A FUEGO
LENTO “CHUF-CHUF” COMO LAS COSAS DE DIOS
MAGDALENA BENNÁSAR OLIVER, espiritualidadcym@gmail.com
MALLORCA.
MAGDALENA BENNÁSAR OLIVER, espiritualidadcym@gmail.com
MALLORCA.
ECLESALIA, 27/12/13.- Así cocinaba mi abuela, que
era para mí la mejor, su comida estaba cargada de tiempo y cariño. Cuando ya
era mayor al visitarla por las tardes, todavía iba a la cocina buscando “las
sobras”. Era la mejor merienda y de reojo pillaba la chispa en su mirada
complacida, sabía que su comida me deleitaba, y a ella que yo la disfrutara con
esa picardía de “robar las sobras”.
Desde Nochebuena, la mayoría de mujeres estamos entre
pucheros, que ya nos dice Teresa que por ahí anda Dios. Y me digo, así tiene
que ser tu relación con Dios, sin prisas, a fuego lento, con mucho cariño y
presencia, destapando la olla de vez en cuando, la Palabra, para que su aroma
me abra el apetito y me salga espontáneo darlo a probar por si “está bien de
sal”, porque si está en su punto me atreveré a compartirlo, a que lo prueben y
también me atreveré a dar la receta. Chicas, yo no creo que Dios naciera en el
seno de una catedral iluminada y con incienso y coros almidonados, los textos
son claros, nos hablan de desinstalación, desnudez, cueva…
Como sabemos los textos del nacimiento nos hablan de
una nueva creación que supera la descrita en Génesis, en Jesús la creación de
la humanidad alcanza su plenitud. Esto es Navidad, y para que lo cocinemos al
“chuf- chuf” es decir, para que lo experimentemos, que no entendamos, nos
cuentan la preciosa experiencia de la cueva.
Ese agujero,
esa cueva de la historia, en la que empieza todo lo de Dios y lo nuestro.
Es una metáfora clara, profunda y altamente
“peligrosa” pues nos desnuda por dentro, nos lo dice todo de un trazo: no es
sólo ayudar a los pobres, es hacerte pobre, no es participar de las liturgias,
es entrar en tu cueva, donde en ti empieza todo, donde tú eres tú, y estar
entre ellos como en familia. La creación entera está allí representada, tu
creación y la mía están ahí, al calor de las brasas de la cueva, porque no sé a
ti, pero a mí me han invitado a mantener las brasas encendidas allí dentro,
porque hace frío y no queremos que se enfríen.
Es la humanidad, nuestros hijos y amigos y amigas las
que están fríos, helados por dentro porque nadie les ha invitado a un caldo caliente
en la cueva. Porque no han “probado mis sobras”, porque no me atrevo a creer
que lo que yo cocino pueda alimentar o gustar a nadie… porque en el fondo no
nos creemos que somos de la familia de Dios y nos sentimos fuera, al raso, pues
no tenemos escapatoria porque es a estos, en la figura de los pastores, a
quienes se les anuncia en mitad de la noche que El Niño ha nacido. Que en su
cueva, en su soledad, hay vida, en su ateísmo…de cabeza fría, hay un niño con
mocos que les quiere abrazar y caldear tanta crítica y discurso frío.
Al “chuf-chuf” del fuego lento del aguante, del amor
maduro, nace la vida. La oración se da en esta cueva que se va iluminando a la
luz de la velita, al calor de las brasas, en la presencia de un saber estar,
como sabemos estar con las personas que nos necesitan, a quienes se nos invita
a caldear con nuestras brasitas, sacadas de la cueva. Y cuanto perdón nace de
ese saber estar con ellos en la cueva, en mi mediocridad, pero con ellos, y
luego resulta que le doy de mis “sobras” al hermano o cuñada…que lleva tiempo
sin hablarme o a quien no acabo de tragar. Pero resulta que el caldito de la
cueva, caldea, anima, acoge y re-crea.
Re-crea nuestra propia historia, la re-escribe: con
gente que evitaba, ahora la busco, ¡vaya! , con actitudes del pasado, frías y
calculadas, ahora me dejo desinstalar, modelar… con hábitos de baja autoestima
o de superioridad, que para el caso es más venenosa todavía, resulta que voy
encontrando mi sitio en la cueva, manteniendo las brasitas encendidas y compartiendo
de lo que allí “se cocina, al chuf-chuf” sin más.
Un gran abrazo hermanas y hermanos. Feliz Navidad al
“chuf-chuf”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus
artículos, indicando su procedencia).
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