Duro
mensaje papal a los líderes de la VII Cumbre de las Américas
Francisco:
"No es suficiente con que los pobres recojan las migajas que caen de la
mesa de los ricos"
Denuncia
las "diferencias escandalosas" entre ciudadanos de los mismos pueblos
El gran reto de nuestro mundo es
la globalización de la solidaridad y la fraternidad, en lugar de la
globalización de la discriminación e indiferencia
Sábado, 11 de abril de 2015
El Papa Francisco ha lanzado este
viernes un mensaje contra la desigualdad a los 35 presidentes y jefes de
Estado y Gobierno reunidos en Panamá, durante el acto inaugural de la VII
Cumbre de las Américas. "No es suficiente con que los pobres recojan las
migajas que caen de la mesa de los ricos", ha señalado el Pontífice, a
través de un mensaje que ha sido leído por el secretario de Estado del
Vaticano, cardenal Pietro Parolin.
El enviado especial de Francisco
en esta importante cita regional ha leído, en un perfecto español, la carta del
Papa, quien advierte de que "hay bienes básicos como la tierra, el
trabajo y la casa, además de servicios públicos como salud, educación,
seguridad o medio ambiente, de los que ningún ser humano debería quedar
excluido".
"Este deseo que todos
compartimos, desgraciadamente está lejos de la realidad", añade la nota,
en la que el Santo Padre insiste en que "mientras no se logre una
distribución equitativa de la riqueza, no se lograrán resolver los males de la
humanidad". "El gran reto de nuestro mundo es la globalización de
la solidaridad y la fraternidad, en lugar de la globalización de la
discriminación e indiferencia", ha apostillado.
En este sentido, Bergoglio
denuncia la "brecha" entre los ricos y pobres, que --según
añade-- se ha "abierto aún más" en aquellas economías emergentes que
han experimentado un gran éxito económico durante los últimos años, donde la
población "no se ha beneficiado" de estos avances. "Son
necesarias acciones directas para los más desfavorecidos, cuya atención
(...) debería ser prioritaria para los gobernantes", asevera.
Por ello, Francisco --a través de
las palabras de Parolin-- ha solicitado a los mandatarios americanos que hagan
frente a estos problemas con "realismo" y advierte de que "no
basta con salvaguardar la ley de los derechos básicos de las personas", ya
que, en ocasiones, "dentro de cada país se dan diferencias escandalosas,
sobre todo en las zonas indígenas, rurales y suburbios de las grandes
ciudades".
Asimismo, en la misiva,
afirma que "los esfuerzos por tender puentes y canales de comunicación,
buscar el entendimiento, nunca son en vano" y destaca la situación
geográfica de Panamá --en el centro del continente americano-- como "punto
de encuentro entre el norte y el sur", para que este encuentro sirva de
llamada a generar "un nuevo orden de paz y justicia", así como
para "promover la solidaridad y cooperación, respetando la justa autonomía
de cada nación".
Este es el texto de la carta:
Al Excelentísimo Señor
Juan Carlos Varela Rodríguez
Presidente de Panamá
Juan Carlos Varela Rodríguez
Presidente de Panamá
Como anfitrión de la VII Cumbre
de las Américas, deseo hacerle llegar mi saludo cordial y, a través de Usted, a
todos los Jefes de Estado y de Gobierno, así como a las delegaciones
participantes. Al mismo tiempo, me gustaría manifestarles mi cercanía y aliento
para que el diálogo sincero logre esa mutua colaboración que suma esfuerzos y
supera diferencias en el camino hacia el bien común. Pido a Dios que,
compartiendo valores comunes, lleguen a compromisos de colaboración en el
ámbito nacional o regional que afronten con realismo los problemas y trasmitan
esperanza.
Me siento en sintonía con el tema
elegido para esta Cumbre: "Prosperidad
con equidad: el desafío de la
cooperación en las Américas". Estoy convencido - y así lo expresé en
la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium - de que la inequidad, la injusta
distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de conflictos y de
violencia entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye
sobre el necesario sacrificio de otros y que, para poder vivir dignamente, hay
que luchar contra los demás (cf. 52, 54). El bienestar así logrado es injusto
en su raíz y atenta contra la dignidad de las personas. Hay "bienes
básicos", como la tierra, el trabajo y la casa, y "servicios
públicos", como la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente...,
de los que ningún ser humano debería quedar excluido.
Este deseo - que todos compartimos
-, desgraciadamente aún está lejos de la realidad. Todavía hoy siguen habiendo
injustas desigualdades, que ofenden a la dignidad de las personas.
El gran reto de nuestro mundo es
la globalización de la solidaridad y la fraternidad en lugar de la
globalización de la discriminación y la indiferencia y, mientras no se logre
una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de
nuestra sociedad (cf. Evangelii gaudium 202).
No podemos negar que muchos
países han experimentado un fuerte desarrollo económico en los últimos años,
pero no es menos cierto que otros siguen postrados en la pobreza. Además, en
las economías emergentes, gran parte de la población no se ha beneficiado del
progreso económico general, sino que frecuentemente se ha abierto una brecha
mayor entre ricos y pobres. La teoría del "goteo" o
"derrame" (cf. Evangelii gaudium 54) se ha revelado falaz: no es suficiente
esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos.
Son necesarias acciones directas en pro de los más desfavorecidos, cuya
atención, como la de los más pequeños en el seno de una familia, debería ser
prioritaria para los gobernantes. La Iglesia siempre ha defendido la
"promoción de las personas concretas" ("Centesimus annus, 46),
atendiendo sus necesidades y ofreciéndoles posibilidades de desarrollo.
Me gustaría también llamar su
atención sobre el problema de la inmigración. La inmensa disparidad de
oportunidades entre unos países y otros hace que muchas personas se vean
obligadas a abandonar su tierra y su familia, convirtiéndose en fácil presa del
tráfico de personas y del trabajo esclavo, sin derechos, ni acceso a la
justicia ... En ocasiones, la falta de cooperación entre los Estados deja a
muchas personas fuera de la legalidad y sin posibilidad de hacer valer sus
derechos, obligándoles a situarse entre los que se aprovechan de los demás o a
resignarse a ser víctima de los abusos.
Son situaciones en las que no basta salvaguardar la ley para defender los
derechos básicos de la persona, en las que la norma, sin piedad y misericordia,
no responde a la justicia.
A veces, incluso dentro de cada
país, se dan diferencias escandalosas y ofensivas, especialmente en las
poblaciones indígenas, en las zonas rurales o en los suburbios de las grandes
ciudades. Sin una auténtica defensa de estas personas contra el racismo, la
xenofobia y la intolerancia, el Estado de derecho perdería su legitimidad.
Señor Presidente, los esfuerzos por tender puentes, canales de comunicación,
tejer relaciones, buscar el entendimiento nunca son vanos. La situación
geográfica de Panamá, en el centro del continente Americano, que la convierte
en un punto de encuentro del norte y el sur, de los Océanos Pacifico y
Atlántico, es seguramente una llamada, pro mundi beneficio, a generar un nuevo
orden de paz y de justicia y a promover la solidaridad y la colaboración
respetando la justa autonomía de cada nación.
Con el deseo de que la Iglesia
sea también instrumento de paz y reconciliación entre los pueblos, reciba mi
más atento y cordial saludo.
Vaticano, 10 de abril de 2015
Francisco