, políticos, tal vez mafiosos— bajo el manto
protector de la
Iglesia. Aquellas palabras, seguidas de una disposición jamás
antes vista a colaborar con la justicia italiana –de hecho, Scarano sigue en la
cárcel--, fueron saludadas por quienes están convencidos de que Bergoglio irá
más allá de las frases de impacto.
Ahora
tiene la oportunidad de demostrarlo. El pozo negro de la Iglesia católica no es el
banco del Vaticano con su historia de crímenes y sus cuentas aún ocultas, ni
las peleas de poder entre cardenales que amargaron el pontificado a Joseph
Ratzinger. El pecado mortal del Vaticano, ese que, según la ONU, se sigue cometiendo cada
día, sin señales de arrepentimiento verdadero ni de propósito de enmienda, es
el de los abusos a menores. Por tanto, la pederastia en el seno de la Iglesia, ese delito infame
que ha arruinado la vida a millones de personas desde hace décadas, está
llamada a ser la piedra de toque del pontificado de Francisco. Lo que ha
denunciado ahora la
Convención sobre los Derechos del Niño no es,
desgraciadamente, ninguna novedad. Marie Collins, una mujer irlandesa que
padeció de niña los abusos de un sacerdote, se lo contó en febrero de 2012 a los representantes de
110 conferencias episcopales llamados a Roma por Benedicto XVI para ver si se
enteraban de una vez –o sea, para que dejaran de hacerse los locos de una vez—
de esa tragedia tremenda, de ese crimen vergonzoso. Pero sí tiene que ser una
novedad la manera en que la
Iglesia afronte esa vergüenza mundial.
Si
Ratzinger utilizó sus escasas fuerzas para intentar cambiar de rumbo la actitud
de la Iglesia
después de que Juan Pablo II amparase y protegiese a uno de los más grandes
pederastas de la Iglesia,
el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, Jorge Mario
Bergoglio no tiene más remedio que ir mucho más allá. La comisión que ha
encargado y que, según todos los indicios, dependerá de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no puede adormecer de nuevo
el problema, esconderlo tras presunciones de inocencia, correcciones fraternas
ni falsos secretos de confesión. Y la casualidad ha querido que, durante estos
días, los Legionarios de Cristo estén reunidos en Roma para decidir el futuro
de la congregación después del gran golpe de descrédito provocado por los
crímenes de Maciel, un santón con pecados suficientes como para agotar las
llamas de tres infiernos.
Dice el arzobispo Silvano Tomasi que pederastas los hay también en las instituciones más prestigiosas. Puede ser. Pero ninguna de esas organizaciones ha tenido –y tiene, según la ONU-- un sistema tan eficaz para esconder a los culpables, un mecanismo tan macabro para convertirlos en culpables a través de la culpa y una demarcación tan grande --el mundo entero -- no sólo para ocultar a los criminales, sino para permitirles que sigan poniendo sus sucias manos sobre niños indefensos. Francisco, el hombre del año, puede convertirse en el hombre del siglo si es capaz de poner freno a la infamia.
2.- La Iglesia acusa a la ONU de “interferir” en el ejercicio de la libertad religiosa
El Vaticano dice que protegerá los derechos de los niños "según los valores de la doctrina católica"
No
hay mejor defensa que un buen ataque. El Vaticano ha reaccionado a las
críticas de la ONU sobre la falta de protección de los niños ante los abusos
del clero acusando al organismo de "interferir en la enseñanza de la Iglesia católica sobre la
dignidad de la persona humana y en el ejercicio de la libertad religiosa".
El comunicado emitido afirma que las duras observaciones de la ONU sobre la impunidad de los
religiosos frente a los casos de pederastia "serán sometidas a detallados
estudios y exámenes con pleno respeto de la Convención [sobre los
Derechos de los Niños]".
El
Vaticano reitera su compromiso con estos derechos, que serán protegidos, dice,
de acuerdo con los tratados internacionales "y según los valores morales y
religiosos que ofrece la doctrina católica".
El
portavoz vaticano, Federico Lombardi, de viaje en Madrid, también ha salido en
defensa de lglesia diciendo que muchas de las acusaciones sobre casos de abusos
a menores por parte de miembros de clero responden a posiciones "muy
ideológicas", pero admite que la iglesia tiene que explicar su posición y
"cuáles son sus errores".
Lombardi
ha afirmado que la Iglesia
"ha trabajado y está trabajando mucho" sobre los abusos sexuales a
niños cometidos por miembros del clero. La Iglesia ha enfrentado las acusaciones de
pederastia con una "exigencia de transparencia", ha añadido.
"En
los próximos días o semanas" la
Iglesia explicará la composición y las funciones de la Comisión creada en
diciembre por el Papa Francisco para investigar los casos de abusos, así como
el trabajo de los ocho cardenales designados por el Vaticano para proteger a
los niños frente a los abusos. Tras hablar con el Comité, los religiosos
prepararon un documento con recomendaciones que tienen intención de publicar,
ha declarado Lombardi.
El portavoz cree que muchas "preguntas o ataques" a los que la Iglesia tiene que responder están motivadas por una cuestión ideológica. Por eso cree que el Vaticano tiene que explicar su "posición". Las relaciones entre el comité eclesiástico y las respuestas de los distintos países constituirán un "largo proceso", ha afirmado.
3.- No escarmentaron
Cuando Juan Pablo II llamó a los cardenales de EE UU en 2002 quedó claro que la jerarquía no iba a escarmentar
Juan G. Bedoya 5 FEB 2014 - tribuna a EL PAÍS
De
aquellos polvos vienen estos lodos. Cuando Juan Pablo II llamó a los cardenales
de EE UU, en abril de 2002, para afrontar juntos en el Vaticano la
avalancha de denuncias de pederastia, quedó claro que la jerarquía católica no
iba a escarmentar. “Somos pastores, no policías”, se justificó el prelado de
Boston. Peor fue lo dicho por el primado de Toledo, el cardenal Cañizares. “No
es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios con los
millones de vidas destruidas por el aborto”, escribió quien ahora es ministro de Francisco.
Ratzinger, futuro Benedicto XVI, de visita aquellos días en la Universidad Católica
de Murcia, reaccionó con esta parrafada: “Estoy convencido de que la presencia
mediática constante de los pecados de los sacerdotes es una campaña planeada.
El porcentaje de esos escándalos no es más alto que en otras categorías
profesionales, e incluso es menor. Hay un deseo expreso de desacreditar a la Iglesia”.
No
faltaron voces que achacaron la campaña a una venganza del presidente de EE UU
George W. Bush contra Juan Pablo II por haber condenado la guerra de Irak. La
verdad ha sido tozuda: algunas diócesis se han declarado en bancarrota por las
indemnizaciones que han pagado a las víctimas a cambio de desistir de procesos
penales contra los abusadores.
Conviene
recordar la miseria de aquellas reacciones para ver que el Vaticano no ha
variado de estrategia. Se vio a mediados de enero pasado en Ginebra, con el
detestable “y tú más” de su portavoz ante el Comité de la ONU de los Derechos del Niño.
Francisco perdió allí la oportunidad de imponer un mensaje de intransigencia
severa. Él mismo se ha relajado. Ha creado una comisión. Lo suelen hacer los
malos políticos cuando faltan ganas de llegar a la raíz de los problemas. Cómo
explicar, si no, que los Legionarios de Cristo, la fundación del notorio
pederasta Maciel, esté celebrando en Roma capítulo general en olor de aplausos
y durante semanas (el verbo celebrar no es casual), cuando lo normal habría
sido su suspensión, por delitos cometidos durante décadas y para asegurar una
depuración y, por qué no, un escarmiento.
Si la memoria libera al hombre de la brutalidad, no vendría mal al clero de toda confesión una lectura de A. M. D. G. La vida en los colegios de jesuitas, la novela autobiográfica de Pérez de Ayala, que tanto escándalo causó en su tiempo y más tarde. Acaba de cumplirse su centenario. Ad maiorem Dei gloriam (AMDG) quiere decir “a la mayor gloria de Dios”. Era la divisa de los colegios de jesuitas. Se suponía que los terribles abusos que Pérez de Ayala sufrió como estudiante en Gijón no podían repetirse. La ONU no está tan segura.
4.- El Vaticano cree que el informe de la ONU no tuvo en cuenta a la Santa Sede
El observador vaticano en Naciones Unidas dice que el informe parece "como si estuviera ya preparado con antelación"
la vanguardia - 5 febrero 2014
Ciudad
del Vaticano, (Efe).- El observador vaticano en Naciones Unidas, Silvano Maria
Tomasi, aseguró hoy que el informe del Comité de la ONU sobre los Derechos del
Niño no ha tenido en consideración las explicaciones de la Santa Sede y que parece
"como si estuviera ya preparado con antelación".
Tomasi
hizo estas afirmaciones en declaraciones a la Radio Vaticana, a
la que, además, afirmó que las críticas del organismo internacional han causado
"sorpresa" en el Vaticano.
"La
primera reacción es de sorpresa porque el aspecto negativo del documento que
han realizado parece como si ya estuviera preparado antes del encuentro entre
el comité y la delegación de la
Santa Sede", explicó Tomasi, quien cree que el Vaticano
ha ofrecido respuestas "detalladas y precisas" sobre la gestión de
casos de abusos a menores que no han sido recogidas en el informe.
Parolin: La Santa Sede se reserva
el derecho a responder a la ONU
El
secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, aseguró hoy que la Santa Sede se reserva
el derecho a responder al informe del Comité de la ONU sobre los Derechos del
Niño que critica al Vaticano por no reconocer "la amplitud de los
crímenes" sexuales contra menores por parte de miembros del clero.
"Este
informe necesita ser estudiado. La Santa Sede se reserva el derecho a responder tras
haber tomado conciencia y haber profundizado en las observaciones que (Naciones
Unidas) nos ha hecho", dijo Parolin durante su visita a la ciudad de
Marghera (norte de Italia).
El
que fuera nuncio apostólico en Venezuela, afirmó que el citado informe tendrá
respuesta mediante una exposición argumentada, al tiempo que subrayó la
voluntad del Vaticano de reiterar su intención de cumplir con las indicaciones.
También
destacó su "sorpresa" por el hecho de que el informe haya entrado en
temas que interfieren con la doctrina católica.
La
primera reacción del Vaticano ante el informe de la ONU, publicado durante la
mañana de hoy, fue la emisión de un comunicado en el que afirmaba que estudiará
minuciosamente las críticas vertidas en este documento, y en el que denunció
que "en algunos puntos" hay un "intento de interferir en las
enseñanzas de la Iglesia".
La ONU, a través del Comité de los Derechos del Niño, acusó a la Santa Sede de haber adoptado "políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos y a la impunidad de los responsables".
5.- Los fieles se alejan de la doctrina de Roma
Las respuestas a la encuesta mundial encargada por el Papa solicitan más misericordia y menos prohibiciones
En
un gesto sin precedentes, el papa Francisco decidió en noviembre pasado pulsar
la opinión de los católicos del mundo entero sobre asuntos corrientes, como los
niños nacidos fuera del matrimonio, la contracepción, las parejas de hecho, los
divorciados que se han vuelto a casar, las uniones homosexuales o el aborto; y
lanzó una consulta universal a través de las parroquias sobre 38 cuestiones que
para algunos sectores de la
Iglesia son delicados o directamente tabú.
La
idea de Jorge Mario Bergoglio era conocer de primera mano cuáles son los
principales desafíos para las familias, tema central del consistorio que se
celebrará en el Vaticano los días 20 y 21 de febrero y del sínodo del próximo
otoño, para averiguar si los católicos comparten o no la doctrina oficial de la Iglesia.
Las
respuestas a las 38 cuestiones que envió el Vaticano a los obispos han empezado
a llegar a Roma, y los primeros datos sugieren que el sondeo puede convertirse
en un bumerán para el Papa, o tal vez en combustible para la renovación
emprendida por el jesuita argentino.
Muchos
fieles europeos, algunos de los cuales han respondido a las preguntas a través
de Internet, se muestran especial y mayoritariamente críticos con las
enseñanzas de la Iglesia
sobre la contracepción y el divorcio, por ejemplo.
Alemania
y Suiza, dos países muy secularizados, recomiendan con nitidez al Vaticano que
abandone su doctrina sobre los divorciados que se vuelven a casar y sobre las
parejas homosexuales.
La
encuesta realizada por los obispos suizos entre 23.636 feligreses revela que el
90% de los preguntados espera que la
Iglesia reconozca y bendiga a los divorciados casados por
segunda vez, y que el 60% reconozca y acoja a las parejas gais. Al mismo
tiempo, un 80% de los católicos suizos considera que el matrimonio religioso es
importante. Los obispos helvéticos afirman, además, que las respuestas son
convergentes entre las distintas generaciones y sexos.
En
Alemania, lo más destacado es que los jóvenes católicos reconocen abiertamente
que no siguen las enseñanzas de la
Iglesia sobre la convivencia prematrimonial, que es casi
universal en el país, y recuerdan a la jerarquía católica que es irresponsable
casarse sin haber probado antes la solidez de la relación. Además, los fieles
alemanes creen que el protocolo de anulación de las bodas en el Tribunal de la Rota puede ser “deshonesto”,
y muchos divorciados admiten que se alejan de la Iglesia porque les trata
“sin misericordia”.
En
Francia, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal,
Pierre-Marie Carré, ha afirmado que los católicos piden a la Iglesia más apertura a la
vida, menos oposición a los anticonceptivos y la abolición de la prohibición de
la comunión a los divorciados unidos en una segunda boda. Sobre la sexualidad,
la mayoría de los encuestados cree que la Iglesia debería dar algunas orientaciones y dejar
el resto a la conciencia de cada cual. Y se oponen a que la Iglesia legisle sobre el
deseo de las parejas a tener hijos.
El sondeo ha suscitado mucho interés en
las comunidades cristianas de los países desarrollados, y una recepción más
tibia en lugares como África, donde muchos asuntos planteados se consideran un
tabú. El papa Francisco, que ha afirmado que la Iglesia debe acoger a
quienes “no están en regla”, mantiene de momento una posición más conservadora
sobre temas doctrinales, especialmente sobre el matrimonio gay.
6.- Los legionarios solo piden perdón y el Papa guarda silencio
La orden anuncia una ruptura con la herencia de Maciel tras las críticas de la ONU por abusos a menores y nombra un nuevo líder
Califican sus actos de "gravísimos y objetivamente inmorales"
Reconocen las "deficiencias" de la organización
El mexicano Robles Gil, elegido nuevo director general de la congregación
Un
día después de que la ONU
acusara al Vaticano de encubrir los crímenes de pederastia, los Legionarios de
Cristo, la congregación ultraconservadora fundada en 1941 por el mexicano
Marcial Maciel, hizo público ayer un comunicado en el que pide perdón por “los
gravísimos e inmorales abusos” de su fundador hacia “seminaristas menores de
edad, por los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario
de su autoridad y de los bienes, el consumo desmesurado de medicamentos
adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros”.
De forma simultánea, los Legionarios de Cristo obtuvieron la autorización
explícita del papa Francisco para anunciar el nombre de su nuevo director
general, el mexicano Eduardo Robles Gil, lo que en la práctica significa que,
después de tres años bajo observación, han obtenido la luz verde del Vaticano
para que el movimiento Regnum
Christi siga su camino dentro de la Iglesia.
La
pregunta es obligada: ¿eso es todo? A la espera de que Jorge Mario Bergoglio se
pronuncie —por medio de la palabra o los hechos— sobre las graves acusaciones
formuladas el miércoles por la
Comisión sobre los Derechos del Niño de la ONU, no parece que un
comunicado y un nuevo director de los Legionarios sea suficiente para dar
carpetazo a un capítulo tan negro de la Iglesia. No hay que olvidar que Marcial Maciel
fue protegido por Juan Pablo II y que hasta ahora, seis años justos después de
su muerte, no es repudiado tan claramente por los mismos que, en vida, hicieron
posible —protegiéndole, persiguiendo a las víctimas— sus tropelías. ¿No habría
sido más creíble si, junto al par de folios donde se detalla la propensión al
delito y al pecado del fundador, se hubiese incluido también quién o quiénes lo
ayudaron o lo protegieron?
El comunicado, sin duda histórico por
su dureza contra Marcial Maciel, hay que ponerlo, no obstante, en contexto. Ha
sido redactado por el Capítulo General Extraordinario de los Legionarios, esto
es, la asamblea de 61 delegados que desde el día 8 de enero permanece reunida
en Roma con el objetivo de que el papa Francisco —en las antípodas de su modo
de proceder— avalase su refundación. De hecho, tanto la declaración sobre
Maciel, en la que no se ahorran golpes de pecho, como el anuncio del nuevo
director general estaban ya listas desde hace días —la elección del padre
Robles Gil se remonta al 20 de enero—, pero no ha sido hasta ahora, justo 24
horas después del rapapolvo de la
ONU, que el Papa ha dado el visto bueno a su divulgación.
En
su declaración, los Legionarios de Cristo no tienen más remedio que reconocer
que Marcial Maciel solo pudo hacer lo que hizo —hasta abusar de sus propios
hijos, que los tuvo, con dos mujeres distintas—gracias al apoyo de la
congregación. “Nos apena”, aseguran los Legionarios, “que muchas víctimas y
personas afectadas hayan esperado en vano una petición de perdón y de
reconciliación por parte del padre Maciel y hoy queremos hacerla nosotros,
expresando nuestra solidaridad con todas ellas. Hoy reconocemos con tristeza la
incapacidad inicial de creer los testimonios de las personas que habían sido
víctimas del padre Maciel, el largo silencio institucional y, más adelante, los
titubeos y errores de juicio a la hora de informar a los miembros de la
congregación y a las demás personas. Pedimos perdón por estas deficiencias que
han aumentado el dolor y desconcierto de muchos”.
El problema es que, muerto el perro,
no se acabó la rabia. No solo porque hicieron exactamente, como si siguieran un
manual, lo que denunció el miércoles la Comisión sobre los Derechos del Niño de la ONU en relación a las
prácticas del Vaticano. Ocultar el problema, ponerse del lado del verdugo en
vez de proteger a sus víctimas. Sino que, según el comité de expertos, los
Legionarios —aunque no solo ellos— practican un sistema de reclutamiento de
adolescentes que facilita los casos de abusos. “Son separados de sus familias
mediante la manipulación psicológica y aislados del mundo exterior”, advierte la ONU.
Y
de ahí que, de nuevo, los Legionarios de Cristo demuestran mucha habilidad al
asegurar en el comunicado que el Vaticano, y en especial “las intervenciones
decididas” de Benedicto XVI, fueron las que les abrieron los ojos con respecto
a Maciel. “El Papa”, explican, “consideró que la Legión de Cristo, en
términos generales, era una comunidad sana, pero había que hacer correcciones.
La ayuda de la Santa Sede
fue imprescindible para descubrir cómo la personalidad y el modo de actuar del
padre Maciel estaban afectando a nuestra congregación religiosa.
De
hecho, la Visita
Apostólica —realizada, por mandato del Papa, entre 2009 y
2010— comprobó que la conducta del padre Maciel ha causado serias consecuencias
en la vida y en la estructura de la
Legión, hasta el punto de hacer necesario un camino de profunda
revisión”. Y ahí siguen, en revisión, bajo la atenta mirada del papa Francisco,
de quien se espera una respuesta a las graves acusaciones de la ONU.
7.- EL VATICANO YA VIENE TRABAJANDO
CONTRA LA PEDERASTIA
Juan
Rubio - LA RAZÓN
6 febrero 2014
Cuando
el 18 de abril de 2008, Benedicto XVI hablaba a la Asamblea General
de las Naciones Unidas, la
tormenta sobre los abusos sexuales a menores por parte de
miembros del clero estaba en su cénit. La máquina vaticana para la depuración
de esta lacra ya estaba avanzada, pese a su dificultad, en una institución cuyo
ámbito geográfico es global.
Desde el inicio de su pontificado, Ratzinger
tuvo claro qué hacer. Ya se sabe que era esta una de las
principales encomiendas que los cardenales tuvieron en cuenta para su elección:
la cruzada contra la pederastia en las filas del clero, la “tolerancia cero” para
con este delito, que no solo afecta al ámbito interno y moral, sino también al
más estricto ámbito jurídico de cada país. Para verlo solo hay que acercarse a
la legislación eclesiástica promulgada en los últimos años sobre este doloroso
asunto, afinando aún más cuanto ya se había hecho y que había sido
sistemáticamente desobedecido por algunos obispos con un silencio cómplice de
altos vuelos.
Negar
la evidencia no es justo. A
la Iglesia
corresponde seguir asumiendo con dolor ese silencio cómplice, seguir pidiendo
perdón y ayudando a las víctimas, sin descuidar la tarea de
atender al perfil psicológico del candidato al sacerdocio.
Benedicto XVI, lejos de ser parte del
problema, se convirtió en parte de la solución. Su pontificado, al
que renunció hace ahora pronto un año, estuvo marcado por esa tarea de
limpieza, iniciada ya antes en sus años al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Nadie
niega, sin embargo que, pese
a los esfuerzos, hayan continuado las tropelías y silencios, y
las trampas y zancadillas en los aledaños de la propia Curia. Podemos verlo
simplemente con un vistazo a las hemerotecas.
El papa Francisco solo pretende continuar con
la tarea depuradora con energía y decidida voluntad. Para ello,
la colaboración con la
Justicia es fundamental. A la ONU
y sus organismos les corresponde recordarlo, sin olvidar el
camino recorrido y seguir colaborando para que en todas las instituciones se
lleve a cabo esta misma cruzada de tolerancia cero. No solo en la Iglesia, aunque la Iglesia, por esencia, debe
ser ejemplo y paradigma.
8.- La ONU acusa
El mensaje renovador del Papa pierde valor si el Vaticano consiente la pederastia en su seno
EDITORIAL El País 7 FEB 2014
Los
aires de renovación que representa el papa Francisco desde que llegó al
obispado de Roma han tropezado en el más grave asunto que mancilla a la Iglesia católica: la
pederastia. El durísimo informe que ha elaborado, durante el último año, el
Comité de los Derechos del Niño de la
ONU indica que el encubrimiento de los abusadores en el seno
de la Iglesia
católica sigue siendo norma de conducta, así como el código de silencio que
protege, al tiempo que castiga a los que osan denunciar. El resultado, según la ONU, es que los niños siguen
hoy en contacto con los mismos clérigos abusadores.
La
falta de cooperación con la justicia y la costumbre de transferir al pederasta
a otra institución u otro país —no para apartarles de los niños, sino para
esquivar las denuncias— son los elementos que configuran un modo de proceder
inaceptable que, sin embargo, parece mantenerse en los mismos términos en la
institución religiosa.
El
informe de la ONU
da la bienvenida a los “avances limitados” realizados por la Santa Sede en este y
otros capítulos relativos al trato que la Iglesia dispensa a los niños. Es una expresión
más producto de la diplomacia que de los avances reales acometidos, a tenor de
las acusaciones que contiene el análisis. Su propia reputación, dice este, ha
estado siempre por encima de los intereses superiores de los niños. Esa fue la
imagen que ofreció la Santa
Sede a mediados de enero en Ginebra ante este mismo Comité de
Derechos del Niño. Era la primera vez en la historia que el Vaticano comparecía
ante un organismo internacional para dar cuenta de sus actos, pero en contra
del simbolismo que guardaba el gesto, se negó a compartir datos sobre los delitos
cometidos en su seno.
La
línea de defensa del Vaticano, en una estrategia demasiado parecida al pasado
reciente, es la de pedir perdón —como ahora han hecho los Legionarios de Cristo
e hizo Benedicto XVI hace ya cuatro años— y minimizar, al mismo tiempo, el
problema. No basta con admitir que hay clérigos pederastas si, además, a ese mea culpa le sigue la
afirmación de que los hay en todas las profesiones. El gran pecado de la Iglesia católica no es
tener manzanas podridas en su seno, sino protegerlas y mantenerlas. Los
voluntariosos mensajes de Francisco perderán valor mientras no se ataje
semejante comportamiento.